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MARIO BENEDETTI: Palabra autorizada y oficio

22 septiembre, 2023

Cuando pienso en Uruguay, en el Rio de la Plata, la literatura (sobre todo la poesía) pienso en Mario Benedetti.

Hacia Viernes Salvajes

Lo primero que recuerdo de él es verlo recitando versos en alemán en un “cabarulo” durante una escena de la película El Lado Oscuro Del Corazón. A Eliseo Subiela le debo dos cosas: que me haya convencido de que se puede hacer género fantástico en nuestro cine y su amor por la literatura de Mario Benedetti.

Hubo un momento que Benedetti explotó en mi cabeza. A los 16 años corrí a la biblioteca de la escuela y solo encontré unpequeño libro de poesía que no recuerdo si era Poemas de la oficina o Poemas del hoyporhoy. “Solo encontré” suena despectivo, pero es irónico, porque sus poemas me abrieron la cabeza para siempre y me lanzaron al intento de jugar con la poesía. Benedetti fue el primer escritor que me hizo sentir, en su infinito tamaño, que yo también podía escribir. El tipo hacia parecer fácil lo complejo, lo mismo que me pasaba cuando lo veía jugar a Maradona.

En un post operatorio, a los 17 años, agarré el ladrillo de sus Cuentos Completos, libro que me había comprado el año anterior y no había encontrado el momento oportuno de entregarme a su lectura. Aproveché ese reposo obligatorio para disfrutar sus relatos, y los leí noche y día, totalmente absorto, totalmente maravillado.

Algunos años después conocí a la mujer que hoy es mi esposa. Yo le hablaba de Benedetti, y una tarde, caminando por la peatonal Florida encontré Inventario 1 e Inventario 2, su antología poética en dos volúmenes, a un muy buen precio. En medio del centro porteño, entre gente que iba de un lugar a otro, le leí en voz alta “Táctica y Estrategia”. Y con esas palabras del escritor uruguayo le entregué mi corazón.

Mario Benedetti, en el extenso espectro de su obra, en su derramada prolificidad, fue un grande de las Letras, tanto en Uruguay como en Argentina. La literatura, como tantas otras cosas, es puente entre Montevideo y Buenos Aires. Benedetti es (y lo conjugo en presente) poesía, es palabra autorizada del Rio de la Plata, pero también es oficio.

De chico, en una escuela primaria de alemanes, lo hacían saludar a los docentes de pie y con la mano extendida hacia adelante. Años después entendió, que ese saludo que parecía inocente y esquemático, era el típico saludo nazi. Sus ideas de izquierda lo eyectaron de Uruguay hacia Argentina cuando se instaló en el «paisito» la dictadura en 1973. Tres años después tuvo que volver a armar sus valijas y partir hacia Perú, donde iba a ser detenido y deportado para llegar a Cuba. En la isla, cercano a las ideas revolucionarias, se relacionó con Fidel Castro. En 1985, previa residencia en Mallorca, regresó a su país, una vez reinstalado el orden democrático. Allí lo primero que escribió en su tierra fueron los cuentos que integran Despistes y franquezas y La borra del café, una de sus novelas más emblemáticas y exitosas.

Siempre se lo consideró de simplista, realista, superficial. También que escribía para jóvenes, pero tenía novelas y cuentos que sus detractores admiraban con fervor. Siempre se mantuvo alejado del boom latinoamericano, por propia iniciativa y también porque no lo incluían allí, ni los incluidos ni el periodismo. Fue parco a esas corrientes, pero nunca dejó de pertenecer con compromiso a su tierra y a su tiempo. Fue un lector incansable, además leía en varios idiomas, como Borges. De prolífica obra en cuentos, poesía y de novela, pero, casi nadie le reconoce su ensayística de buen paladar. Le gustaba mucho el cine, le interesaba mucho el séptimo arte. Tanto era así que era un crítico ácido e implacable con sus críticas.

Su narrativa se caracteriza por contar historias simples, de personas comunes a las que le pasan cosas extraordinarias, con un estilo que no concede exhibicionismo ni destreza. Benedetti logra desaparecer como narrador para sumirnos en su realismo rioplatense. Los grandes temas han pasado por su obra como el amor, el tiempo, la muerte, la soledad, la traición, la vida, la amistad, todas esas cuestiones que hacen de la condición humana, su esencia.

Hoy, en algunos sectores literarios, de esos que gustan arrugar la nariz y señalar con el dedo quien es canon y quien no, dejaron a Benedetti en un lugar reservado para lecturas juveniles, como si eso fuera en detrimento de su obra y de esa manera creen bajarle el precio a un escritor que atrajo a la Literatura a varias generaciones de lectores.

Y entre todos estos últimos, hay un tipo que supo ser joven alguna vez y le leía los poemas de Benedetti a su novia en la calle para tratar de enamorarla, y que un poco por eso y por otras pequeñas cosas, hoy ella es su esposa y él un tipo feliz.

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Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.