VLADIMIR, LA RELECTURA DE LOLITA

Hacia Viernes Salvajes

Vladimir, de Leticia Martin es mucho más que el Premio Lumen 2023. Es más que una relectura de Lolita, de Nabokov. Vladimir es una novela que por momentos incomoda. Guinea, de alguna manera, es como Bella en Poor Things (Yorgos Lanthimos, 2023). Una mujer cautiva dentro de un cuerpo, que entiende la libertad como sinónimo de la sexualidad.

Escapa de su vida como profesora universitaria en Estados Unidos al revelarse que mantenía una relación sexoafectiva con un alumno menor que ella. Y al llegar a Buenos Aires, donde pensaba que iba a sentirse a salvo, se encuentra con un gran apagón y sin señal de celular, presa de todo ese contexto trágico y social.

Accede, aun con cierta desconfianza pero con resignación, a acompañar a su casa a un hombre tan desconocido como amable. Y ahí conoce a Vladimir, el hijo de este señor. La casa pasa a ser otra prisión donde el afuera es hostil pero el adentro no es mucho mejor. El encierro recuerda a los meses en el aislamiento por el covid, a ese miedo y desconcierto de no saber qué pasa y cuando termina ese mundo que no es el nuestro.

Guinea nunca se relaja en esa casa, no hay espacio para la tranquilidad del hogar, mi mucho menos para la alegria. Y el deseo, ese animal desbocado que lleva contenido por dentro, quiere escapar a la libertad toda. Vladimir es una novela audaz, es algo perturbadora, pero es más que nada una experiencia en el cuerpo. El erotismo salta de las páginas a la piel y allí se arremolina. Difícil soltar el libro, difícil cortar la lectura, difícil aún más que Vladimir pase desapercibido por nuestra experiencia lectora. No sé si merece uno o mas premios, pero lo cierto es que la última novela de Leticia Martin es una caida libre a un lugar desconocido pero instintivamente familiar.

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