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DORMIR MÁS ES MEJOR

11 octubre, 2023

Fue la escritora Danielle Stelle en una entrevista realizada al diario El País quien dijo, que presumía de que, gracias a dormir solo cuatro horas al día, había podido criar a nada menos que nueve hijos, tener cinco maridos y además escribir casi 200 novelas.

Parece que la escritora neoyorquina no está precisamente sola en este desprecio por las horas de descanso. El presidente de los Estados Unidos Donald Trump presume de que solo duerme unas tres o cuatro horas al día. Richard Branson, el millonario fundador de Virgin, dice que no pasa más de cinco horas en la cama. Margaret Thatcher lo hacía con cuatro, las mismas que la ex canciller alemana Angela Merkel.

A pesar de lo que podría parecer por los ejemplos anteriores, el descanso reducido no solo es religión de aquellos que profesan el pensamiento único. También se alinean con esta idea tendencias recientes surgidas en las redes sociales como la de un retrato aspiracional de la mujer joven y exitosa que llega a todo planificando al milímetro sus rutinas en pos de una vida optimizada e hiperproductiva. Para ello, claro, madruga: internet está plagado de vídeos y artículos que sugieren que para llegar a serlo hay que levantarse, como tarde, entre las cinco y las seis de la mañana.

UNA CULPABLE: LA LUZ ELÉCTRICA

Esta reacción antisueño no es precisamente un invento moderno. El desprestigio del buen dormir tiene ya una larga tradición que se remontaría a la Revolución Industrial. Eso cuenta Javier Albares, médico especialista en Neurofisiología Clínica, miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES) y fundador y director de la Medicina del Sueño Doctor Albares, que acaba de publicar La Ciencia del Buen Dormir (2023), una guía para comprender por qué necesitamos dormir, cómo podemos optimizar nuestro descanso, cómo detectar los trastornos del sueño que puedan necesitar atención médica y, en definitiva, cómo dormir más y mejor.

“El desprestigio del sueño surgió tras el descubrimiento de la luz eléctrica, la cual permitió iluminar la noche”, dice el médico Albares. Hasta entonces, la actividad humana se había visto regida por la luz natural y el leve resplandor de las velas y los candiles. La llegada de la luz eléctrica nos permitió hacer más cosas y hasta más tarde. “A partir de ahí, gradualmente hemos ido entrando en una vorágine de hacer, hacer, hacer cada vez más, que al final casi ha terminado en que la humanidad está activa 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año”, continúa.

“Cuanto más se ha divulgado esta forma de vivir, más se ha considerado que dormir era perder el tiempo. Hay muchos mensajes en este sentido a lo largo del último siglo. El propio inventor de la bombilla, Thomas Edison, decía que el sueño era un vestigio de nuestro pasado cavernícola. Durante este siglo ha habido muchos ejemplos, como Margaret Thatcher, que decía que dormir era de débiles”, apunta el especialista en sueño.

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“También los medios y el entretenimiento nos han intentado meter esa idea en la cabeza. Recordemos, por ejemplo, que el subtítulo de la película Wall Street era ‘el dinero nunca duerme’. O el clásico eslogan ‘ya dormirás cuando estés muerto’, que se ha utilizado en publicidad. Los mensajes han sido constantes a lo largo, por lo menos, del último siglo y, en mi opinión, todo se ha tratado de un auténtico engaño porque dormir nunca es perder el tiempo, sino que es una función fisiológica imprescindible para tener una buena salud física, mental e incluso una buena salud social”.

Según cuenta Albares a partir de investigaciones antropólogicas, las noches de nuestros antepasados eran muy diferentes a las nuestras. Parece ser que el descanso nocturno de los humanos fue bifásico, con un periodo de sueño que se daba más o menos entre las diez de la noche y la una de la madrugada y que podía durar entre dos y cuatro horas.

Tras este periodo, las personas se levantaban y realizaban algunas actividades. “Era un momento para cuidar del fuego, del ganado o revisar que todo estaba tranquilo y que no acechaba ningún peligro. También parece que era un buen momento para el sexo”, explica el doctor. “Tras esto, había otro periodo de sueño de otras cuatro horas. Pero la llegada de la luz eléctrica hizo que las personas pudieran dedicar las últimas horas del día a socializar, a entretenerse, ir al teatro… Echándose a dormir un poco más tarde y unificando los dos periodos”.

El no dormir se considera en esos ámbitos como un símbolo de prestigio, como una cualidad que te diferencia de la ‘gente normal’. Puedes montar tu empresa y hacerte rico, pero si además lo has hecho durmiendo tres horas al día, tu historia es mucho más interesante. Y el relato lo es todo.

Albares, por su parte, lo tiene claro: “Decir que dormir es perder el tiempo, que es algo de débiles o incluso explicarlo casi como un síntoma de virilidad o fortaleza es una auténtica barbaridad. Decir que ‘cuando duermo poco estoy mejor’ es una tontería. Sí que es cierto que sabemos que hay un porcentaje pequeño de la población que genéticamente está predispuesta a dormir menos. Con cinco o seis horas se encuentran bien, pero son muchos menos que aquellos que alardean de ello. Esta gente que va ‘corta de sueño’ no solo no funciona mejor, sino que corre el riesgo de padecer muchos problemas de salud. Por lo tanto, para mí esta cultura de alardear de dormir poco lo que me indica no es la excepcionalidad de una persona, sino su ignorancia”.

¿PORQUÉ HAY QUE DORMIR?

Según el doctor, dormir es necesario para tener una buena salud física, mental y emocional. En su libro, explica cómo el sueño sirve, en primer lugar, para eliminar todas las toxinas que vamos acumulando a lo largo del día. “Si dormimos poco”, explica, “vamos a acumular más toxinas, más productos de desecho que pueden facilitar que desarrollemos enfermedades”. 

“Nuestro sistema inmunitario también necesita el sueño para funcionar bien”, afirma. Es durante el sueño cuando este se fortalece, y es clave para defendernos de infecciones, procesos inflamatorios e incluso de la eliminación de posibles mutaciones malignas que pueden acabar desarrollándose en forma de cáncer. 

Quizá el mejor resumen de la importancia del sueño es el que el propio doctor hace en la introducción de su libro, en la que que afirma que: “Si te dijera que existe un tratamiento revolucionario que te permitirá vivir más plenamente y más años, algo capaz de mejorar tu inteligencia emocional y tu empatía, un método que te hará sentir menos irritable, más feliz y más productivo y que incluso te hará más simpático y atractivo… ¿Lo querrías? Si, además, este mismo tratamiento te permitiese mantenerte en tu peso ideal y disminuir el riesgo de sufrir todo tipo de enfermedades […] quizá pensarías que debe de ser tan caro que está fuera de tu alcance. Pues bien, tengo muy buenas noticias: ese maravilloso tratamiento está al alcance de tu mano. De hecho, es completamente gratuito. Simplemente tienes que dormir bien”.

Fuente: Diario El País


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