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EL CINEASTA Y EL TENISTA

13 septiembre, 2023

La semana de aquel septiembre de 2022- más precisamente lunes 12- empezó con la muerte de Jean Luc Godard y termino con el retiro de Roger Federer. Ayer se cumplió el primer año de aquellos acontencimientos, históricos, por cierto.

¿Que podría unir a un tenista con un cineasta? Podríamos pensar a simple vista que no tienen nada que ver. Podría responder esa pregunta rápidamente diciendo que son dos cosas que amo pero esa respuesta es biográfica y puramente subjetiva . A Godard lo conocí por mi mama (como casi todo lo que se de cine). Cuando nos compramos la videocasetera allá a comienzos de los 90 mi vieja alquilaba todos los fines de semana tres películas en Liberarte, un hermoso videoclub que estaba enfrente del Teatro San Martin.

El plano de Godard, una decisión política

Todavía hoy recuerdo estremecido lo que significo ver “Sin Aliento”, ese hermoso policial en blanco y negro en el que un inmortal Jean Paul Belmondo junto a una inmortal Jean Seberg deambulaban por una Paris atemporal y poética escapando del mundo en una trama que retomaba el mejor cine policial clásico hecho hasta ese entonces pero que se transformaba en otra cosa en los ojos de ese pensador revolucionario que fue Godard. Esa pulsión transformadora a la hora de filmar desde los créditos hasta la utilización de la voz en off modifico no solo al cine francés sino al cine en su totalidad. Esa pulsión vital que también se observa en sus hermosos libros desconocidos como el memorable Historia(s) del cine en donde abriéndolo al azar leo que por ejemplo en un fragmento afirma que el cine para él era la única manera de narrar, de darse cuenta que él tenía una historia como persona. Eso era el cine para Godard y esa pulsión es la que encontré en el   en esos primeros años cinéfilos míos. El Godard de “Vivir su vida” y de “Pierrot Le Fou”, el de “El desprecio” y “Week End”.

El que englobaba al mismo tiempo al cineasta, pensador y critico al mismo tiempo. Ese Godard que filmaba historias perfectas y te dejaba aturdido por esas mil ideas que cada plano disparaba. De él entiendo la idea de que cada plano es una decisión política porque ese plano filmado podría ser siempre otro. De él también me queda esa idea de que cualquier film es un documento de la época y de que la ficción más inverosímil es una herramienta para entender la época desde lo material y desde los simbólico. Luego de Week End lo perdí de vista. No vi ninguna película posterior a 1968 y hace quince años que no volví a encontrarme ni a reveer ningún film de Godard pero su impacto en mi es tan grande como el descubrimiento del amor o el nacimiento de la tristeza.

«Jean-Luc Godard entendió que el cine, a pesar de todo, a pesar de sí mismo al menos, es, por sobre cualquier cosa, un lenguaje (quizás, el último en las grandes artes; quizás el más relevante entre todas ellas): es una lengua audiovisual que nos habla»

REVISTA HACERSE LA CRÍTICA.

Roger, el revés de la belleza del tenis

De Federer en cambio aprendí solo. Mi viejo se había muerto hacia poco y yo solo tenía energía para mirar películas y ver deporte y en esa ética del espectador entendí que mirar también era un acto político porque es importante mirar, leer y escuchar. Más importante es entender que la historia no la escriben solo los creadores porque los creadores necesitan de los espectadores. Así me enamore de ese revés a una mano. De ese modo de golpear la pelota que hacía que el tenis fuera en sus manos una manifestación de la poesía.

No soy bueno con las estadísticas y no recuerdo especialmente ningún partido ni ninguna final pero lo veo deslizándose por la cancha con la gracia de los elegidos y agarrándose la cabeza emocionada después de ganar algún partido importante. Lo veo a el un día de semana cualquiera jugando y me veo a mí mismo. Suspendiendo el mundo y su inevitable devenir para sentarme a ver a Federer durante una, dos o tres horas. En esas épocas en donde no sabía muy bien adonde iría mi vida me aferraba a la belleza de su tenis con la desesperación con la que el náufrago se aferra al bote que lo mantiene con vida.

Mi psicóloga Laura me dijo un día que esa pasión que tenía por cosas a simple vistas intrascendentes como ver un partido de tenis era lo que a mí me conectaba con la vida. O sea que Federer para mí era vida.

El mundo sin Godard, ni Federer

Ahora que Godard se murió y Federer se retiró el presente muta en pasado e inicia la inevitable maquinaria del duelo. Desde hoy vivimos en un mundo sin la posibilidad de un film de Godard o de un partido de Federer. Lógicamente es un mundo un poco más gris y triste. Teniendo en cuenta que ese mundo también está poblado de locos asesinos, pedófilos y empresarios inescrupulosos entre otras cosas es inevitable no sentir cierta desesperanzada melancolía pero una vez que ese sentimiento de tristeza se evapora me queda la sensación cálida de que mi vida fue mejor gracias a la obra de ellos dos. Sentado frente a la tele mirando la vida pasar descubrí que los días están llenos de momentos hermosos que se evaporan como arena entre las manos pero que esa fragilidad del tiempo que está en las películas de Godard y en la dulzura poética y atemporal de Federer son las cosas que hacen que la vida merezca ser vivida.

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FOTOS: Diario El País, España

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JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)