En el año 1983 salió editado un libro que giró por círculos intelectuales europeos y norteamericanos con una mirada sobre la sociedad que se estaba moldeando, y que vislumbraba el consumismo, la sociedad del espectáculo, los 90´ como referencia de la caída de los grandes relatos y la perdida de identidades políticas. El texto se llamó La Era del Vacío escrito por Gilles Lipovetzky. Esta editorial cuenta de un somero recorrido del texto para comprender algunas cuestiones actuales.
El filósofo y sociólogo francés aún vive, (79 años), retrató las características del mundo posmoderno en las sociedades desarrolladas. Como caracterizaciones fundamentales propuso, el hedonismo instántáneo, y el hiperindividualismo, signos de un giro de época. Actualmente se acabó la posmodernidad, y comenzó otra era, algunos la denominan este período. como la era de la revolución tecnológica. Por otra parte el pensador de la filosofía del sur, de nuestro continente americano Enrique Dussel, habló de la Transmodernidad.
El fin del ideal colectivo
La Era del Vacío, el texto tomó significado en la Argentina en la década del 90´, aquella sintonizada en el 1 a 1, el primer mundo, la llegada de cadenas fast food, junto a la primera tecnología, las privatizaciones de las empresas del estado, y los viajes a Miami para comprar chucherías, «Ahora vas comprando perlas truchas sin chistar», cantaban Los Redondos, en Queso Ruso, un tema musical de principios de los años menemistas.
La pregunta que nos hacemos en esta editorial de Entre Nos Social Info, ¿estaremos viviendo una nueva era del vacío en este siglo XXI?. El libre despliegue de la personalidad, la legitimidad del placer como fin último, esto redunda en lo que Lipovetzky llamó la pulverización del ideal colectivo, y el auge del ideal moderno de individualidad.
Aquellas ideas tienen vigencia hoy, con las redes sociales para desplegar el culto a la personalidad, mostrarse, exponerse, incluso darse valor, como individuo y también como empresa participando en Instagram; los cientos de likes y de seguidores otorgan una valoración y posicionamiento social. ¿Hay algo más hedonista e instantáneo que Tik tok, para bailar y mostrar mi bello cuerpo, ser gracioso/a, incluso disparar indirectas contra mis ex, o intenciones a mis futuras parejas?. Lipovetzky expresa que la Era del Vacío elige el individualismo como valor cardinal, y esto representa la muerte de lo colectivo.
¡Viva la libertad carajo!
Para el autor, los estilos de vida, la revolución del consumo caracterizan los primeros años 90, y en la actualidad podemos añadirle la revolución comunicacional en los primeros años 2000, junto al alcance, y despliegue en las redes, constructores de profundas transformaciones en la modificación de la subjetividad. Si el máximo sentido de vida es el deseo a ser uno mismo, a realizarse individualmente, SOY LIBRE, lo colectivo está muerto, y la sociedad me es indiferente. Así, placer y consumo, mi derecho al goce está por encima del cuerpo social.
Si la sociedad limita mi desborde individual es autoritaria, va contra mis derechos. ¿Qué es la sociedad, quién es el Estado para impedir que yo compre todos los dólares que quiera, que venda órganos, que le aumente como propietario 300% la vivienda a mi inquilino?.
Como vemos la nueva era comsumista, individualista e hipertecnológica crea sentido, nuevas formas de pensar, sentir y actuar modelan a un sujeto diferente al que comenzaba a vivir, en los 90 en la Aldea Global. Finalmente ¿Qué ocurre con ese sujeto modelado a su imagen y semejanza en el campo de la vida política?. ¿Será efectivo a un ciudadano medio hablarle de las luchas populares, y el devenir histórico? o tal vez gritándole eufórico a un sujeto hiperindividualista, ¡Viva la libertad carajo!, alcanzará para tocar su fibra más sensible.
Muerte de lo político y banalización de la política
En el pensamiento y debate político se elimina el rigor y la ideología, dice Lipovetzky, y no solo por el síntoma de la caída de los grandes relatos con el que nace la posmodernidad a principios de la década del 80´, sino por la espectacularización de la política. De esta manera los partidos políticos interesan a la sociedad en la era de lo espectacular, y allí expresa el autor, juegan un rol fundamental los medios, agregamos nosotros era las redes. Ante una sociedad despolitizada por el declive de las grandes tradiciones políticas, apática e indiferente, la política solo se vuelve atractiva haciéndose espectáculo.
La participación de un candidato a presidente sólo será rentable en términos de impacto e interés social si se torna espectáculo, si se banaliza, y con él interpela a la sociedad indiferente, banalizándola. Finalmente y en tono de síntesis, si no hay ideales, ni tradiciones políticas por defender que valgan la pena, por que lo significativo es «uno mismo», mi ser, mi imágen, mis gustos, mis preferencias sobre las demás; hay una segunda muerte, la del Homo Políticus.
La sociedad narcisista no tiene referencia, ni pasado histórico, por ello el único sentido radica en el presente, el aquí y ahora, la instantaneidad y el surgimiento del Homo Psicologicus. Un hombre que sólo se escucha a si mismo, un individuo puro, sin anclaje en la memoria y el pasado, y que su horizonte comienza y culmina en él.
El Vacío: reflexión final
Alejándonos de favoritismo y quien nos gusta más o menos, o de simpatías políticas, ¿Le interesa al argentino que aún puede comer todos los días, consumir, y es parte de la tradicional clase media, la tradición doctrinaria peronista?, ¿es apático este sujeto a los derechos conquistados y la justicia social?. ¿Resulta Javier Milei hijo de la era del vacío, y el peronismo ya un dispositivo demodé para la indiferencia social, y sin posibilidad de espectacularizar lo político,- cuestión que consume un sujeto individual en esta nueva era?.
¿Alberto Fernández – sin plan, ni políticas de estado- con su devoción por Dylan, y Milei con «sus hijos de cuatro patas», con definiciones políticas sin sustancia e hiperideologizadas, son los representantes de la nueva era del vacío y la superficialidad política que se vive en la actualidad?.
No tenemos respuestas definitivas, sí la realidad que ofrece un presidente sin carrera política, y ni siquiera con un pasado en el sector privado, que banaliza los derechos sociales conquistados, y que hace un par de años no era más que un panelista que vociferaba e insultaba a la clase política. Lejos de la crítica nos preguntamos y observamos el fenómeno, y porqué la sociedad lo eligió. Intentamos entender que pasa.
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