EN: Para comenzar sos Licenciada en Comunicación y trabajás en la Dirección de Redacción de Nación, para los que hacemos Entre Nos, los medios terminan respondiendo a intereses políticos o económicos. ¿En Argentina siempre fue así o apareció claramente en los últimos 15 años?
LM: Siempre los medios representan intereses políticos. Aquí o en cualquier parte del mundo. Por algo se los llama “cuarto poder”. Lo que creo que pasó en estos últimos años es que el poco decoro que le quedaba a los grandes medios a la hora de presentarse como “pretendiendo cierta objetividad” ha terminado de caer por tierra. Por supuesto que hay algunas excepciones, muy pocas, muy honrosas, el caso de algunos periodistas independientes que aún creen en el oficio e intentan replantearse su rol en la actualidad, pero la gran mayoría aparece como sólo respondiendo a la pauta de turno. Y no quiero decir con esto que el periodista sea el responsable del punto al que han llegado las cosas. Una ley que se discutió tanto tiempo y aprobó con tanto consenso como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522, no debió haber sido derogada porque al gran mega medio argentino le vinieran mal un par de artículos (hecho que sucede por decisión expresa del gobierno de Mauricio Macri). Hoy no tenemos ninguna regulación vigente con sentido plural, y criterios de acceso y participación. Si hay algo que responda más acabadamente a intereses políticos y económicos que este hecho, que alguien me lo recuerde, quizá el modo turbio en que se adquirió Papel Prensa, bueno. Eso también rankea alto.
EN: Además de comunicadora, sos editora en Qeja ediciones. ¿En algún momento pensaste “esto es una locura”, o lo tomás como una aventura, y los asumís más relajada?
LM: Todo el tiempo pienso que es una locura, pero jamás claudico. La editorial puede esperar, no sufre el efecto de inmediatez al que sí está sometida la comunicación. Cuando las papas queman, la editorial flota, aguarda su momento. Hacer libros es para mí una forma de mantener la cabeza ágil, conectada con el humor social y la calle, con los temas de agenda y la energía de los que crean. Es un modo de pensar con distancia y de acompañar proyectos artísticos, deseos de otrxs y la satisfacción de lograr una publicación. Es recibir lecturas críticas y estar en contacto con la palabra y los discursos, que en definitiva son la materia prima de cualquier mensaje comunicacional. Casi que sin la energía vital que me da Qeja no podría hacer ninguna de las demás cosas. Estoy convencida de que tanto la editorial como todo lo que hice antes, en mis talleres y con mis libros, son artífices de la posición laboral en la que hoy me encuentro. De todo ese trabajo me siento orgullosa en el mejor de los sentidos.
EN: En una entrevista expresaste que federalizar Qeja, es uno de los objetivos que se plantean. ¿De qué se trata eso?
LM: Nos interesa que la palabra circule y algo que respondí respecto de los medios en la primera pregunta (salvando las distancias): del acceso y la participación. Publicar libros de autores de todo el país y de todas las clases sociales es intentar que la lógica centro-periferia por fin se quiebre. Bancar el laburo de autores cuyas voces queda limitada al círculo provincial o regional, cuyos libros no llegas a la crítica, o no son objeto de reseñas en los medios culturales de las grandes urbes. Cuesta buscar esa representatividad siempre subiendo la vara de lo literario y sin perderse en el intento, pero es lo que pretendemos.
EN: ¿Cuál fue la imagen que te llevó a imaginar un hombre inseminado, y finalmente embarazado, como se inició esa particularidad de tu novela Estrógenos*?
En esa novela vengué ciertas injusticias que como creativa publicitaria me tocó atravesar durante la década en la que trabajé en cuatro agencias transnacionales. En Martín, el protagonista, busqué hacer vivir a los lectores la seguidilla de angustias a las que nos somete el sistema laboral a partir del día que nos embarazamos sin ceder a convertirnos en la mujer sumisa que renuncia a sus saberes y su fuerza laboral para volver a casa a maternar hijes como única actividad. A Martín le pasan un montón de cosas que me pasaron, incluso parir. Espejar la problemática fue útil y muchos ex colegas leyeron mi libro y me escribieron diversos comentarios.
EN: En el 2017 se publicó Feminismos, con Prólogo de María Pía López. En el título está la S en negrita. ¿Es heterogéneo el movimiento femenino actual?
Sí, es un movimientos que incluye más movimientos en su interior, que nunca cesa de moverse, reconfigurarse e incluir perspectivas. Más que el peronismo, te diría. Porque es un movimiento transversal, transnacional y transcultural. Creería que es lo más vivo y hermoso que le pudo pasar al siglo que se fue y a este que cursamos.
*ESTRÓGENOS. Editorial Galerna, 2016. Entre la distopía, la ciencia ficción y la trama de género. En esta novela de LETICIA MARTIN, los polos se descongelaron, y los continentes lucen como islas. Las mujeres dejaron de procrear. Extincionistas y continuistas debaten si los hombres deberían engendrar o desaparecer de la faz de la tierra. Martín (personaje principal) es inseminado por su mujer en un momento de violencia y debilidad.
Fin de la Primera Parte
Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, literatura y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.