UN PUÑADO DE POESÍAS CONTRA LA CRUELDAD

Creo en las vueltas del destino y en que hay decisiones que tomamos sin saber porqué. Hay manos invisibles que nos guían y nos llevan en anda.
El martes pasado salí muy temprano de mi casa hacia el trabajo sin la certeza de que podría asistir a la marcha de estudiantes universitarios. Algunas cuestiones en la operatoria familiar podrían llegar a impedir mi presencia en el acto. Pero finalmente todo se acomodó y pude ir.

Mi esposa me mandó una foto con un libro preguntándome si quería llevármelo a la marcha o prefería otro. Agarró el primero que encontró en la biblioteca. Era «En el hueco que queda» de Giselle Aronson. Cuando lo reconocí le dije que si, que me envíe ése. Porque la Aronson es mi maestra jedi en la escritura y en la vida también.

Minutos después de eso, y mientras compartía esto que iba a hacer al grupo de whatsapp del taller literario, tuve una epifanía. Yo supe de la Unahur (Universidad Nacional de Hurlingham), y de la carrera del Profesorado de Letras gracias a Mercedes, una compañera, que lo contó una mañana de mayo de 2022 en el taller. Y además podría decir que al taller llegué prácticamente gracias al libro de poemas de Aronson. Es decir, que yo a la marcha en defensa de la universidad pública fui con el libro que, mediante una cadena de sucesos aleatorios y maravillosos, me llevó a la Universidad.

Esta cadena de conexiones me parece justa y fascinante a la vez. Hay algo de justicia poética en esta acción. Un puñado de lindas poesías enfrentando y tratando de detener el avance de la crueldad y la desidia.
«En el hueco que queda», debo decir que hoy para mí, sin proponérselo, adquirió un renovado significado que es tan insólito como poderoso.

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