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NO SUPE QUE TENÍA MIEDO A VOLAR HASTA QUE PENSÉ LA SOCIEDAD DE LA NIEVE

16 febrero, 2024

Hacia Viernes Salvajes

No supe que tenía miedo a volar hasta que pensé en La sociedad de la nieve. El avión estaba posicionado sobre la pista y ya todos los pasajeros teníamos los cinturones de seguridad abrochados por indicación de una voz deforme, pero femenina, que salió por los parlantes. Mi hijo menor, de 9 años, empezó a hacer las mismas preguntas que había hecho un par de días atrás y que yo no había respondido por estar ocupado en otras cosas. Qué pasaba si el avión no levantaba vuelo, qué pasaba si el motor se rompía en el aire, a qué velocidad viajaríamos, a qué altura, qué pasaba si el avión caía en el agua. Yo trataba de responder a esas preguntas en susurro para no inquietar a ningún pasajero. Y le trasmitía una tranquilidad que ya no tenía. Cuando parecía que había logrado convencerlo me hizo la pregunta que me acompañó durante todo el viaje… ¿por qué se había caído el avión de la tragedia de los Andes?.

Es raro cuando una película te sorprende aun conociendo la historia a grandes trazos.

La sociedad de la nieve (Juan Bayona, 2023), basada en la tragedia de los Andes de 1972, en la que un equipo de rugby junto a familia, amigos y tripulación se estrellaron en la cordillera. Algunos sobrevivieron, y de sus testimonios Pablo Vierci, compañero de ellos de la escuela, reunió sus voces y escribió el libro más fiel sobre el hecho. La película de Juan Bayona está basada en ese libro. Elige un narrador del que bien podría decirse toma un cierto riesgo pero la jugada le sale bien. Cuenta los pormenores de aquella desventura, casi con formato de diario o bitácora. Sobre la pantalla se imprimen los nombres y edad de quienes van muriendo en cada fecha.

No hay héroes ni mártires, solo seres humanos empujados al extremo de la supervivencia. Toca el tema, inevitable, de la antropofagia con seriedad y sin golpes bajos. El asco se plasma desde las actuaciones. El dilema moral, humano, legal y cristiano está bien planteado desde el guion.

Bayona narra, hace un trabajo descomunal para que uno sienta en el cuerpo todas las desgracias por las que pasan los protagonistas, y eso es muy difícil de transmitir.

La película, afortunadamente, no emana mensajes de superación y demás contenido de autoayuda, es autoconsciente que está narrando una tragedia que merece ser recordada pero no juzgada.

Tengo muy pocos recuerdos de la película Viven (Frank Marshall y Kathleen Kennedy, 1993) en la que actuaba mi querido Ethan Hawke. Estoy segura de que La sociedad de la nieve, con actores totalmente ignotos para mí, será inolvidable. Tanto como los paisajes hermosos y al mismo tiempo amenazantes.

Tiene varias escenas impresionantes, pero hay una que está al principio, en la que un pequeño grupo de muchachos intenta subir en busca de ayuda y a los pocos metros uno de ellos toma la verdadera dimensión del desastre, le dice al resto de sus compañeros que «desde acá no se ve el avión», demostrando que era muy difícil que los detecten desde el aire.

Entonces ahí estamos mi familia y yo a punto de volar. El avión empieza a aumentar la velocidad sobre la pista y encara el despegue. Antes de que nos elevemos, mi hijo se aferra a mi brazo y me dice en voz muy baja pero segura quédate tranquilo, papá, que si se cae el avión, no te voy a comer.

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Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.