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JUSTICIA POÉTICA

9 mayo, 2023

Mi viejo se murió el 6 de enero de 2004. Los reyes magos ese año me trajeron un regalo espantoso. Toda la vida ame toda la mística que rodea a los reyes magos que con sus camellos les traen regalos a los niños de todo el mundo. En mi imaginario familiar esos tres reyes se contraponían al barbudo papa Noel que funcionaba en la mente de mis padres como un enviado de Coca Cola y el capitalismo.

I

A comienzos del año 2000 a mi viejo le habían diagnosticado hidrocefalia. Recuerdo todavía a mi papa explicándome que eso que esa era una enfermedad muy extraña que en general la gente padecía desde el inicio de su vida pero que en él se había mantenido latente hasta cumplir 74 años.

“Si tuviera que explicarle a alguien que siento podría decir que es como si caminara entre nubes” me explico mi papa un día tomando un café a la salida de alguna consulta médica. Los últimos años de la década del 90 y los primeros del siglo XXI eran de clara hegemonía xeneize y yo como una gallina enferme pasaba el mal trago como podía. Todo había empezado a comienzos de los 90 cuando boca le gano muchos partidos seguidos a River con eso que algunos llaman mística, otra suerte y algunos carácter. Los superclásicos de mi adolescencia eran tortuosos.

Ramòn Medina Bello, detràs Sergio Berti, un superclàsico en los 90`.

Infinidad de partidos con River peloteando a Boca todo el partido y en una contra letal Boca se alzaba victorioso. Obvio ellos siempre tuvieron grandes jugadores que yo envidiaba en silencio. En mis primeros años de futbol por radio admiraba al alfil Graciani y a Diego Latorre que al día de hoy sigue siendo para mi uno de los grandes definidores de la historia del fútbol argentino reciente. Todavía hoy intento copiar cuando juego con amigos esa gambeta larga para eludir al arquero y empujar la pelota al arco ya desguarnecido.

Supongo que algo del adn bostero de mi viejo hizo que en mis primeros años tuviera algún tipo de afecto contradictorio con el cuadro de la rivera a pesar de mi fanatismo desquiciado por la banda roja y blanca.

II

Cuando a fines de la década del 90 Carlos Bianchi asumió el cargo de dt de Boca comenzó la verdadera pesadilla para los hinchas de River. Entre el año 2000 y el 2003 Boca gano tres copas libertadores y dos copas intercontinentales (el actual mundial de clubes) ganándole de modo inobjetable al Real Madrid y al Milán. La yapa de todo es que además podían darse el lujo de ostentar tener en sus filas a Juan Román Riquelme, el mejor jugador argentino entre los reinados de Diego Maradona y Lionel Messi.

A mi viejo durante el ciclo exitoso de Boca el futbol ya casi no le interesaba así que en casa no sufrí ningún tipo de gastada por mi condición de riverplatense. MI viejo igualmente siempre fue un amante del juego y del aprendí a mirar un partido de futbol como si se tratara de una película. Él se sentaba con su café y marcaba inmediatamente la ubicación estratégica de ambos equipos y los jugadores que poseían alguna cualidad que en particular a él le llamaban la atención. Todavía hoy extraño mucho ese modo de vivir el futbol lejos de la histeria y los cantos racistas que promueven todas las hinchadas de nuestro futbol.

A mi viejo lo internaron definitivamente luego de años de una salud debilitada a comienzos de diciembre de 2003. El día que se fue en una ambulancia por última vez de mi casa fue la mañana de un día que culminaría con River jugando la final de la copa sudamericana con el Cienciano, un ignoto equipo peruano que por primera vez llegaba a la final de un torneo sudamericano. Ese año Boca había ganado la Libertadores y la copa intercontinental. River en cambio hacia 7 años que no se alzaba con un torneo continental desde la obtención de su segunda copa libertadores en el año 96.

Después de estar todo el día con mi vieja en la clínica siguiendo los pormenores de la salud de mi viejo volví a mi casa en el Docke y me senté a mirar el partido de ida que se jugaba en el monumental. De modo increíble terminamos empatando 3 a 3 con un equipo muy inferior en juego y en nombres al River del ingeniero Pellegrini. Deprimido por el resultado adverso que auguraba una nueva frustración y ocupado por la salud de mi viejo y por darle animo a mi vieja la revancha de esa final ni la vi por eso no me sorprendió cuando amanecí al día siguiente del partido definitorio que los peruanos terminaron ganando condenándonos asi a una nueva frustración.

Marcelo Gallardo, el entrennador que revirtiò la racha sobre Boca.

Mi viejo finalmente falleció unos días después. Tuve que reconocer su cuerpo y contemplar la tristeza desoladora de mi mama y mis hermanos. Mis amigos nos acompañaron de modo amoroso ese día de calor y humedad.

Luego empezó lo que los psicoanalistas llaman duelo. Muy claro desde la teoría pero en la practica un quilombo. Yo lo resolví con películas, partidos de tenis y futbol en la tele y pastillas para dormir que me seleccionaba mi vieja.

Ese año River y Boca llegaron a las semifinales de la copa Libertadores y se enfrentaron en dos partidos épicos. De algún modo para mis ambos partidos significaban una revancha personal. El sufrimiento por la muerte de mi viejo Dios debía compensarlo con una victoria futbolística que reparara los años de injusto padecimiento. El primer partido se jugó en La Boca y termino en un escándalo de proporciones mayores. Gallardo termino arañando a Abbondanzieri, el arquero xeneise. Finalmente la ida finalizo con la victoria de los locales por uno a cero.

III

El segundo partido se jugó una semana después en el monumental. Eugenio, un amigo mío de la facultad consiguió gracias a su viejo tres entradas así que el día de la revancha por primera vez estaba en el monumental para ver un superclásico. El partido fue extraordinario. River y Boca eran dos equipazos. River gano dos a uno con goles de Lucho Gonzales y Nasuti en el último minuto en tanto Tevez había marcado el empate para los de la ribera.

Como los 180 minutos habían terminado empatados en dos goles el pase a la final de la copa se definió por penales. Toda la tanda de penales estuve rezando en vos alta pidiéndole a dios algo de justicia poética. Yo tenía 25 años y ya era lo suficientemente grande para entender que el futbol era un divertimento y que los problemas de la vida tenían otra consistencia pero en ese momento implorando para ganar ese partido mis prioridades estaban alteradas. Obviamente sucedió lo que no debía suceder. Maxi López erro el quinto penal y finalmente quedamos eliminados nuevamente por Boca en una instancia definitoria.

Tuvieron que pasar diez años para que la racha empezara a cambiar. 2014 de la mano de Gallardo fue el año que para los hinchas de River torcio el destino. Cuando River elimino a Boca por primera vez en un torneo continental Julián tenía 6 meses. Ya no era solo un huérfano. Ser padre de algún modo clausuro el circulo de esa tristeza e inicio el ciclo de la felicidad en mi vida. Suena cursi pero eso es lo que siento y de los sentimientos no deberíamos avergonzarnos.

El día que perdimos con Boca por penales en el 2004 me fui llorando todo el trayecto de Belgrano a Dock Sud. Iba con amigos por lo cual intentaba ocultar mi desolación pero no tenía mucho sentido porque estábamos todos igual. Pasaron 19 años para que volviera a ver un superclásico en el monumental.

IV

Ayer fui solo porque mis hijos no tienen el abono así que contemplé en soledad una fiesta extraordinaria. El partido fue bueno.

River fue superior a Boca. Tuvo más la pelota y de los dos equipos fue el único que quiso ganar. Faltaba un minuto para que termine el partido cuando el árbitro cobro penal para River. Inmediatamente me acorde de mi viejo y de la semifinal del 2004. Como un poseído empecé a rezar compulsivamente. “Esta vez sí eh, esta vez sí eh.” No podes esta vez condenarme a la tristeza murmuraba en voz baja mientras observaba a mis compañeros de tribuna sufrir del mismo modo que yo.

Finalmente cuando Borja convirtió el gol llore desconsolado intentando abrazar imaginariamente a mis hijos que estaban viendo el partido con Pablo y el abuelo Bocha. Por arte de magia una escena que espere durante 19 años se hizo realidad.

Como decía el negro Fontanarrosa el futbol es lo que encuadra y le da dimensión temporal a mi existencia. Puedo explicar y narrar mi vida a partir de lo que le paso a River en cada año de mi vida.  Sé que es una tontería pero como dice mi amigo Nahuel es mi tontería y a eso no hay con que darle. Borja hizo el milagro de dejarme ver una escena que espere que se diera en mi cabeza durante dos décadas. Una escena perfecta e insignificante que destierra toda tristeza de modo rotundo. Para todas estas cosas sirve también el fútbol.

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IG: @juanpablosusel

JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)