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RAÚL GONZÁLEZ TUÑON: VERSOS Y FUSILES

31 marzo, 2024

Mi voz para decir el antipoema/ en la esquina de las fábricas/ a la salida de las costureras,/en las puertas falsas de los teatros,/en los fondos de los talleres,/ de los prostíbulos (…) ¡Yo arrojo este poema violento y quebrado contra el rostro de la burguesía!.

I. Sus Orígenes

El sobrino de Leandro N. Alem era un subversivoHipólito Yrigoyen, quien más adelante sería presidente de los argentinos, dos veces. Hipólito, lideraba la etapa revolucionaria del partido Radical; Córdoba, Provincia de Buenos Aires, y Mendoza eran las regiones sublevadas. En Cuyo asaltaron cuarteles y se llevaron 300.000 pesos de un banco, temblaba así el gobierno oligárquico de Manuel Quintana.(1904-1906). Los tiros de la revolución asolaban, era el año 1905, y un 29 de marzo llegaba al mundo Raúl González Tuñon. Nació en el viejo Once Sur, un barrio pobre en la calle Saavedra al 641, y no es un detalle porque lo marginal marcó su vida. así lo cuenta el protagonista:

Ví la luz en el barrio de Once, en el surero./ Cerca de allí también nació Julio de Caro, / y escribió De la Púa sus memorables versos./ Entonces aún la luna bajaba hasta los patios./ ¿Era todo mejor?. No lo sé. Era distinto.

Los versos de nuestro poeta porteño al bando republicano. Participó activamente en la guerra civil española. (1936-1939)

II. Poesía para perdedores.

Sus primeros libros de poemasEl Violín del Diablo1926, y Miércoles de Ceniza1928, resultan vanguardistas. Una poesía que visibiliza a las prostitutas, vagos, delincuentes, bohemios, y perdedores arrumbados en los puertos y los conventillos. En aquellos años 20´ la ciudad capital era para Jorge Luis Borges una visión nostálgica de Palermo, el arrabal y los antiguos orilleros de 1900. Oliverio Girondo le escribía a las Chicas de Flores en tono surrealista, en aquel Veinte poemas para ser leídos en el tranvía -1922-. Tuñon es el poeta realista que muestra lo sórdido de la ciudad, y le da voz a los  postergados, a los marginales. 

» Música de los Puertos. Mucha y una. Pirata que te robas los espíritus / y los llevas de un muelle a otro muelle. (…) Rompes un ademán o apagas un cuchillo, / o transformas una blasfemia en padre-nuestro. Ya vengas tormentosa y lúgubre/ o ya pierdas tu tono siniestro.» (Música de los Puertos, 1926).

III. Raúl, el procesado.

«A causa de este poema aparecido en 1933 en mi revista Contra, pasé algunos días preso en el subsuelo de Tribunales, procesado por inicitar a la rebelión». Cuenta nuestro protagonista, incluso su poema fue leído en la cámara de diputados por el conservador Zenón Videla Dorna. Finalmente lo condenaron a dos años de prisión. Eran tiempos de la democracia fraudulenta del Partido de la Concordancia, instrumento de los militares golpistas de los años 30´; dirigía el país el ingeniero Agustín Pedro Justo. En esta década Infame, el hijo del poeta nacional Leopoldo Lugones, era precursor de un triste invento en el sótano de la vieja penitenciaría de la calle Las Heras. Leopoldo «polo» Lugones, el Jefe de la Policía Federal, utiliza la picana, sometiendo a la tortura a los presos políticos.

La boleta ganadora del partido conservador instrumento del bando cívico-militar Agustín Justo, y el hijo de Roca, Julio Argentino Pascual Roca de vice.

El Diario La Prensa escribió, «Detuvieron al sujeto Raúl González Tuñon». Sí, lo detuvieron cuando regresó de España. sin embargo tras unos días cambiaron su libertad por la censura del poema.

IV. El fondín de los bohemios.

Nuestro poeta se hizo de un ideario que pertenecía a un comunista sin carnet. Odiaba la burocracia, por ende la afiliación. Creía que un hombre de letras debía estar al servicio de las revoluciones que forjaran un mundo de iguales. Presentar las voces de los postergados de la historia sea en Madrid, Asturias, Córdoba o Buenos Aires. Desconfiaba de una poesía y un hombre que viera la vida color de rosa. Abstraído de los dramas sociales y políticos de su tiempo. 

Así en el fondo de un bodegón que funcionaba en Cangallo y Talcahuano, el poeta invitaba gratis a comer a sus amigos. Eran canillitas, crotos, escritores errantes, músicos sin futuro, lustrabotas, y hasta desayunaba alguna señorita que hacía la calle. De un buraco en la pared salía una mano que alcanzaba un plato fuerte y un vaso de vino.

Nunca supimos como se llamaba la fonda, fue apodado por el gran Tuñón: El Puchero Misterioso, en estos versos lo recordamos.

Los amigos estaban allí; la noche, el humo -su pequeño país de ansias y sueños vagos-. Los poemas ya escritos y los que se agitaban detrás de la vigilia; los últimos cocheros: pelito verde, el Sábalo, canillitas ; bohemios sin melena; el buraco en la pared- un desvaído mapa- desde donde salía el plato fuerte y el vino del invierno. (Y después un tranvía cayó al riachuelo…En el saco de pana, el obrerito, llevaba un sandwich de carne fiambre y una figura calcomanía). y después entubaron el arroyo, voltearon edificios y al Gobierno. Desde entonces fue triste el carnaval y empezaron a caer las insignias de las vetustas tiendas, la milonga, la luna, Frank Brown, los buhoneros. Todo se ha ido ya, los verdes años, el almacén, la ochava, la fregona, el Ainenti, la guerrilla literaria, el caricaturista de café, la yiranta, las «Camas desde un Peso», la kermesse, el varieté, el vendedor de  globos, Yrigoyen, Alvear, los Presidentes que antes andaban por la calle. Todo aquello que cabe en el recuerdo.

La nostalgia es un cuarto donde habita el olvido.

Todo se ha ido, todo menos lo que vendrá.

Y la lluvia, los circos, la esperanza y el cartero.


Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, letras y política. Escritor, divulga la historia de nuestro país en Relatos del Sur Autor del libro “Escritores en Combate 1”