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WILLIAM FRIEDKIN Y MIS TRAUMAS DEL EXORCISTA

8 agosto, 2023

Hacia Viernes Salvajes

En un recreo en la primaria un compañero vino corriendo hacia mí y me preguntó en voz baja, como si fuéramos presos planeando una fuga, si iba a ver El Exorcista esa noche. La daban por canal 13. No le respondí, porque a la hora que siempre daban películas en días de semana, yo me tenía que ir a dormir.

Esa tarde, como quien no quiere la cosa, le conté a mi vieja que daban esa película. Como ella en ese momento de su vida era catequista, se sintió interesada por la temática y me prometió que la veriamos juntos. Fue raro, porque lo que ella creía era una película educativa, yo sabía que era de terror. En fin, esa noche empezó a verla conmigo y se fue a acostar enseguida. Sólo me indicó que no me acostara tan tarde.

Así fue que esa noche de lunes me vi El Exorcista absolutamente solo en la cocina y a oscuras. La sufrí bastante, debo decir. Nunca más volví a sentir miedo semejante en mi vida viendo una película, ni siquiera en el cine. No pude dormir, creo yo, en toda la noche. Y algunas noches posteriores tampoco.

Al otro día, por la mañana, estaba destrozado pero no me podía quejar porque mis viejos me iban a recriminar haberme permitido acostarme tarde y amenazarme con no poder hacerlo nunca jamás.

En el colegio fue tema de charla en el recreo y un poco en clase. Todos habíamos manifestado haber sufrido el miedo que emanaba desde la pantalla de TV. Un compañero estaba pálido y callado. Tomás, que siempre estaba activo, se lo veía muy afectado. Parecía descompuesto. Algunos sugerían que había sido por la película. Al otro día no volvió más a clase. Jamás supimos que pasó con él.

Mi tía Jaque, hermana de mi vieja, me contó alguna vez que cuando se estrenó en el cine, allá por los años 70, ella faltó una semana entera a clases para poder ver la película. También me dijo que había personas que se descomponían y que ponían ambulancias en las puertas de los cines por si acaso. Hay gente que cree que todo aquello fue una maniobra de marketing que logró que la película fuera un éxito comercial a nivel mundial.

Sobre la película y sus múltiples maldiciones se ha hablado mucho. Incendios, accidentes y muertes ayudan a alimentar la mitología de la, tal vez, película más aterradora de todos los tiempos. Hubo dos actores que murieron mientras el filme se encontraba en etapa de post producción, lo curioso es que los personajes que ellos interpretaban también morían en la cinta. Al menos siete personas del equipo de filmación murieron antes de que la película se estrenara, algunos en situaciones poco claras.

Para alimentar aún más la paranoia alrededor de la película, la postproducción se llevó a cabo en el número 666 de la Quinta Avenida de Nueva York.

Ellen Burstyn, actriz que interpretó a la madre de Regan, la niña poseida, se lesionó de verdad la columna cuando la actriz Linda Blair le dió una patada en una escena de posesión. Lesión que por cierto le quedó de por vida.

En el año 1999 tuve la suerte de asistir a una escuela de cine donde cursé el primer año de la carrera de Dirección. En una de las materias coordinada por el profesor José Luis Nacci, analizamos El Exorcista. Y ahí descubrí algo que me espantó. Increíblemente no recordaba gran parte de la película. O quizás nunca había llegado a terminarla de ver aquella noche solo en la cocina de mi casa en Munro, lo cual es también algo más que probable. Por una cosa u otra, es entendible.

El Exorcista me traumó, si. Pero no fui al único.

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Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.