Hacia Viernes Salvajes
Eliseo, el encargado del edificio, es siniestro. Detrás de esa cáscara de amabilidad y cortesía se esconde un psicópata. Manipula todo a su alrededor con tal de conseguir lo que quiere. Aunque con la única persona que muestra algo de humanidad y de cierta ternura es con Beba, su amiga y vecina.
«El encargado» refleja con la precisión de un reloj suizo y el pulso de un baterista de jazz, a esa clase media con aspiraciones a cagar mas alto de los que les da el culo. Una comunidad de personajes variopintos a los que se les ve los hilos de inmediato, sus miserias, sus formas de pensar y de ver/despreciar a la sociedad que los rodea. Y Eliseo, entre ellos, resiste el impulso de la naturaleza que indica que debe agachar la cabeza y mostrarse dócil frente a sus patrones, pero en la intimidad lleva revanchas en silencio y saca tajada de cada oportunidad que tiene. Su figura no aplica a la de un héroe, lo suyo es más la de un vengador solitario y ventajero.
Francella hace el mejor papel de su carrera. Si, asi lo creo. Escapa a ese prejuicio de que no es buen actor porque hace comedia, o al contrario, ahora que le ofrecen personajes mas serios resulta que es un gran actor. Como si la comedia y hacer reir fueran una pavada que puede hacer cualquiera. Acá interpreta las caretas del teatro, la tragedia y la comedia, y lo hace con maestría de método. Los gestos que practica frente a un espejo son una clase de actuación en sí misma. Pero el peso de su interpretación pasa por sus miradas, por todo lo que cuentan y no dice. Y la música, bien pensada y compuesta, colabora a la perfección con esos cambios bruscos en su semblante.
Mariano Kohn y Gastón Duprat ya me habían conquistado con El hombre de al lado (2009). Todo lo que hacen vale oro. Ya les conozco el tono, puedo reconocer en pocos planos su estilo intimista de la comedia negra.
En la primera temporada de la serie interpretada por Francella el termómetro de la trama se pone de manifiesto cuando Eliseo sale cada mañana a trabajar, en la segunda es la imprecisión de éste en el mini golf. Estas escenas van mostrando como el personaje va perdiendo el eje ante el conflicto que lo perturba.
No miro series hace rato, pero «El encargado» es una comedia inigualable, y perdón si puede llegar a sonar exagerado pero es una verdadera obra maestra.
El final de la segunda temporada (que no voy a spoilear), si bien no es original, sorprende y cierra el telón de la única manera posible. El final, como le escuché decir alguna vez a Seba de Caro, debe ser insospechado pero inevitable, y lo es, absolutamente.
Charly Longarini
Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.