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¿DÓNDE ESTÁ EL ETERNAUTA?

28 abril, 2023

Hacia Viernes Salvajes

Cuenta el mito que Francisco Solano Lopez, una tarde pasa a visitar a Héctor Germán Oesterheld. Tras golpear la puerta, atiende su mujer, Elsa de Oesterheld y lo hace pasar. Luego le dice: «Está trabajando en su estudio. Pase». Y Solano Lopez se introduce en el hogar de su socio. Ni bien saca el ultimo talón de la sala, Elsa le grita: «Solano Lopez, digale a Germán que cuando termine de salvar el Universo, saque la basura por favor».

Un sábado, justo una semana antes de que empiece la cuarentena por covid, asistí al primer encuentro presencial (y único de ese año) del taller literario que coordina Giselle Aronson. A la salida, a apenas unas cuadras de ahí, me fui a visitar a mi sobrino que estaba internado por un cuadro respiratorio. Esa mañana en casa, antes de salir, busqué en mi biblioteca algo para prestarle para que leyera en su internación. Pensé: un pibe de 10 años que no sé si tiene el hábito de la lectura, que le gustan los videojuegos y los cómics de Batman y Avengers, que podría recomendarle. Me tenté con Watchmen pero eso será más adelante, cuando crezca un poco, cuando pueda disfrutarlo mejor. De repente vi mi edición vieja de El Eternauta. Lo agarré, lo puse dentro de una bolsa y de ahí a mi mochila.

Mientras viajaba hacia el sanatorio, trataba de recordar cuando leí la historieta de Oesterheld y Solano López. Lo único que recordé es que la compré en un kiosco de diarios en Cabildo y Juramento una madrugada de domingo antes de volver a casa luego de salir de gira.

Estuvo en el estante en dónde solian reposar el resto de los libros hasta que durante un post operatorio le pedí a mi vieja que me lo alcanzara a la cama. Eso y los cuentos completos de Mario Benedetti.

No fue muy difícil dejarme caer dentro de la historia de El Eternauta. Me parece qje esa obra me llegó en el momento justo, ya que a esa edad tenia una mayor concentración y me podia perder mucho mas facil en su trama. Esa casa en Olivos, ese grupo de amigos que descubren la nevada mortal y de ahí en más empieza la aventura de una invasión extraterrestre a escala mundial, hizo que me estallara la cabeza.

La célebre historieta, ya sabemos, fue publicada entre 1957 y 1959 en la revista Hora Cero, en entregas al viejo estilo folletín, es decir cada 3 páginas, por la editorial Frontera, editorial que le pertenecía a la familia Osterheld.

El Eternauta causó una conmoción casi comparable a La Guerra de los Mundos, aquella transmisión mítica a cargo de Orson Wells leyendo por radio la homónima novela de H.G.Wells. La historieta no causó desesperación ni muertes, pero mucha gente salió a buscar los vestigios del combate entre la resistencia humana y los extraterrestres en edificios como el estadio Monumental, Congreso de la Nación y Plaza de Mayo. Porque no entraba que una historia de una mega invasión alienigena tuviera como escenario la ciudad de Buenos Aires y la zona norte de la Provincia. Creo yo, que en ese detalle, radica el impacto que tuvo la obra de Oesterheld/Solano López en nuestra sociedad. Porque por primera vez en la Historia, todas esas escenas de combates contra fuerzas desconocidas ya no tenían a New York o Londres como locación, todo eso pasaba en nuestra propia geografía.

Oesterheld no tenía toda la historia en la cabeza. Se sabe que iba escribiendo la trama conforme salían en forma semanal sus entregas en Hora Cero. Seguramente había pensado en posibles direcciones de hacia donde iba todo, uno o dos finales, adelantaba algunos capítulos con fines organizativos y plazos editoriales.

Oesterheld era muy fan de las obras distopicas de ciencia ficción como Farenheit 451 de Ray Bradbury (1953), Un Mundo Feliz de Aldous Huxley (1932), La Guerra de los Mundos de H.G. Wells (1888) y 1984 de George Orwell (1949). Lo que intentó con El Eternauta es hacer un homenaje a esas obras, sin sospechar jamás que se metió en ese mismo panteón sin que nunca se lo haya propuesto.

La ingeniería de El Eternauta es prodigiosa. La acción arranca en un escritorio y se le aparece un ser de otros mundos a un guionista. El relato de todo lo que vamos a leer después es lo que este ser viajero de la eternidad le cuenta al guionista de nombre Germán. Y se lo cuenta para que evite que suceda los hechos que le narra. Dos páginas después ya empieza a caer la nevada mortal y el grupo de amigos que jugaba al truco en una casa de Vicente Lopez, ya se involucran con lo que sucede ahí afuera. Juan Salvo es el protagonista de esta historia, es un hombre común y corriente, un hombre de a pie, un don nadie pero que entiende que lo que pasa fuera de su casa es una amenaza real y peligrosa.

La historia de El Eternauta, es una reversión de Robinson Crusoe de Daniel Defoe, pero en este caso rescata el espíritu del lider grupal. El mensaje es: & nadie se salva solo. Pero es Juan Salvo quien empieza a interpretar la organización de los invasores. Sospecha que la nevada mortal, es la primera arma que despliega la amenaza fantasma hasta ese momento. Después va ir interpretando a los Gurbos (unos bichos enormes como los Mamuts), los Manos (unos humanoides con manos de muchos dedos), los Hombres Robots (humanos a los que se le ponen un dispositivo y operan como autómatas para el enemigo, es decir, son los traidores) y por encima de todos ellos están los Ellos (a los que nunca se los ve, son el poder oculto y los cerebros de la invasión). El final, que no se sabe si lo tenía en mente a la hora de empezar a contar, es magistral. No lo cuento, no porque no quiera spoilear (igual estamos hablando de una obra que tiene más de 60 años) pero es absolutamente redondo y magistral, dialoga con el principio de una manera acabada.

Recordemos que esta historieta fue escrita y publicada entre el final del gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu y el inicio del gobierno democrático de Arturo Frondizi. En ese momento fue difícil encontrarle una connotación política a la obra. Sin embargo, en la década del 70, y más precisamente durante el gobierno de Héctor Cámpora, ya con Oesterheld imvolucrado en la militancia de la organización Montoneros, se empieza a leer entre líneas esta aventura de héroes colectivos por una causa, un enemigo muy malo al que no se le conoce la cara ni las verdaderas intenciones. De ahí en más, la imagen de Juan Salvo, mérito artístico de Solano López, se iba a transformar en el emblema de resistencia hasta llegar al año 2010, cuando los militantes de La Campora, le pondrían el rostro de Nestor Kirchner la figura de Juan Salvo dando así por inaugurada la eternizacion de Néstor, unos meses antes de pasar a la inmortalidad.

Cuando mi hermano me devolvió El Eternauta que yo le había prestado a mi sobrino le pregunté si le había gustado. «Creo que ni lo leyó», me respondió. Y creo que la respuesta era obvia. Porque la obra tiene mucho texto para ser historieta. Esto no es un error de Oesterheld, la mayoría de las historietas de la época estaban cargadas de mucho texto. Entonces me di cuenta, que para un pibe que lee a los superhéroes de hoy, era una lectura muy densa. Ya llegará el momento.

Por tanto, si hay alguien que aún no se acercó El Eternauta, no hace falta que yo diga lo importante que es para nuestra cultura. Tan es así, que Clarín en la colección Biblioteca Argentina serie clásicos, incluyó esta obra entre otras de nuestra Literatura más referencial. Es una historieta, está claro, pero tiene la importancia de una novela.

Oesterheld, a la fecha, se encuentra desaparecido por la última dictadura militar. Lo mismo que tres de sus cuatro hijas. Hector Germán pagó con el cuerpo no sólo lo que decía con la pluma, si no también lo que hacía con la espada. En diciembre de 1977 fue secuestrado y desde ese momento se desconoce su paradero, aunque según testimonios de sobrevivientes de los centros clandestinos de detención que lo han visto, aseguran que lo han matado. De ferviente antiperonista a jefe de prensa de Montoneros, así fue su vida. Un héroe sólo, que se sumó a una lucha colectiva, contra los destinos de la Humanidad. Oesterheld ha escrito y vivido los abismos del Hombre, y eso le costó muy caro.

Y mientras evocamos la figura de este personaje icónico de nuestro arte, nos seguimos haciendo la misma pregunta desde hace 45 años: «¿Dónde está Oesterheld?»


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.