Saltar al contenido

COMO UN HURACÁN

20 septiembre, 2023

Cuando el Huracán de Menotti se coronó campeón del metropolitano de 1973 a mí me faltaban cinco años para nacer. Soy de Septiembre de 1978, el año en el que salimos campeones del mundo por primera vez. El técnico de la selección también era el flaco Menotti y tanto el globo del 73 como la selección campeona del mundo se sostenían sobre los mismos conceptos. Tenencia de pelota y un futbol ofensivo y audaz que priorizaba el arco rival por sobre el trabajo defensivo.

Yo fui el quinto hijo de mi viejo y mi mama la cuarta esposa de mi papa. Del matrimonio anterior mi viejo había tenido tres hijos llamados Fabián, Elizabeth y Ezequiel. Este último se había hecho fanático del globo imagino yo por ser vecino del parque de los patricios. Cuando a mí todavía no me gustaba el futbol ya tenía el recuerdo de Ezequiel vestido con su camiseta blanca intentando convencerme que me hiciera de Huracán.

En vano yo le decía una y otra vez que era de River y que no iba a cambiar mi parecer. En cada una de esas charlas Ezequiel me contaba anécdotas del Huracán del 73. El mejor equipo de la historia del futbol argentino fue el Huracán de Houseman, Brindisi y Babington decía mientras degustaba un salamín.

Si te gusta el buen futbol tenes que ser del globito me decía el Eque cada vez que venía a visitarnos a la casa de mis viejos. Mi viejo siempre terminaba confirmando que lo que decía mi hermano era efectivamente así. Mi viejo me decía que las cosas que le vio hacer a ese equipo no se las había visto hacer a ningún otro.

Mi papa era bostero pero por sobre todas las cosas amaba el futbol por encima de las camisetas. Nacido en Polonia pero criado en Barracas en la década del veinte del siglo XX mi papa cuando era chico iba a la cancha de Independiente y Boca y ahí vio jugar a sus dos máximos ídolos. El centrodelantero paraguayo Arsenio Erico y el volante central de Boca Ernesto Lazzati. De Erico papa decía que nunca vio a ningún delantero saltar y quedar suspendido en el aire como lo hacía el delantero paraguayo. De Lazatti en cambio destacaba su inteligencia para anticiparse a las jugadas y su belleza para jugar la pelota siempre al pie del compañero mejor ubicado.

Mi papa podía disfrutar del futbol más allá de la camiseta. Así fue que en la década del 60 cuando Ezequiel desoyó su mandato de bosteridad mi viejo lo acepto sin hacerse demasiado problema y comenzó a acompañarlo a la cancha a ver al globo de Parque de los Patricios. Huracán se corono campeón el año que Perón volvió al país después de 18 años de proscripción. 1973 también fue el año en el que Spinetta publico Artaud, uno de los grandes discos de la historia de la música argentina.

Esos dos acontecimientos laterales al futbol para mí siempre le agregaron un aura de belleza romántica al logro del equipo de Menotti. Como si hubiera una asociación inevitable entre los tacos y gambetas del loco Houseman y las paredes de Brindisi y Babington con el retorno del general y la música fabulosa del flaco Spinetta. En 1986 el globo se fue al descenso y recién ascendería en 1990. Ezequiel ni lento ni perezoso un día vino a mi casa y me dijo. De primera sos de River pero en la B tenes que ser de Huracán. Me convenció fácil.

Al toque empecé a ir al palacio Ducó a alentar al Huracán del turco Mohamed y Puentedura. Según los relatos de mi viejo post partido mientras comíamos una pizza me quedaba claro que ese equipo de hacha y tiza que peleaba el ascenso no tenía nada que ver con el futbol excelso del que me habían hablado mi viejo y mi hermano innumerables veces. Finalmente en 1990 Huracán termino ascendiendo en un torneo que peleo palmo a palmo con Quilmes. 

Mi viejo se murió en el 2004 y mi hermano en el 2008. De ambos herede el amor por el club de barrio más hermoso del mundo. Todavía hoy recuerdo los penales con Rosario Central en la final de la copa Argentina del 2014 teniendo a upa a Julián. Mis lágrimas de felicidad y mi alegría infantil. A menudo cuando estoy abstraído escucho las voces de mi viejo y mi hermano hablando de Huracán y un eco de un pasado amoroso y mejor viene prometiéndome un futuro más bello que el presente que tenemos.

Años después entendí que las promesas de felicidad de la que ellos me hablaban cuando me contaban sus historias de futbol funcionan para mí como la tierra de la utopía. Un lugar que nos sirve para modelar la vida que queremos tal como nos narraron el paraíso perdido las personas que amamos.

ENTRE NOS SOCIAL INFO- #Infocolectiva

IG: @juanpablosusel

JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)