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JUAN FORN: A DOS AÑOS DE SU MUERTE

20 junio, 2023

Hacia Viernes Salvajes

Una noche en San Bernardo

A los 61 años, en el día de la bandera, ayer cuando moría el Domingo, se fue de este mundo el fundador del Suplemento Radar, y columnista de Página/12; falleció Juan Forn.

Actualmente dirigía la colección Rara Avis de editorial Tusquets, hablando de Avis, su literatura comenzó a tomar vuelo a fines de los 90. Irrumpió con su novela «Corazones cautivos más arriba» (1987), aunque su consagración llegó cuatro años más tarde con la antología de relatos «Nadar de noche».

El que escribe fue en una noche de verano del 2003, de aquella Argentina explotada. Fue en una casa de la costa argentina, a la que había ido con unos amigos. En el revistero de aquel living, me topé con una revista, y de golpe me sumergí a nadar con Juan Forn. Un hombre está hecho de simetrías, diría Borges, ese relato es el encuentro con el padre ausente, ya muerto, que le pregunta como anda todo. Así Forn, se fue también se fue de un paro cardíaco, en el día del padre.

Por las redes lo saludaron desde Miguel Rep, Claudia Piñeiro, Marcelo Figuieras y Sergio Olguín entre otros; como siempre dejamos espacio para el relato de Charlie Longarini.

«A comienzos de los 90 en la Argentina había una literatura joven aburrida y pretenciosa. Hasta que llegó Juan Forn con sus ficciones, pero sobre todo con su laburo (desmesurado, polémico) de editor de Biblioteca del Sur. Gracias, Juan, por lo que nos diste».

SERGIO OLGUÍN @olguínserg

Los Viernes de Charly

Entré en la librería decidido. No siquiera quise chusmear las estanterías. Pedí el libro en el mostrador, lo pagué y huí rápido a mi habitación para sumergirme en la lectura inmediata. Afuera llovía y adentro el que me hablaba era Juan Forn.

En aquellos tempranos noventa, mi voracidad lectora era insaciable. Los cuentos de Nadar de Noche se me caían entre los dedos. Los leí en una sentada. Los disfruté y los leí pero también los padecí. Supe que nunca, ni en un millón de años, podría yo escribir algo tan genial. En los años siguientes siempre hubo que leer a Juan Forn. Hubo, si. Cómo una obligación no tanto moral pero si existencial. Luego llegó a mis manos -y a mis ojos- Frivolidad, la novela que practica la autopsia a una década de nuestra Historia. Y que es necesaria para entendernos hoy. Algunos años después compré, pero no leí, Maria Domecq. Una novela siempre postergada por otras lecturas menos urgentes y menos necesarias.

Tristeza enorme lo de Juan Forn. Un horror, una putada (más) de estos tiempos. Nos tenés hartos, muerte.

MARCELO FIGUERAS @marcelofiguerasok

Y ahí descansa en mi biblioteca esperando caerse a mis manos que ya no son las de los 90 pero que se bancan un Forn en tres o cuatro sentadas.Ahora, uno de mis tesoros más preciados en ese mueble lleno de historias en papel y tinta, son los cuatro volúmenes de Los Viernes. Libros que recopilan las contratapas de Página 12, refugio de Forn durante estos años últimos. Tomos que cada tanto los abro en cualquier lugar y me meto en alguna historia que me permita descubrir un mundo nuevo dentro de otro mundo. En mi funciona como un mantra, una biblia, un manual de autoayuda constante.

Con Juan Forn se me fueron parte de los noventa y parte de mi adolescencia. Buen viaje, Juan. Los Viernes ya no van a ser lo mismo.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.