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CRÓNICA ROSARINA: Pegadito al Paraná

7 febrero, 2023

Viajar es perderse, recorrer una ciudad, es descubrirla, caminar por sus calles es entrar a un laberinto de historias, y de reencuentro con un pasado que nunca termina de pasar. Toparse con algún personaje de la ciudad es un hecho que es condición sine qua non, para que este viaje tenga sentido. Mientras los jóvenes, y no tanto conversan acerca de donde van a ir a bailar, y se preparan para una nueva aventura, la noche rosarina presenta otro tipo de personajes, que vale la pena conocer.

I

Tenía la vista clavada en el Paraná, una querida amiga me había dejado un par de definiciones acerca de, la pareja, el sexo, y el amor como compartimentos estancos, más que interesantes, que serían parte de otra columna. Tenía la vista clavada al Paraná, decía, estaba anocheciendo y saboreaba una cerveza, cuando mi interrumpió una voz. ¡Te corrés flaco!, disparó. Es con este tono imperativo que comenzó una charla que vale la pena contar.

No había visto el soporte que estaba entre ambas piernas, después de una disculpas disparé, ¿Y se pesca acá?. El que narra está en Rosario, cerca del monumento a la bandera, a la vera del río Paraná, la preguntó a un pescador, que antes de contestar, balanceó el cuerpo y lanzó largo. Después colocó la caña en el soporte, y respondió, ¡sí!, de manera seca, mientras sacó un cigarrillo y lo encendió.

-¿Y que se pesca?.

-Bueno, amarillo, tapí, dorado, aunque una vez pesqué algo grande, ¿y que sería algo grande?. La otra vez saqué una boga así, me dijo, separando las manos unos 60 centímetros. -Ah bien, agregué, ¿Y te lo comiste?. Más vale, contesta el rosarino, yo ya no compro más pescado.

Pasa una señora que con una heladerita menor vende unas cervezas, el hombre que tiene que pasar un par de horas, me invita. Abro mi segunda cerveza y me entrego a la charla, mientras la señora se va contenta, después de la venta. Con la fresca, la charla se animó más.

Antes se pescaba tranquilo, hasta la 1 o 2 de la mañana, en los últimos tiempos aparecieron las pirañas, ¿Qué pirañas le pregunto?, unos pibes de gorrita que afanaban a todos y se iban.

II

¿De que cuadro sos?, me dijo mirándome fijo, de Quilmes, le dije. ¿Y de Rosario con quien te quedás?, Con Central, le dije. Ah, bien, vos sabés que esos gatos de Newells, me dicen «no nos fuimos a la B», pero nosotros nunca abandonamos, ellos se fueron perdiendo 4-0, eso en tu historia es una mancha, no irse a la B. Hoy te tenés que bancar que no hay visitantes, ¿sabés lo que era gritarle de visitante a Ñuls?, y ¿bardearlos a todos juntitos en nuestra cancha?…estos tipos de traje que manejan el fútbol no entienden nada… Decía gesticulando mucho, con los brazos abierto en los costados, pidiendo explicaciones. Pasa alguien que debería tener 50 largos, barba y pelo cano a lo Hemingway, saluda, y se aleja, nuestro hincha de Central tardío, devuelve el saludo.

Después se fue a encarnar, y me explicó, yo pesco con uno solo algunos pescan con doble anzuelo, a mí no me gusta, me dijo como una cuestión de principios. Mientras sacaba unas lombrices de un tarro, me preguntó si me gustaba el rock, le contesté que sí, y ya con la caña entre las manos, me dijo, bueno rock era el de antes. Ahora todo cambió amigo, yo me quedo con Los Redondos, el Indio hizo la repetición del disco cheto, de Momo Sampler, a parte está todo dado vuelta, ponen un holograma y te dicen que canta el Indio, y lo que es peor te cobran. ¿Me entendés?, por eso yo banco a La Renga, cero careta esa banda.

Lanzó una vez más, mientras volaba algún murciélago, aproveché y en un golpe de vista, observé varios pescadores, en el tiempo que estábamos hablando, se habían sumado. Viste somos un montón los que venimos, y antes éramos más, pero ya te dije lo de esos pendejitos con gorra que se hacían los malos pero venían de a diez, y robaban acobardó bastante, a muchos. Pegó una pitada larga del cigarrillo encendido hacía un par de minutos, y siguió. Aunque tampoco quiero a la yuta acá, quiero estar tranquilo, porque después te piden cosas, o peor, una vez se pelearon con un pescador y se lo querían llevar preso. ¡No me banco a la yuta!.

Esperaba que el amigo que daba esta definiciones pescara, y verlo sacar algo independientemente del tamaño. La noche rosarina estaba ideal, si se entiende por ella, que una brisa fresca corría, no hacía frío y se había ido la pesadez de la mañana.

III

Apoyado contra la baranda, sin apuro y en los últimos tragos de mi nueva cerveza, mi interlocutor, dispara, -profesor de historia, ahora mira hacia arriba y exhala el humo de un tercer o cuarto cigarrillo, seguro te gusta la política, no?, dice ahora mirándome fijo. Le contesto afirmativamente y le explico porqué, no me llevo mal con la política.

-Sabés lo que pasa, la política transformó, ¿sabés que transformó?, el bolsillo de los políticos, y lanzó una carcajada, me reí con él. Se puso serio, y me dijo de verdad no importa quien este, a vos la guita no te alcanza y ellos viven como reyes. -Y vos que hacés al respecto?, le dije. -Esto amigo, exclama, esto trabajar de día, ir a ver a Central cuando puedo, o a La Renga, y venir a pescar. Para que vas a trabajar más, y te vas a romper el lomo, sino podés progresar la guita no te va a alcanzar. Al no ser, dijo levantando su mano izquierda, marcando la excepción, que seas político y de cada currito te lleves algo, entonces redondeas 500, 600 lucas o un millón, entonces progresás.

La muchachada comenzaría a prepararse para ir a cenar y aprovechar la nota rosarina, donde vuelas Daikiris, Negroni, vodka, y hay que subirse a la movida regaeetonera si uno quiere evitar pasar la noche solo.

Nos despedimos: -chau hermano-, expresó, y luego iba a ver un posible pique. El hincha de central, -aún no recuerdo su nombre-, tomaría su caña, y caminando regresaría a su casa, a unas diez cuadras, de donde había sido el encuentro, en aquel final de sábado. Yo me fui alejando, hacia la avenida, y miré hacia atrás para tener una última vista de la costanera. Ojalá, el pescador haya tenido más suerte, que el rato que estuvimos conversando. El Paraná, lucía como un gigante inmóvil, que atravesaba el horizonte, la noche cálida, y sugerente para la juventud aún no había comenzado.


Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, letras y política. Escritor, divulga la historia de nuestro país en Relatos del Sur Autor del libro “Escritores en Combate 1”