-Por Matías J. Escot
¿Hijo de una guaraní?
Imaginemos por un momento que el «padre de la patria», el mito histórico argentino que se eleva sobre su caballo es hijo bastardo, algo peor, es mestizo. Y que la criada que lo acuna, en realidad, es su madre. Casi una herejía contra José de San Martín. Ficcionemos algo peor: usted lector le dice a su maestra de quinto o sexto grado que San Martín es hijo de una indígena guaraní, y de un tal Alvear. Escándalo y a dirección, luego castigo correspondiente en casa.
Sin embargo esta es la tesis del libro de Hugo Chumbita, El orígen mestizo de San Martín.(2001). Y, continúa la línea el historiador José I. García Hamilton en Don Jose, La vida de San Martín.(2000). Ambos alegan por fuentes escritas que toman testimonios, que San Martín era hijo del español Diego de Alvear y la misionera Rosa Guarú. Posteriormente criado por la familia San Martín-Matorras. Otro argumento resulta de un biógrafo chileno del siglo XIX, Benjamín Vicuña Mackenna se refería a la «sangre mestiza del general San Martín». Finalmente la historia oficial cuenta que Rosa Guarú era la criada del español José Francisco de San Martín y Gregoria Matorras. La encargada cuidar al bebe, y de hacerlo dormir por las noches.
Entonces el padre de la patria tendría un orígen mestizo, conviviendo en su infancia, también con indígenas, en su Yapeyú natal. La Academia lo desechó, por falta de fuentes escritas contundentes, y por supuesto no pueden hacerse ADN a los huesos de ninguno de los involucrados.
Logia Lautaro, y masonería
Algunas fuentes cuentan que el 6 de mayo de 1808, es otorgado el título de maestro masón, en La Logia de los Caballeros Racionales de Cádiz. Una sociedad secreta en la que participaba el venezolano Francisco de Miranda, siendo este el iniciador masónico del otro padre de la patria grande americana, Simón Bolívar. La logia impulsaba el regreso de todos los americanos en Europa al continente, para iniciar un proceso de emancipación de los españoles. Es marzo de 1812, cuando en Buenos Aires, junto a Matías Zapiola, y Carlos Alvear fundan la Logia Lautaro. Contamos también que practicar política, en aquellos años se hacía de manera clandestina, entonces toda agrupación era secreta, por ello las logias. Un historiador Fermín Chávez, cuenta en un reportaje, acera de la masonería de Don José, que «el mismo escribió el lema de la Logia Lautaro, Nunca reconocerás como gobierno legítimo de la patria sino a aquel que haya sido elegido por la viva y espontánea voluntad del pueblo. Esta Logia Lautaro, de la que yo tengo los apuntes originales en los que se transcribe la forma por la cual prestaban juramento sus miembros, seguía todo el ritual secreto típico de la masonería.» Termina contando el historiador.
Luego viaja a Inglaterra, antes de recalar en Buenos Aires. Se cuenta que la gran masonería era inglesa, aquellos que participaban en la Gran Logia de Londres. Logra entrevistarse con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro, comenzando a trabajar en un plan de independencia americana. Entran en contacto con el plan del militar escocés Thomas Maytland, que era el siguiente, armar un Ejército de caballería, cruzar por Mendoza a Chile, y liberarlo. Luego atravesar en barco el Pacífico hacia Perú, evitando pasar por tierra, y emancipar en primera instancia el sur americano.Pensemos que ese plan es realizado a la perfección por José de San Martín, ergo era la idea del escocés.
Entonces siendo un reconocido masón, curiosamente sus restos descansan en la Catedral Metropolitana. Otra de las incógnitas, teniendo en cuenta el enfrentamiento entre católicos y masones.
San Martín, el insurgente
Un 23 de abril de 1824, el general llega con su hija Merceditas de siete años, y su fiel criado, el cuyano Eusebio Soto, a bordo del navío La Bayonnais, lleva consigo una «enfermedad de pecho», que trata con medicina alternativa, San Martín porta su propio botiquín homeopático. Una caja de madera, forrada por dentro con cuero, con unos 50 frasquitos de vidrios con pócimas. ¿Que dolores prevenía el general?. Úlcera, y una artritis, junto a una enfermedad respiratoria, que no le daban tregua. El botiquín fue un obsequio de su amigo Ángel Correas, traído el regalo de Europa.
Ahí anda el comisario de policía Louis Joseph Lequesne, que le pide el pasaporte a nuestro General, y luego de examinarlo le dice, «los extranjeros provenientes América del sur deben ser retenidos en El Havre, y sus pasaportes remitidos a su excelencia el Ministro del Interior«. En nuestra jerga San Martin quedó demorado, incluso fueron incautados 16 paquetes de diarios El Argos de fuerte contenido republicano, antimonárquico, que estaba prohibido en Francia. San Martín pregunta si pasará sus noches en una celda, y Lesquene le cuenta que se alojará en una posada en la ciudad, pero será vigilado.Seriamente preocupado se encuentra el rey absolutista Luis XVIII, y todo un cuerpo de policías dedicado a espiar sus movimientos en el país galo. Recordemos que San Martín es un insurgente, alguien educado en Europa, pero protagonista de la independencia de América, un rebelde sudamericano.
En El Havre se ha retenido el pasaporte, y en París se estudia su caso ¿Qué va a hacer este indididuo que según el Conde Corbiere, «ha jugado un papel destacado en las revoluciones de la América Meridional, de la cual ha sido uno de sus primeros jefes y de los propagadores más ardientes»
El exiliado
Habrá un último intento por retornar al país, en 1829, el gobierno central de Buenos Aires, en el que estuvo involucrado Bernardino Rivadavia-su ferviente opositor- le debe gran parte de sus honorarios. Regresar para el General de la patria, representa tener que involucrarse en una guerra civil.
JOSÉ DE SAN MARTÍN, le escribe en una carta a JUAN LAVALLE, en tiempos de guerra civil, entre unitarios y federales, que tenía la firme convicción, «de no poder habitar mi país, como particular, en tiempos de convulsión, sin mezclarme en divisiones», y agrega, «Si este cree, algún día, que como soldado le puedo ser útil en una guerra extranjera, JAMÁS EN UNA GUERRA CONTRA MIS COMPATRIOTAS«, y finaliza «de la otra manera -es decir contra el extranjero- yo le serviré con LA LEALTAD QUE SIEMPRE LO HE HECHO”.
Como vemos Don José, se negó a usar la espada contra su pueblo. Lo esperaría a partir de la década del 30´una estadía en Gran Bourg, poblado parisino, donde viviría exiliado, hasta las tres y un minuto de un día como ayer, 17 de agosto, pero de 1850. Pasó sus días lejos, muy lejos de la Patria Grande que junto a sus humildes soldados y al pueblo forjó. Pero que no pudo volver a pisar.
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Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, literatura y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.