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REYES MAGOS: Entre la tradición bíblica y la historia

10 enero, 2023

Los magos…¿eran tres?

El segundo problema con el que nos encontramos al confrontar la tradición y el relato evangélico, es que jamás se nos indica el número de magos que visitaron a Jesús. En efecto, el texto bíblico sólo nos habla de “unos magos” que venían del Oriente, sin especificar un número y sin mencionar sus nombres. Y, como ya señalamos, no hay ninguna otra página de la Biblia que mencione esta historia. ¿Cómo llegamos, entonces, a los tres magos cuyos nombres eran Melchor, Gaspar y Baltasar?

Los primeros cristianos procuraron llenar los vacíos del relato evangélico, imaginando cuántos habían sido los magos, y arribando a múltiples y dispares respuestas: en los primeros siglos, las catacumbas romanas nos muestran representaciones en las que eran dos, cuatro y hasta seis. Las Iglesias siria y armenia sostenían que eran doce, ya que prefiguraban a los apóstoles y representaban a las tribus de Israel. Y había quienes sostenían, como los representantes de la Iglesia copta, ¡que eran sesenta! Por fortuna para las familias que en nuestros días compran una por una las piezas de su pesebre, se terminó imponiendo un número menor en base a la opinión de un filósofo y teólogo del siglo III llamado Orígenes, quien determinó que los “reyes magos” debían ser sólo tres.

¿De dónde obtuvo ese dato? De una simple deducción: el número total de los magos debía guardar relación con la cantidad de regalos que llevaban: oro, incienso y mirra. En opinión de Orígenes, pues, si cada uno de los visitantes ofreció un presente, la deducción era simple: a tres regalos, tres magos. Ahora bien, ¿cuál es el fundamento histórico de tal deducción? Ninguno. Es una especulación que la tradición terminó respaldando ante muchas otras.

Y será recién en el siglo VI que los “magos de Oriente” dejaron de ser personajes anónimos: en un mosaico bizantino que los arqueólogos encontraron en Italia y dataron en torno al año 520 se habla de los “veneradísimos Baltasar, Melchor y Gaspar”. En el mismo siglo aparece el Evangelio Armenio de la Infancia (uno de los denominados evangelios apócrifos) que nos dice: “Los reyes magos eran tres hermanos: el primero, Melkon, que imperaba sobre los persas; el segundo, Baltasar, que prevalecía sobre los indios; y el tercero, Gaspar, que poseía el país de los árabes.” Más allá de no poder tomar en serio un dato originado quinientos años después del hecho narrado, la crítica moderna no confiere valor histórico a este tipo de escritos.

En líneas generales, se considera que su objetivo fue el de rellenar con la fantasía popular los vacíos que dejaron los Evangelios sobre algunas etapas de la vida de Jesús. Por poner un sólo ejemplo del tipo de relatos que contienen, alcanzará con señalar que –según el Evangelio árabe de la infancia– un Jesús recién nacido le dijo a María desde su cuna: “Yo soy el Verbo, hijo de Dios, que tú has parido, como te lo había anunciado el ángel Gabriel, y mi Padre me ha enviado para salvar al mundo.” Por su parte, otro apócrifo como el Evangelio de Santo Tomás nos habla de un niño Jesús irritable que no controla sus poderes sobrenaturales: un día maldice y mata a un compañero por haberlo chocado en la espalda, y otro día resucita a un niño sólo para que este aclare que él no lo mató y así evitar un castigo. Se comprende fácilmente la imposibilidad de otorgar historicidad a testimonios de estas características, y –de igual manera– a los nombres que recién en el siglo VI la tradición otorgó a los magos.

¿Llegaron al pesebre un 6 de enero?

Muchas otras cuestiones podríamos abordar en relación a este tema. Por nombrar algunas, se puede señalar que los magos del Oriente no llegaron al “pesebre” (tal como hoy lo representamos), dado que no estuvieron presentes en el nacimiento de Jesús. El Evangelio dice claramente que, al hablar con los magos sobre la estrella que los guió, el Rey Herodes manda a matar a todos los niños menores de dos años. Con lo cual, para Mateo, la visita de los magos al niño Dios no se dio al momento de su nacimiento, sino en un tiempo cercano a los dos años del mismo.

Uno de los padres de la iglesia, San Agustín de Hipona (354-430 dc), nacido en la actual Argelia. Fue el que propuso la fecha del 6 de enero, de visita de los reyes al pesebre.

Otra cuestión interesante sería preguntarnos ¿por qué se celebra su fiesta un 6 de enero, considerando que la Biblia no menciona ninguna fecha específica? Alcanzará aquí con decir que será San Agustín en el siglo V, sin mayor fundamento histórico, quien propondrá la idea de que llegaron 12 días después de su nacimiento (llegando así al tan famoso 6 de enero).

Vemos, pues, que fue una tradición muy posterior a los hechos, y desprovista de otros fundamentos que la imaginación y las suposiciones, la que dio forma a la actual festividad de los Reyes Magos. Llegados a este punto, sería bueno preguntarnos si, más allá de todos los agregados posteriores, tales personajes realmente existieron y visitaron a María y a Jesús, tal cual lo cuenta el Evangelio de Mateo. Continuaremos con otros temas no menos interesante, e intentando acercarnos más a la rigurosidad histórica de los que sucedió, más que al relato mítico.

Imágen de Portada: Escultura en la Catedral del Salvador, Zaragoza. España.

Libros recomendados:

-Álvarez Vadés, Ariel (2005), Enigmas de la Biblia 5, Editorial San Pablo, Buenos Aires./-Taranzano, Adrían (2020), Los relatos del nacimiento de Jesús, Editorial Guadalupe, Buenos Aires/ -Vermes, Geza (2007), El nacimiento de Jesús, Editorial Ares y Mares, Barcelona.

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LAUTARO FOPPIANO. Docente de Historia. Estudiante avanzado de la Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional de Quilmes. Fana de la música y The Beatles en particular.

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