Un judío itinerante y acompañado por la muchedumbre
La búsqueda del Jesús histórico atravesó diferentes etapas. Surge a fines del siglo XVIII, en lo que hoy se llama la “old quest” o “antigua pregunta”, cuando un número creciente de autores comienzan a preguntarse por la figura histórica de Jesús, escarbando –con los límites de su época- por debajo de la imagen que transmitían por entonces las iglesias cristianas. A esta primera etapa le sigue una segunda entre los años 1950 y 1980, denominada “new quest” o “nueva pregunta”.
La misma trató de definir los principales rasgos del Jesús histórico, aceptando que no se podía reconstruir con exactitud su vida –como creían los representantes de la “old quest”. Y a esta segunda etapa le sigue la actual, la “third quest” o “tercera pregunta”, impulsada por autores norteamericanos a partir de los años 80, que se propuso reconstruir el contexto histórico en el que situar los rasgos de Jesús que había definido la etapa anterior. Preocupados por conocer los aspectos sociales de su vida, y no simplemente los religiosos, se recurrió a las Ciencias Sociales para conocer el medio en el que vivió y actuó el nazareno. Es necesario decir, que es muy difícil interpretar un mensaje si no se conoce el contexto en el que se enunció.
Se escribieron, a lo largo de estos casi 250 años de investigación, muchas obras que presentaron diferentes versiones del Jesús histórico. Para algunos fue un simple líder religioso, mientras que para otros fue un reformador social, un activista campesino o un disidente cínico… Y si bien no hay aún en nuestros días un consenso generalizado en torno a algunas de estas “versiones” o modos de interpretar a Jesús, existen algunos puntos en los que la mayoría de los autores están de acuerdo.
Jesús fue el líder de un movimiento itinerante que comenzó hacia el año 27 o 28 d.C., fuertemente impactado por la figura austera y ascética de Juan el Bautista, quien desde el desierto había criticado fuertemente a la sociedad de su época, anunciando un castigo inminente y ofreciendo el bautismo como signo de arrepentimiento y cambio de vida.
Jesús de Nazaret, ¿era seguido por mujeres?
Y si bien la tradición mostró a este nuevo grupo religioso itinerante conformado casi exclusivamente por varones, la crítica moderna ha demostrado que entre los seguidores de Jesús hubo varias mujeres. Y no es este un dato menor: entre los hebreos del siglo I d.C. no era bien visto que un maestro enseñe la Biblia a mujeres, y mucho menos que se dejara seguir por ellas. El verbo “seguir” es aplicado en los evangelios sólo a los discípulos de Jesús, es decir, a los que abandonaban casa y trabajo para acompañar al maestro por los distintos pueblos a los que llevaba su buena nueva.
En ese contexto debemos pensar a las mujeres que seguían a Jesús: formando parte activa de un grupo que la catequesis, la literatura o el cine nos mostró siempre reducido al género masculino. Tal vez María Magdalena –que no era prostituta- sea la más conocida, pero las fuentes mencionan a otras como Juana, Susana y Salomé que se comprometieron igual que los varones en el movimiento de Jesús y que, sin embargo, la tradición no ha sabido -o querido- resaltar… Por fortuna, existen en nuestros días numerosas investigadoras que –asumiendo un abordaje desde el género- procuran con sus estudios restituir el importante rol que las mujeres tuvieron en el cristianismo primitivo.
Es éste sólo uno de los ejemplos que nos revelan a un Jesús que sale de los cánones de religiosos de su época, de la ortodoxia farisea, de la LEY, para adoptar un mensaje y una praxis renovadora. Un Jesús capaz de desafiar a las instituciones y poderes de su época diciendo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino. Un Jesús que, más preocupado por aliviar a las masas campesinas que por fundar una iglesia, recurre a parábolas y alegorías para hacer comprensible un mensaje destinado especialmente a los pobres y a los marginados. Los propios Evangelios nos cuentan que era acusado por sus adversarios de comer con “pecadores” y recaudadores de impuestos, y de ser “un comilón y un borracho”. Y que realizó una serie de signos que procuraron integrar a la sociedad a aquellos que, como los leprosos o los lisiados, se hallaban en sus márgenes…
Lejos del estereotipo eurocéntrico del Jesús blanco y de ojos claros, la investigación moderna nos presenta a un personaje con las características físicas arquetípicas de un semita de la región del Asia Menor, que actuó en medio de campesinos, pastores y pescadores, predicando un Reino de Dios que, si bien se enmarcaba en las creencias religiosas de su época, presentaba aspectos tan novedosos como impactantes y potentes. A un profeta que termina sus días crucificado por el imperio romano, muerte que –de un modo u otro- nos habla de un Jesús que fue leído por las autoridades de su época como un potencial riesgo para el orden público y para la estructura de poder por entonces vigente.
La investigación sobre el Jesús histórico es una invitación a adentrarse en la vida de este singular hombre. Los que se acercan desde una visión aconfesional, procuran conocer y comprender a una figura clave en la historia de la humanidad. Pero también para aquellos que se acercan desde la fe hay un interés claro: el mensaje cristiano es el de un Dios encarnado, un Dios que interviene en la historia y se hace hombre. Puede que, al acercarnos a ese Jesús histórico, al más humano, podamos comprender mejor el camino que conduce a lo divino.
Lee más sobre el tema: Jesús de Nazaret: Un estudio Histórico
Lautaro Foppiano. Docente de Historia. Estudiante avanzado de la Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional de Quilmes. Además fue becario de dicha universidad. Fana de la música y The Beatles en particular.
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