Diego es un Dios del Olimpo (creo que es Eduardo Galeano el que dijo alguna vez algo así). Porque los dioses griegos eran jodones, arbitrarios, divertidos, viciosos, sabios, tontos, autoritarios, tiernos, caprichosos, nobles… Eran humanos, bah.
Es lo que tienen los mitos, están ahí para explicarnos.
Diego en la cancha tenía todo. Hasta la posibilidad de hacer virtud de sus casi inexistentes carencias. Eso lo tienen pocos, poquísimos en la historia. Pero, ¿sabés qué? En definitiva esos pocos son cualquiera. Cualquiera pudo ser Pelé, Di Stéfano o Messi. La combinación genética adecuada, una alta dosis de competitividad, unas cuantas circunstancias que hacen una vida y te sale uno de esos.
Pero Diego… Diego solamente él. Por profundamente humano. Porque en su
vida, en su par de centenares de huesos, cabe el Universo. Caben todas las
grandezas y miserias de que somos capaces vos y yo. Pero encima él tiene la
nobleza y el coraje de exhibirlas. De ser grande y miserable en público. Y de
bancarse las consecuencias. A pie firme y con el cuero dispuesto.
El Diego futbolero y futbolista es único. Es el que nos regaló varios de nuestros mejores momentos a los que amamos este juego. Pero quiero abrazar al Diego-Todo. Al Diego-Arquetipo. Al Diego embarrado que, por brava que se ponga la cosa, no deja de mirar fiero y gritarles hijos de puta a los que se le pongan enfrente. El mismo Diego que se deshace en ternuras cuando se acerca a un pibito. A ese Diego lo quiero para mi.
Gracias, Diego.
Diego Joy. Comentarista de Fútbol. Canal Web La Patria Futbolera. https://bit.ly/3RAwT5y Buen lector de historia, y filosofía. Hincha de Independiente.