-Por Juan Pablo Susel
Cuando era chico al futbol prácticamente no se lo veía. Todos los partidos de la fecha se jugaban al mismo tiempo y los pibes escuchábamos los partidos por radio. A la noche Fútbol de Primera nos pasaba el resumen del partido principal y los goles y mejores jugadas del resto de la fecha siempre en diferido. Del fútbol europeo no nos llegaba casi nada, solo las noticias de quien era el campeón de cada liga, los goles de los equipos más representativos de España e Italia y algún partido trascendente del Napoli de Maradona. Hoy es todo muy diferente. Los chicos de hoy pueden ver cualquier partido de cualquier lugar del mundo. La Copa América y la Eurocopa que finalizaron hace algunos días fueron trasmitidos de modo integro por las señales de cable y plataformas correspondientes. Las 24 horas de fútbol están garantizadas para placer de cualquier espectador promedio. La fiesta del futbol está garantizada. Los mejores deportistas del mundo nos muestran sus hazañas y los mejores periodistas nos llevan a nuestros hogares el análisis de lo que sucede en la cancha.
La fiesta del deporte está garantizada siempre y cuando nuestras miradas sobre el juego estén disociadas de todo lo que rodea al show. El modelo que se reproduce a escala global es el de un futbol por fuera de la política y de la sociedad en la que este juego se desarrolla. A su vez los protagonistas de este espectáculo son sujetos despolitizados a los que solo les importa lo que a ellos les incumbe. De algún modo está bien que esto suceda de esta manera. ¿Porque los futbolistas deberían ser solidarios con los problemas de los demás cuando la sociedad en los que estos deportistas se han criado no muestra ningún tipo de lazo de solidaridad?
Lo interesante es que a este modelo de fútbol apto para todo público y preparado para consumo familiar empiezan a vérsele las costuras cuando algunos protagonistas de este deporte empiezan a mirar afuera y se dan de frente con la realidad que los rodea. Kylian Mbappe fue la primer mega estrella que se involucró en asuntos que no tienen nada que ver con su realidad deportiva llamando a votar en contra del candidato de extrema derecha en las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Francia el 30 de junio y el 7 de Julio. “Los extremos están a las puertas del poder, tenemos la oportunidad de elegir el futuro. “Espero que mi voz tenga el mayor peso posible porque necesitamos identificarnos con nuestros valores, que son valores de diversidad, tolerancia y respeto”, se pronunció la mega estrella de la selección francesa y quizás el mejor futbolista del mundo en la actualidad.
No estamos acostumbrados a este tipo de declaraciones. Las mega estrellas del fútbol en la actualidad no se atreven (o no les interesa) tomar postura ante cuestiones extradeportivas. La resultante de este tipo de comportamiento es una disociación de la practiva deportiva y de todo lo que a esta rodea. Viendo del otro lado del océano el comportamiento de Mbappe y de muchos de sus compañeros de selección no puedo dejar de mirar con envidia esa toma de postura. Quizás si las grandes estrellas del futbol argentino hubieran puesto su voz al servicio de los oprimidos la extrema derecha que finalmente perdió las elecciones legislativas en Francia hubiera fracasado también en su intento de llegar al poder en Argentina.
A este primer suceso disonante ocurrido en el medio de la disputa de los torneos continentales se le agrego otro acontecimiento que alcanza ribetes de escándalo luego de finalizadas ambas competencias. NI bien Argentina se corono bicampeón de América luego de derrotar a Colombia en la final de la copa América un vivo tomado de la cuenta de Instagram de Enzo Fernández registro la siguiente canción que se entonaba en el micro de la selección argentina.
“Escuchen, corran la bola, juegan en Francia pero son todos de Angola”. “Su vieja es nigeriana, su viejo, camerunés. Pero en el documento, nacionalidad francés.
Una vez que los muchachos argentinos terminaron de cantar esta canción a alguien se le ocurrió cortar la trasmisión pero claro, ya era tarde.
Ante tamaño exabrupto los jugadores franceses exigieron las lógicas disculpas a la vez que la federación francesa formalizo un reclamo ante la FIFA. Lo primero que me vino a la mente apenas escuche a Enzo Fernández ( y al resto del equipo cantando por detrás ) es que los jugadores argentinos no son racistas o no lo son por lo menos en el sentido militante de la palabra. A ninguno de los protagonistas del incidente se lo ha visto nunca jamás violentando o insultando a alguien de color pero que alguien no se manifieste como racista no implica que no pueda tener actitudes discriminatorias y que esas acciones no merezcan una condena. Si además esa persona es un personaje público sus palabras cobran otro sentido. Los jugadores de futbol exitoso tienen la responsabilidad (al fin de cuentas como todos) de hacerse cargo de sus actos y de sus dichos.
Por ultimo. Los jugadores franceses de color negro no son africanos o no lo son en su mayoría. Son hijos de inmigrantes africanos que emigraron de sus países de origen buscando mejoras en la calidad de vida de sus familias. En la selección francesa la mayoría de sus jugadores son negros porque los padres y madres de estos jugadores dejaron sus países escapando de la pobreza a la que el continente africano es sometido desde hace siglos y que el orden capitalista no hizo más que consolidar. Burlarse del origen de esos jugadores es humillante y denigrante y es un acto que merece como mínimo disculpas.
Imagínense que algún personaje exitoso de otro país dijera que nuestros padres en realidad no son argentinos sino que son españoles italianos o polacos porque a comienzos del siglo XX miles de migrantes europeos huyeron de la Europa de entreguerras escapando de la miseria y buscando un futuro digno para sus familias. Esas formas de racismo ingenuo son parte del sujeto apolítico que sin involucrarse en ningún conflicto terminan modelando un tipo de comportamiento social que tiene una penetración notable en el tejido social. Los jugadores de la selección de Francia que reclaman por un trato igualitario lejos del estigma del racismo son los mismos que días antes se opusieron a la avanzada de ultraderecha en las elecciones de su país.
Nuestros jugadores que se llaman al silencio ante cualquier pronunciamiento político son los mismos que se declaran inocentes luego de burlarse del color de piel de colegas solo por ser africanos o hijos de africanos. En los pequeños actos cotidianos anida el huevo de la serpiente de la discriminación y el desprecio a la vida ajena. La lección que nos dieron los jugadores de la selección francesa no será discutida ni debatida en los canales deportivos que nos brindan la fiesta del fútbol las 24 horas del día. Ese modelo de deportista comprometido con el mundo con el que vive sirve para defender los derechos de la gente de color y el resto de las cosas que hacen que la vida merezca ser vivida. Eso aunque no sea televisado en ningún lado no lo deberíamos pasar por alto jamás.
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JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)