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La paciencia como virtud y sostén

30 junio, 2020

“Sólo el que ha experimentado el colmo del infortuio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida. Vivan y sean dichosos y no olviden nunca que hasta el día en que Dios se digne descifrar el porvenir al hombre, toda la sabiduría humana estará resumida en dos palabras:

¡Confiar y esperar!”.

Alejandro Dumas.

Eran los tiempos de los grandes triunfos del Estudiantes de Bilardo y Manera; del Ferro de Griguol; del incipiente Argentinos de Labruna que, salvo esta última expresión, no eran del paladar de la prensa deportiva argentina, defensora de “el fútbol que le gusta a la gente”.

La Selección Argentina debio nadar casi tres años en aguas muy turbulentas que, por supuesto, hacían agitar el pensamiento del futbolero promedio hacia un lugar de confrontación con el proyecto de Bilardo. Tanto fue así que hasta se promovió una intención desde Presidencia de la Nación de provocar la renuncia de Bilardo a su puesto de seleccionador.

Llegaron las eliminatorias. Sin un rendimiento que convenciera del todo a propios y extraños, la Selección llego a la última fecha con la soga al cuello: luego de vencer a Colombia (3 a 1 y 1 a 0) y a Venezuela  (3 a 2 y 3 a 0), debía enfrentarse a Perú, con tres puntos de ventaja: la victoria peruana en Lima fue un balde de agua fría dado que, con el empate, la Selección Argentina lograba una cómoda clasificación, en detrimento de la lograda siete días después.

EL objetivo estaba conseguido: llegar a Mexico. Llegar antes que nadie; irse después que todos.

6 partidos, 5 triunfos y un empate. 11 goles a favor, 3 en contra. Rendimientos contundentes en términos practicos, aunque carentes de estética.

29 de junio: 11 camisetas celetes y blancas, pantalones negros y medias blancas contra 11, camisetas verdes y pantalones blancos. Típica final, trabada, de dientes apretados.

El centro de Burru a la cabeza del Tata Brown con Schumacher cazando mariposas. Gol. Al descanso.

Centro de derecha y con comba hacia afuera, la pelota se le aleja a Schumacher. Llega José Luis Brown, y marca el primer gol de la final.

Valdano que quita, da para Diego y este a Enrique; Valdano que les pica por detrás y se coloca en posición de gol después del pase del Negro; cara a car con Schumacher, definición abajo contra la base del palo izquierdo. Gol. Relax. Alemania que se despierta. Dos corners. En los ambos, dos cabezazos en el área – ¿JUSTO A BILARDO? – : Rummenigge primero; Voeller, después. Gol. Gol. 2 a 2.

El duro equipo alemán que remontó un 0-2, en aquella final del 29 de Junio de 1986.

No se puede creer. Faltan 9 minutos. No hay derrota. No hay bajón. Hay fuego en los ojos argentinos. Ahí van los angurrientos de gloria. Ahí “Batista sacándola en dirección a Ruggeri… Ruggeri que la devuelve para Maradona, salta con Foerster, golpe de cabeza de Foerster, toma Enrique, traba, viene para Diego… Maradona de cabeza para Ricardo Giusti, Giusti de cabeza para Maradona… ¡¡¡¡¡¡¡¡ MARADONA ENTRE TRES, SE VA SOLO BURRUCHAGA,… SE VA SOLO BURRUCHAGA, ESTA VALDANO… BURRUCHAGA…. GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLL….”.

Argentina Campeon del Mundo. Contra todos los pronósticos. Contra la mirada de propios y extraños. Solo acompañados por la confianza de unos pocos.

Argentina Campeón del Mundo, capaz de cambiar odios por amores.

Argentina Campeón del Mundo, como el Conde de Montecristo, supo confiar, supo esperar y, después de tocar el piso del oprobio pudo alcanzar el cielo del fútbol con las manos; entre ellas, la de D10S.

Los goles de la final del mundo en el Estadio Azteca. Un triunfazo bajo la dirección de Carlos Salvador Bilardo.

Martín-Ripari

Martín Ripari. Periodista y Relator de Fútbol. Trabaja en «Relatores: El Fútbol Va con Vos». Conductor de Boca para todo el Mundo. Canal WEB. Aire de Fiesta. Somos Radio. Am 530.

Lo encontrás además en la WEB: LA PATRIA FUTBOLERA y BOCA PARA TODO EL MUNDO

IG: @martinripariok