La serie de los Chicago Bulls que está en Netflix El Último Baile, comienza con los Bulls pisando tierras parisinas. Precisamente los dirigidos por Phill Jackson jugaban este torneo, donde brilló Atenas de Córdoba.
Un triple fue la diferencia, entre el oro y la plata, la posibilidad de medirse con aquel gran equipo de Jordan y compañía. Un triple que les negó la posibilidad de enfrentar a los de Phil Jackson, a los invencibles Chicago Bulls.
Ese equipo era Atenas de Córdoba y su camiseta verde representó al básquet nacional y porque no a la Argentina, porque flameó la celeste y blanca. Una sociedad basquetbolística, Marcelo Milanesio, Héctor Campana y Fabricio Oberto, entre otros lograron algo impensado y utópico. Sí estuvieron a segundos de disputar una de las finales que hoy se pagaría para ver en todo el mundo.
La hazaña transcurrió en 1997, durante el McDonalds Championship que se disputó en París, Francia. Atenas conquistó el tercer puesto de un torneo en el que enfrentaba a los mejores equipos del mundo.
Olympiakos, PSG Racing, Chicago Bulls, Benetton Treviso y ellos, a un sólo juego, por todo o nada. Golpe a golpe, partido a partido, los cordobeses sorprendieron a todos y les ganaron en su debut, a los italianos por 87-78.
Luego, llegó el turno de Olympiakos, uno de los equipos más duros de Europa. Talentos como Karsinovas, Rogers y Tarlac fueron fuerzas implacables que le permitieron al conjunto griego sacar 14 puntos en el segundo tiempo.
Sin embargo, Atenas, fiel a su espíritu, no se dejó romper tan fácil y remontó la situación para que la cosa se defina en los minutos finales. Allí ocurrió el triple del lituano Karsinovas, quien con sangre fría puso a los suyo al frente por tres de ventaja, a 9 segundos y 6 décimas del final. Al Triple de Karsinovas le siguió en la última jugada, un intento de triple desde la izquierda, de Oberto que quedó corto.
En la última jugada, Fabricio Oberto, el hombre que en Grecia saldría campeón Olímpico, (Atenas 2004) tuvo la chance de empatarlo pero el destino no estuvo de su lado; 89 para los griegos, 86 Atenas.
Finalmente, en el partido por el tercer puesto el equipo argentino fue implacable, venciendo de manera contundente (88-78), a un equipo de PSG Racing que nunca pudo encontrarle la vuelta. Allí Marcelo Milanesio jugó un nivel superlativo. Resultó ser el intérprete perfecto de una melodía cordobesa que pareció remontar el Sena. La orquesta estaba dirigida por un gran director, Ruben Magnano, aquel que también sería medallade oro en Atenas.
Este equipo no se quedó con el oro, pero logró enfrentarse a los más grandes y competir con ellos. Después vino la Generación Dorada, los campeonatos de Peñarol, la dinastía de San Lorenzo y la debacle de algunos gigantes.
Pero todo empezó ahí, en ese torneo parisino en el que un grupo de argentinos demostró que los inmortales también pueden sangrar y que nada es imposible con esfuerzo, determinación y concentración. Atenas esa noche quedó como el tercer mejor equipo del mundo,en aquel pica-pica entre los mejores en París.
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