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VERANO 2023 Y LIBROS

20 enero, 2023

Hacia Viernes Salvajes

Cada vez que se acercan las vacaciones, además de pensar en la ropa que debo llevarme, también me paso días enteros tratando de decidir que libros llevar (y cuantos de ellos). Uno puede llevarse algo de abrigo si sabe que el lugar al que piensa ir a descansar es de baja temperatura. Pero uno, al menos yo, me cuesta pensar que tipo de libro llevaré: novela, cuentos, crónica, poesía. Es como tratar de adivinar cuál será mi estado ánimo cuando esté sentado cerca del mar o frente a una cadena montañosa.

Finalmente, para este escape veraniego, me traje cuatro: dos crónicas y dos novelas. Una del grupo de los primeros es Teoría de la Gravedad, de Leila Guerriero.

Primero, y antes de hablar del libro en sí, quisiera contar como llegué a la Guerriero. Por supuesto que es un nombre conocido dentro del mundo de las letras, en especial si uno es de los que prestan atención a esa frontera entre periodismo y literatura, ese espacio fundado por Rodolfo Walsh. Pero, a pesar de saber quién era- y hasta que la escritora (y mi maestra jedi) Giselle Aronson nos convidó en el taller que coordina desde hace más de una década, con un texto de Leila Guerriero -no supe del enorme potencial de la escritora nacida en Junín. Quedé enamorado de la simpleza y la contundencia de Guerriero de inmediato.

Teoría de la Gravedad cayó en mis manos con la urgencia de la curiosidad, lo compré apenas supe de su existencia, unos dias después de su lanzamiento. Mientras volvía a casa en el tren Sarmiento, supe que era una compilación de 96 textos (elegidos por la propia Leila entre aquellos que parecieran mas personales por sobre aquellos que hablaban de actualidad) que la autora escribió para la contratapa del diario El País a lo largo de cinco años.

«No podría decir que el libro es autobiográfico. Por momentos pareciera que lo fuera, que la autora se dejara ver completamente, pero cuando entramos a cada texto ella acaba de salir y nos dejó sobre su escritorio estas fotos ardiendo», escribió Pedro Mairal en el prólogo de esta edición. Y es absolutamente cierto y preciso esa descripción sobre los textos que se suceden unos detrás de otros.

Pero también me permito agregar que cada vez que entramos a estos textos, no sólo Leila acaba de salir, si no que ella nos deja migas de pan en el camino que se se van comiendo los pájaros y nos confunde la orientación. Que es la propia Leila Guerriero quién escribe no hay dudas. Ahora, habla de ella realmente o juega con eso? ¿O es una pensada combinación de ambas posibilidades?

Todos los textos tienen la misma extensión, pero increíblemente, también tienen la misma contundencia de una patada al pecho. Al terminar cada uno, es conveniente respirar un poco y dejar que el texto respire también, porque más allá de unas cuantas citas al género, hay un perfume a poesía que se va impregnando al pasar las páginas. La autora cita poemas y autores pero respira poseía en el decir aunque no sea su intención primaria.

A esta altura, Teoría de la Gravedad es como un mantra. Lo agarro apenas me despierto, a la tarde mientras camino por parque de la cabaña donde estamos parando en Tilcara, antes de cenar y cuando me estoy por ir a dormir. Un texto, dos, a veces tres al hilo. Leerla a Leila es ver jugar a Messi y que parezca fácil todo.


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