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SAVA: EL FRACASO DE LOS SEGUNDOS PUESTOS

30 diciembre, 2021

Sale un flaco y entra un chino…

Ahora que el viejo- el decano del fútbol argentino-, Quilmes Atlético Club confirmó al nuevo entrenador, Leandro Benítez, quizás sea un momento más apropiado para pensar –quizás sea mejor decir repensar porque el asunto está más manyado que La Cumparsita- algunas prácticas que suelen darse alrededor del trabajo de muchos entrenadores. Algo que resulta interesante, además, porque también permitirá reflexionar desde algo no tan fundamental como el fútbol un mecanismo que opera en otros órdenes de la vida de cualquiera de nosotros.

Una vez que Rafael Barrios marró su penal y el chico Valenzuela, de Barracas Central, convirtió el suyo decretando el retorno a primera del Guapo después de más de 80 años, se dejaron oír voces muy críticas sobre el trabajo de Facundo Sava. Hubo quienes llegaron a hablar de fracaso. No fueron todos, ni siquiera la mayoría. Pero se hicieron escuchar.

Hinchas cerveceros, ¿Y si pensamos un rato?

¿A qué le llamamos fracaso? Vayamos, específicamente, al caso del ascenso frustrado de Quilmes pero –me permito insistir- se trata de un mecanismo que puede resultar dañino y es detectable en un sinnúmero de situaciones de la vida cotidiana. Sava trabajó en el club durante dos temporadas. En esta última, su equipo se metió en la final del reducido y forzó una definición por penales. Habrá quien diga que no pudo o no supo ganar durante el juego. Cierto. Pero tampoco perdió, responderemos. Agregando que el resultado de un partido está sujeto, siempre, a una enorme cantidad de variables del todo imponderables. Lo mismo que, a esto queríamos llegar, una definición por tiros desde el punto del penal. Seré levemente irónico: ¿nos pusimos a pensar la diferencia de milímetros que hay en la zona de impacto del pie sobre la pelota para que, unos 11 metros más allá, el disparo alcance una desviación de 15 o 20 centímetros que es la distancia por la que resultó fallido el penal? ¿El trabajo, el proyecto, las decisiones de Sava califican como “fracaso” porque un futbolista golpeó la pelota cinco milímetros más acá o más allá (algo que, dicho sea de paso, le ha sucedido a los más grandes futbolistas de la historia en algún momento)? ¿En serio?…

¿Aceptaríamos que un jefe, un cliente o alguien cercano llame fracaso a lo que sea que hagamos porque nos equivocamos por milímetros, por un error de tipeo, por un par de pesos mal dados en un vuelto o lo que sea? ¿Lo aceptaríamos si el error ni siquiera fuera nuestro? A la luz de estas preguntas, y las decenas que se podrían seguir haciendo, ¿cabe hablar de fracaso? ¿Cabe hablar, tan siquiera, de proyecto fallido?

No se trata, no es mi intención ni me interesa hacerlo, de defender al ahora ex entrenador cervecero. Su trabajo, como el de cualquiera, tendrá altos y bajos, luces y sombras y muchísimos aspectos opinables. Pero quizás sí convenga llamar la atención sobre la liviandad con la que señalamos y juzgamos. Como quedó dicho, en el fútbol y en todos los órdenes.

Diego-joy

Diego Joy.  Comentarista de Fútbol. Acertado lector de historia, y filosofía. Hincha de Independiente, y del buen juego.