“Me acuerdo que cuando abrí la ventanilla me lo encontré a mi padre de frente y él me preguntó: ‘¿No sabés si viene Roberto Arroyo?’ ¡Me preguntó a mí! Y le dije: ‘Soy yo, viejo’. (Testimonio del soldado sanjuanino Arroyo).
Operativo Retorno.
Mientras las bombas caen contra nuestros corajudos pibes correntinos, santiagueños, de La Pampa y el Chaco, Rodolfo Fogwill escribe su novela Los Pichiciegos, el contrarrelato de la guerra de Malvinas.* La gesta es justa y soberana, aunque las balas silban cerca del casco de un soldado hambreado, y sin botas térmicas. Sin dudas parte de las fuerzas armadas y nuestro jóvenes soldados son héroes. Lejos de la postura desmalvinizadora, nos interesa en estas líneas, abordar ciertas preguntas, ¿Qué sucedió después del 14 de Junio de 1982?. ¿Cómo fue el retorno de los soldados a suelo argentino?. Brevemente, conocer que ocurrió con Malvinas en las primeras décadas democráticas.
Un marino inglés les dijo a prisioneros argentinos, «los voy a llevar al buque que supuestamente ustedes hundieron». Como si fuese una broma de mal gusto que gesta el destino, 4000 soldados fueron traídos de regreso en el buque inglés Canberra. Embarcación, que en los diarios argentinos figuraba, como averiado por un certero ataque, que jamás recibió.
El regreso de los soldados tuvo el perfil deshumanizador y alienante propio de las tres armas, que tomaron el control del país desde 24 de marzo de 1976. Nuestros héroes llegaban «escondidos» a Campo de Mayo, la Escuela Lemos, o la ciudad de La Plata. Allí eran alimentados y recibían tratamientos médicos durante una semana o diez días. Muchos querían regresar a casa, pero no los dejaban, y les prohibían llamar por teléfono. El operativo consistía en ocultar en que condiciones se encontraban los jóvenes soldados, que habían defendido la patria. Si bien la guerra tiene características excepcionales, existió un abandono del Ejército a su propia fuerza.
A pesar de las donaciones, el programa conducido por Pinky y Jorge «cacho» Fontana, el 8 y 9 de mayo de 1982 denominado 24 horas por Malvinas, los soldados pasaron hambre extremo. Para ser claro el decreto 759, creó el Fondo Patriótico de Malvinas Argentinas. Fue la mayor colecta de la historia del país, sin embargo nuestros héroes, nunca recibieron sus beneficios. En las escuelas estatales, familias, alumnos, docentes juntaban cigarrillos, chocolates, ropa, y escribían cartas. Más tarde, supimos que ni las cartas, ni la comida, ni la ropa llegaron a las islas.
Luego del acuerdo final de rendición entre Argentina y el Reino Unido, firmado por Luciano Benjamín Menéndez y Jeremy Moore, nuestros héroes regresaron al país. En San Juan, por tomar un caso, los soldados llegaron en tren y, los días anteriores ni se anunció su arribo. Padres, madres y familiares se enteraron por rumores, unas 48 horas antes. Sin difusión oficial, el tren llegó la fría mañana del 17 de Julio de 1982. Sucedió que, los parientes no reconocían a los soldados, por lo flaco y desmejorados que en su mayoría estaban.
El ocultamiento de la llegada de los combatientes fue adrede, la intención que no se conociera, «no se hablara demasiado» de las condiciones de hambre y de maltrato de superiores (en muchos casos) a los soldados en las islas, (Informe Rattenbach-ver en el final del artículo, en Notas). Un documento del 8 de Junio de 1982, –antes del día 14, de firmar la rendición-, establecía realizar actividades de contrainteligencia y acción psicológica a los soldados que llegaban al país también a su familia, e inclusive a periodistas. Esto fue oficial, firmado por Ramón Ojeda, Teniente Primero y Jefe de la sección de Inteligencia.* *
En segundo lugar, los militares buscaban impunidad, abandonar el poder ejecutivo, «silbando bajo» sin ser juzgados por los crímenes de lesa humanidad. A cambio realizar la apertura democrática llamando a elecciones. Entonces, aconteció una verdadera orden de silencio, por parte de la cúpula militar apenas los «pibes de la guerra» pisaron suelo argentino.
Malvinas en Democracia.
Durante la reinstalación de la democracia y la primera etapa del gobierno de Raúl Alfonsín, la política exterior condicionó al líder radical de tener una política ofensiva de reclamo de la soberanía de las Islas. La imagen exterior del país tras la dictadura debía recomponerse además de la deuda externa incrementada por los militares, principal escollo económico. Por lo tanto intentó relaciones multilaterales que le permitieran negociar. Sin embargo, la posición inglesa fue inflexible. No levantó la zona de exclusión para buques argentinos, ni desmilitarizó la isla. Por otra parte, Margareth Thatcher buscaba ser reelecta, y con Malvinas había obtenido su rédito político. Es justo decir que Raúl Alfonsín nunca estuvo de acuerdo con la guerra, pero, no gozaba de una correlación de fuerza necesaria, para entablar un reclamo firme a la corona inglesa.
Menos digna fue la posición de Carlos Saúl Menem, con una política exterior de apertura económica irrestricta y de «relaciones carnales» con Estados Unidos. Avanzó decididamente hacia un proceso de desmalvinización, con un diplomatismo burdo, que si bien no renunciaba al reclamo, por lo menos omitía, esperando tiempos mejores. Se puso en práctica una política «amistosa», pero también escasa de firmeza.
Así fue el Ministro de Relaciones Exteriores Guido Di Tella que para la navidad de 1998, le regaló a los Kelpers 600 libros del osito Winnie Poh y una tarjeta de feliz navidad, que llegó a Puerto Argentino. Por supuesto que en ese período el reclamo internacional no fue un recurso del gobierno menemista.
Durante las primeras dos décadas democráticas, existió una deuda del estado argentino, con nuestros ex-combatientes. Su causa olvidada, muchos incapacitados para trabajar, y una vida que debía rehacerse con la experiencia de la guerra a flor de piel. Lamentablemente muchísimos casos terminaron en suicidio.*** A partir de 2004, por el decreto 1357/04 durante la presidencia de Néstor Kirchner surgieron las pensiones para ex-combatientes. Luego los reclamos en la ONU, y otros tribunales internacionales, por la soberanía de las Islas Malvinas, durante las presidencias de Cristina Fernández. Acciones destinadas a no relegar una causa nacional, y de un justo reconocimiento para los héroes.
Tal vez, una manera de achicar la enorme deuda política y social, de los primeros años, tras el fin del conflicto.
Notas:
*Los Pichiciegos: Novela publicada en 1983, por el escritor argentino Rodolfo Fogwill. Un grupo de soldados desertan, y se meten en una especie de cueva a comentar la guerra. Trata con crudeza y sarcasmo, el conflicto, como aventura de la Junta de Comandantes, además marca la incompetencia y la improvisación de los militares.
**Las maniobras de contrainteligencia figuran en la Desclasificación de Archivos de la guerra de Malvinas, que se hicieron públicos a través del estado. Siendo divulgados por distintos medios gráficos y digitales, entre ellos Tiempo Argentino e Infonews. En 2012 también adquirió carácter público el Informe Rattenbach. Una informe final de responsabilidades del Ejército en las islas. Tristemente algunos superiores violaron los derechos humanos de sus propios dirigidos, sometiéndolos a vejámenes.
***En el 2017 la presidenta Cristina Fernández, expuso una cifra estimativa de los ex-combatientes muertos tras el conflicto, en el país. Sumaban unos 440 aproximadamente. Se estima que alrededor de 150 se quitaron la vida. Y la mayor parte sufrió depresión y stress postraumático.
Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, literatura y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.