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MICHAEL HUTCHENCE: ELEGANTEMENTE DESPERDICIADO

30 septiembre, 2022

Hacia Viernes Salvaje

A las 10 de la mañana se supo que Michael Hutchence había aparecido muerto. La noticia se desparramó rápido, primero por el círculo íntimo y luego en forma inmediata llegó a la prensa. Horas después ya se hablaba de suicidio y de ahorcamiento con un cinturón en la habitación. La noticia empezó a dar la vuelta al mundo y así llegó hasta Munro.

Cuando me desperté en mi habitación, el líder de INXs ya llevaba varias horas en la inmortalidad. Esa mañana desayuné, me bañé, hice lo que hacía cada día antes de almorzar y después salí para el trabajo. Al llegar al supermercado donde trabajaba, un compañero me recibió con la noticia. Me sorprendió, como a todos, pero no me shockeó. De alguna manera resultaba increíble que uno de mis héroes de los 80 ya no estuviera más entre nosotros. Casi como que no me la creí, a pesar que todavía faltaban varios años para las fake news.

Una de las pocas cosas que tenía de bueno mi trabajo es que podía musicalizar lo que salía por los parlantes en todo el supermercado. Busqué en mi mochila y puse Elegantly Wasted, último disco de la banda australiana. Fue un lugar común, lo sé, que toda la tarde sonara INXs. Común pero inevitable. Y al escucharlo cantar fue que tomé real dimensión de lo sucedido.

Pasaron los días y no pude soltar el CD. Lo escuchaba en casa, en el discman, en el trabajo, aún ante el pedido repetido de varios compañeros que me imploraban que cambiara la música. Había algo magnético, algo que me sujetaba a ese disco y no me permitía alejarme de éste.

Alguien me contó que Dolina alguna vez dijo en la radio que, cuando vemos fotos de seres queridos que ya murieron, ellos parecen mirarnos como sabiendo que ya no están y que nos miran con esa complicidad.

De esa misma manera, mientras escuché todo ese tiempo aquél disco, tuve la sensación permanente de que Hutchence ya sabía que estaba muerto. Que cada canción era una despedida y que cada melodía era dolor puro, ausencia, miedo. Esa voz, que de alguna manera parecía provenir desde el más allá, sonaba en mi cabeza como un mantra.

Elegantly Wated, a partir de entonces, pasó a ser la banda de sonido de toda mis despedidas. Alguien que murió, un amor que se desvaneció, un amigo que se alejó, todo matizado con doce canciones llenas de una vitalidad engañosa y de una tristeza que se vislumbra debajo de la superficie. Cada vez que necesito soltar, busco en cualquier soporte el último disco de INXs y lo pongo a que reviente por mis auriculares.

Doce canciones, 51 minutos con 52 segundos, de un disco bien de los noventa pero con una banda que nunca perdió su esencia ochentera. Grabado once meses antes de la muerte de Michael y luego de un parate importante de la banda, como que hubo cierta urgencia en plasmar esas canciones para que quedaran para la posteridad. Elegantly Wasted, es tal vez un disco oscuro y al mismo tiempo maduro, puede ser, pero sin dudas huele a espíritu de despedida. La canción que da nombre a la producción es el último hit de la banda. Un funk con sintetizadores, guitarras que muerden y una performance con mucha sensualidad en la voz de Hutchence. Magnetismo en estado puro, un groove que te levanta del letargo y podés cantar la canción a voz en cuello mientras manejas por una ciudad enloquecida.

Michael Hutchence, nos dejó una discografía plagada de buenos discos, himnos de estadio y uno de los frontman más magnéticos, hermosos, misteriosos, talentosos de todos los tiempos.

Los 80 terminaron el 31 de diciembre de 1989, desde luego. Pero para mí fue en noviembre de 1997, esa mañana en Sydney cuando alguien abrió la puerta de la habitación 524 del Ritz Carlton Hotel y encontró el cuerpo sin vida del dios del sexo.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.