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Libros Subversivos: A 40 años

26 junio, 2020

La última dictadura cívico-militar

No sólo la violencia es material, física, aquella que impacta sobre los cuerpos. La última dictadura cívico-militar estableció una violencia simbólica. Se censuraba a los que pensaban distinto, a los que eran «peligrosos» según los militares, por su perfil ideológico. En sus documentos usaban dos sellos, Estrictamente Confidencial, decía uno, y el segundo, que una vez leído debía ser incinerado. Decimos que el Ministerio de Defensa prohibía distintas personalidades de la cultura. Un libro, un disco, un artista o un tema musical podía ser tildado de «comunista» o «peligroso para los valores de la patria».

Osvaldo Bayer, Norma Aleandro, Mercedes Sosa, Alfredo Alcón, Julio Cortázar, Horacio Guarany, Osvaldo Pugliese; son parte de una extensa lista de perseguidos políticos. Esto confirma, que no era una guerra estimulada por los grupos subversivos ERP o MONTONEROS, y que la represión era consecuencia de su accionar, del peligro comunista. Sino que funcionaba un aparato represivo actuando en la clandestinidad, con documentos confidenciales, y que músicos, actores, escritores todos podían ser sospechosos de infiltrar las «ideas marxistas». Por otra parte, era necesario instalar la idea que el marxismo era un mal externo que atacaba, los valores, el cuerpo de la patria, infiltrándose como si fuese un virus. Abelardo Castillo, Norman Briski, Tomás Eloy Martínez, Miguel Ángel Estrella, y Hugo Gambini, -periodista-, engrosaban las listas clandestinas que se configuraron en 1979, 1980 y 1982.

Libros a la hoguera

                                              La guerra contra la subversión apátrida- de acuerdo al lenguaje de la dictadura- también se brindó en lo ideológico. Ni los libros tuvieron suerte en esta negra etapa de la Argentina. En un decreto de 1977 se pedía «impedir su circulación y secuestrar» libros como Lógica Formal y Lógica DialécticaSociología de la ExplotaciónEstudio sobre los orígenes del PeronismoGramsci y la Revolución de Occidente. Eran libros subversivos, por incentivar el comunismo en el país. Toda la obra de Haroldo Conti, y de Julio Cortázar en Literatura corrían la misma suerte. Sin embargo la dictadura fue aún más lejos, fue un 26 junio de 1980 cuando se quemaron libros.

                                            Una mañana neblinosa más de 20 toneladas de libros, fueron incendiados en un baldío de la provincia de Buenos Aires.

Mempo Giardinelli, escritor chaqueño nos cuenta el triste episodio sucedido en Avellaneda, hace 40 años.

El 26 de Junio de 1980, en Ferrer y Agüero; Sarandí fue el escenario en el que ardían los libros subversivos indicados de «enajenar la conciencia nacional». La «inquisición»  libresca era dirigida por Guillermo Suárez Mason, y los 90 mil ejemplares pertenecían al Centro Editor de América Latina. Textos como los de Marx, Juan Perón y Ernesto Guevara eran los predilectos a quemar por los militares argentinos.

En Córdoba, Luciano Benjamín Menéndez, mandatario del III Cuerpo del Ejército disponía de otra fogata, siendo su víctima principal la literatura. Había transcurrido un poco más de un mes del Golpe de Estado, abril de 1976. Libros de Gabriel García Márquez, Saint- Exupéry, Eduardo Galeano, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Marcel Proust entre otros, ardían camino en presencia de numerosos periodistas y el teniente Gorleri.

                                               Sin más que agregar, decimos que la barbarie que atravesó lo cuerpos de miles de argentinos durante 1976 y 1983, también impacto sobre la cultura, un ataque a lo simbólico-ideológico se desplegó con igual violencia. La Palabra en América Latina era subversiva, y los contenidos de izquierda podían infiltrarse en las mentes de los jóvenes así advertía la Revista Gente :

«En esta guerra no sólo las armas son importantes. También los libros, la educación, los profesores. La guerrilla (…) habrá ganado la guerra si consigue infiltrar su ideología en la escuela primaria, en la secundaria, en la Universidad, en el club, en la iglesia.» ( Carta a los Padres, Revista Gente, 16-12-1976).


Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, letras y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.