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«La opción por los pobres no excluye a la persona de los ricos»

17 mayo, 2020

Esta vez en las entrevistas de Entre Nos toma la palabra el sacerdote, Marcelo Ciaramella. A lo largo del encuentro veremos que escapa a los lugares comunes y en sus respuestas se intuye su formación teológica, pero también en ciencias sociales.


Marcelo es cura de opción por los pobres en la diócesis de Quilmes, tiene más de 30 años de sacerdocio, y es párroco de Santa Rosa de Lima. Docente, escribe para el blog de Horacio Verbistky El Cohete a la Luna, además es Magister en Ciencias Sociales recibido en la Universidad Nacional de Quilmes. Nacido en 1958, en Capital Federal y fana de River, contesta a nuestro medio.

EN: Comenzando la nota muchos sacerdotes cuentan haber percibido “un llamado” una experiencia espiritual muy fuerte. ¿Cómo fue tu caso, llegar a discernir ser sarcerdote?.

MC: Contrariamente a lo que muchos piensan -quizá influidos por las novelas o el cine- el llamado al ministerio presbiteral, no sucede en un instante, ni en una ráfaga ni rodeado de pirotecnia espiritual o signos maravillosos. Aunque es cierto que la variedad de modos de madurar un llamado es infinitamente variada, en general es fruto de un camino, de un proceso (como tambien sucede en el ámbito de todas las decisiones humanas). El llamado universal de Dios al ser humano es a la felicidad.

No creo en un Dios que llama de antemano haciendo de nuestra vida una “búsqueda del tesoro” para tratar de acertar y adivinar lo que Dios eligió para nosotros. Ese sería un dios manipulador que decide sin respetar nuestra libertad. Creo en un Dios que acompaña nuestra vida, que habla pero también escucha, que respeta nuestras decisiones libres, sufre cuando decidimos romper con él, se alegra cuando nuestras decisiones libres son en la linea del amor y la búsqueda de felicidad colectiva. Dentro de ese marco, mi decisión se fue madurando a lo largo de años. Y como ocurre en otras decisiones, cuando se decide avanzar en una dirección, el proceso de la decisión continua, porque avanzar en algo puede ayudar a ver que no se debe ir por allí. Después de comenzar la formación, el proceso de la decisión fue madurando a fuerza de intensas experiencias de servicio a los demás y profundas crisis espirituales y humanas. Y diría que ese proceso, después de 35 años de ministerio, todavía continúa.

EN: ¿Cuándo te ordenaste sacerdote, en que año? y ¿qué expectativas tenías en aquellos tiempos?.

MC: En 1984, a los 26 años. Y las expectativas siempre fueron muy altas y llenas de entusiasmo. Lo viví con alegría y disfrutándolo plenamente. Paulatinamente esas expectativas maduran combinando las aspiraciones con la realidad, algo que nos pasa en cualquier ámbito de las decisiones humanas. Todavía sigo en ese camino de madurar expectativas, de aceptar realidades, de incorporar los fracasos como parte del equipaje, el conocimiento de si mismo y el encuentro con Dios. Y el encuentro con Dios no sólo en la soledad de la vida espiritual o las celebraciones sino especialmente en la vida cotidiana, en los que sufren, en los que luchan, en los que sueñan con un mundo más justo, caminando el barro de la vida junto a los demás como hermanos de camino y no por encima de ellos.

Un sistema agotado y la oportunidad de cambiar, artículo de este més de El Cohete a la Luna, escrito por Ciaramella.

EN: Participás del movimiento de curas de opción por los pobres. ¿Cómo decidiste esta opción por los pobres?. Que respondés a los que piensan que es una inclinación clasista, que el mensaje de Cristo no se divide en ricos y pobres, es más amplio.

MC: Más que un movimiento, es un grupo, un colectivo inorgánico que modestamente intenta darle continuidad al espíritu del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) de los ’70. Estar del lado de los pobres, acompañar la organización del pueblo y sus luchas, caminar el evangelio descubriendo todas esas “semillas del verbo” presentes en la sociedad dentro o fuera de la Iglesia. La opción por los pobres no excluye nunca a la persona de los ricos -ya que la salvación es ofrecida a todos y a todos se debe el ministerio de la Iglesia-. Pero sí excluye la acumulación desenfrenada y superflua propia de la riqueza (de personas, de grupos o de países), que puede convertirse en un verdadero «insulto a la miseria de los pobres”, con su sistema de acumulación y privilegio, que margina a la inmensa mayoría de la humanidad.

EN: ¿Cómo llegaste a escribir para el medio digital de Horacio Verbitsky, El Cohete a la Luna?.

MC: En la CD del CELS participó durante un tiempo Eduardo de la Serna. Cuando él tuvo que dejarla por cuestiones personales de agenda, me propuso a mi y fui aceptado. Una vez al mes se reune la CD y allí pude conocer a Horacio, que mas tarde -y gracias a que Macri expresara su deseo de ponerlo en un cohete y llevarlo a la luna- creó el portal “El Cohete a la Luna” y me invitó gentilmente a aportar lo mío.

EN: Un sacerdote no puede tener la compañía de una mujer o un hombre, no trabaja por un sustento, tampoco gozar de hijos. ¿es positivo o negativo no tener los dilemas existenciales de un hombre de a pie?.

MC: Los dilemas existenciales de un hombre de a pie los tenés igual, porque sos un hombre de a pie.

Quizá tenés otras problemáticas distintas propias de quien no forma una familia. Pero no sé si es positivo o negativo. En cuanto al trabajo como sustento, trabajo desde los 18 años y nunca dejé de sostenerme con mi propio trabajo. Eso me dio mucho más encarnadura para poder vivir el evangelio en vez de estar encerrado en un frasco, como creo que son los seminarios. Actualmente, sigo trabajando de docente terciario y universitario y me sostengo con eso.

Fin de la Primera Parte.


Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, letras y política. Escritor, divulga la historia de nuestro país en Relatos del Sur Autor del libro “Escritores en Combate 1”