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LA LEY DE LA JUNGLA

29 marzo, 2024

Por Juan Pablo Susel

La sociedad no existe. Para los periodistas de los medios de comunicación hegemónicos y para el discurso imperante que las redes sociales difunden todo el tiempo no hay nada más allá del más elemental individualismo. Nosotros dependemos exclusivamente de nosotros. Una especie de ley de la jungla 2.0 viene a ser el nuevo credo que asola nuestro mundo de la vida.

La crueldad evidente del sistema entonces deja de serlo. La perversidad de responsabilizar a la víctima no se reduce a los casos de violencia de género en donde el discurso machista se empeña en observar las vestimentas que se atrevieron a usar las mujeres antes de caer en las garras de su depredador. Cualquier persona que se queda sin trabajo deja de ser una persona para pasar a ser un número y es responsable de la crueldad que le tocó en suerte.

El vocero del gobierno hablo estos días de bajas en la administración publica para referirse a los despidos de trabajadores de diferentes organismos del estado. La lógica de la burocratización del terror que se aplicaba en los campos de concentración de la segunda guerra mundial que tan bien describió Hanna Arendt en «La Banalidad del mal» es el combustible del que se nutre esta nueva oleada neoliberal que azota nuestro país desde finales del 2023.

1000 despidos en el Anses y 120 despidos en la biblioteca nacional no son 1120 bajas en la administración pública. El discurso del progreso y la eficacia del mercado oculta que en realidad hay 1120 personas que se quedan sin trabajo y 1120 familias que padecen esta nueva situación laboral. Muchas veces ese integrante es el padre de familia de un hogar donde quizás los otros integrantes son menores de edad o alguna persona con algún problema de salud. El problema de la expulsión del mercado laboral, los adoradores del libre comercio la resuelven por medio de la parábola de la eficacia. No teman aquellos empleados públicos que perdieron su trabajo. Si son capaces seguro volverán rápidamente a conseguir trabajo. Si no vuelven a conseguir trabajo es porque no eran capaces.

Rodolfo Walsh,. Escritor, periodista y militante. Desaparecido en la última dictadura. Escribió la Carta abierta a la Junta Militar (1977).

Los inútiles no tienen nada que hacer en el mundo del progreso. Narrativas de una Argentina potencia que nunca existió recurren a ese discurso que hace de la crueldad su bastión para dividir las aguas entre los argentinos de bien que quieren progresar y los argentinos que sencillamente sobran. El discurso presidencial se basa en la utilización de un resentimiento que evidentemente tiene receptores. Muchas personas consideran que un empleado del estado es un enemigo. Alguien que no trabaja.

El mismo preconcepto cae sobre los docentes, los investigadores del Conicet y los trabajadores de la cultura. Prevalece un discurso del odio en el que los que padecen se la tienen merecida. La búsqueda del bienestar es solo individual y todo se reduce a una carrera entre pares cuando todos sabemos que eso no existe porque los capitales materiales y simbólicos se reparten de una manera injusta e inequitativa entre los que tienen ambos capitales, los que tienen uno de los dos y los que carecen de ambos. Detrás de ese discurso en donde el sufrimiento del otro no importa se esconde la invisibilización de esas problemáticas.

«Nos gobiernan confiados en que la guerra se libre entre los que tienen algo y los que no tienen nada. Mientras tanto los que tienen mucho tendrán cada vez más».

JUAN PABLO SUSEL.

En los medios hegemónicos se replica la crueldad de la que hace gala la administración Milei. Ayer escuche a un periodista en horario prime time decir que la mayoría de los empleados públicos despedidos cobraban dos millones de pesos y eran militantes políticos. En mis diez años de trabajo en el Estado me encontré en la mayoría de los casos con profesionales universitarios que necesitan tener entre dos o tres trabajos para llegar a fin de mes. Nunca la realidad se alejó tanto de las narrativas oficialistas. Toda esta marea de expulsados del sistema ahora serán parte del ejercito de desocupados que buscarán trabajo de lo que sea.

Ese ejercito de reserva que ayudara a las patronales a precarizar las condiciones de vida de los que todavía tienen trabajo pero que deberán estar atentos a no reclamar mejoras en sus condiciones laborales porque afuera estarán los miles de personas expulsadas del sistema que estarán dispuestos a trabajar por las condiciones que sean para llevar un mísero plato de comida a sus seres queridos. Nos gobiernan confiados en que la guerra se libre entre los que tienen algo y los que no tienen nada. Mientras tanto los que tienen mucho tendrán cada vez más. 

Los medios de comunicación y las redes sociales hacen desde hace muchos años foco y con razón en la inflación. Ese flagelo argentino que no logra erradicarse y que licua los salarios de los trabajadores. Poco y nada en cambio dicen esos mismos medios de gobiernos que aplican políticas económicas que condenan a los argentinos a la pobreza como es el caso del actual gobierno que congela las paritarias de los trabajadores a la vez que se ufana de despedir miles y miles de trabajadores y destruye el consumo en todas las ramas de la actividad económica.

El Rinoceronte, obra teatral de Eugene Ionesco, dramaturgo franco-rumano acerca del totalitarismo.

No voy a ser original con esta recomendación. Tenemos que volver a leer y estudiar en profundidad la Carta abierta a la junta militar de Rodolfo Walsh. Ese documento fenomenal que por un lado denuncia el plan sistemático de desaparición de personas que llevo adelante la junta militar y por otro lado vincula el plan económico que la misma junta llevo a cabo con la intención de destruir las condiciones materiales del pueblo trabajador argentino. Casi medio siglo después de ese infausto golpe seguimos padeciendo políticas económicas del mismo calibre que las que llevo adelante Martínez de Hoz en la década del 70 ante la anestesia y complicidad de gran parte de la sociedad civil de nuestro país.

Muchas veces la potencia de esos discursos hegemónicos es tan penetrante que escuchamos a gente de bien repetir sloganes que denuncian la ruindad de los empleados estatales o cantan loas a las ventajas de que la inflación baje a costa de que los ciudadanos no puedan comprarse comida o medicamentos.

A mitad del siglo XX Eugene Ionesco escribió una obra de teatro llamada “El Rinoceronte” en donde se denunciaba a un régimen totalitario y como este penetraba en la conciencia de los sujetos que habitaban ese territorio, todos iban transformándose en rinocerontes perdiendo sus rasgos humanos. Finalmente quedaba un sobreviviente que anunciaba que incluso solo de toda soledad el seguiría resistiendo.

Se trata ni más ni menos que de eso. No importa si somos muchos o pocos. Nuestra vida en comunidad no es un partido de fútbol. Los que empatizamos con el dolor humano tenemos que estar unidos para enfrentar estos tiempos de terror que nos tocan vivir. Apoyándonos en esta precaria unidad podremos reconstruir todo lo que hoy está siendo destruido para volver a sentar las bases de un mundo en el que el otro exista y en el que el dolor ajeno no nos sea indiferente. Un mundo digno de ser vivido.

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IG: @juanpablosusel

JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)