«Alguna vez pensé que podría escribir una gran historia, después,
supe que siempre en algún lugar, alguien estaría contando una mejor.
Hay veces que me veo yendo de un lado a otro buscando cuadritos
de una historieta que no sé cómo termina»
Apertura, programa El otro lado (1994)
Polito, el vagoneta
Prendió un cigarrillo, y en la primera pitada quiso escapar de la amargura, mientras bajaba las escaleras del edificio de la calle México. Con sólo 29 días había sido despedido de su trabajo de redactor. «No queríamos un bicho de redacciones, sino alguien que supiera contar historias”, le dijo el jefe periodístico. Ni él, ni el hombre que lo despedía sabían que dos años después iba a conducir, producir y guionar un programa de culto.
Esta es la historia de Gustavo Fabián Polosecki, nacido en 1964 en La Paternal, hijo de una familia de clase media judía, Polito. A los diez años acompañaba a su hermano Claudio que era periodista y tipeaba en una máquina de escribir, en la sección gremiales de Clarín.«De chico era un vagoneta, con una gran facilidad para hablar con la gente”, cuenta Aída, su madre; que aclara que una mujer que la ayudaba en la casa, lo llamaba Fabián. Tanto le dijeron por el segundo nombre, que desapareció el primero. En el barrio “era amigo del vecino de arriba, del de abajo, del gallego, del ruso, de las gitanas de la vuelta, del almacenero”.
Polo: El otro lado
Desde los 15, había militado en el Partido Comunista, y llega a ser un dirigente juvenil de relieve, pero se cansa de la ortodoxia, y de no poder discutir. Pensemos en la estructura del PC a principios de la democracia argentina, con la cortina de hiero aún presente. Años después participaría de la primera revista de izquierda, para lectores que no fueran del Partido Comunista. El director de la revista Sur, Carlos Polimeni, cuenta «Los originales de Polo, llenos de tachaduras, sobreescrituras, a veces hasta manchados o arrugados, eran una verdadera calamidad, como si hasta sus textos definitivos fuesen borradores»
Polo, lleva puesta una campera de cuero y un pucho prendido en el mano derecha. Es el petiso jovial, que en 1993 hace notas raras en el programa de Pettinato. El director de programación de ATC, le propone que produjera su propio programa, así nace El Otro Lado. Polo logró una mezcla de Raymond Chandler, o Dashiell Hammet, crónica, historieta, y entrevistas callejeras. Cuenta «Elegí el perfil del detective del policial negro que, aunque no quiera, termina envuelto en las historias de la gente». Claudio Beiza y Horacio Alcántara aportaron desde la dirección de cámaras. El Otro lado, clima sombrío, una narración en off, escrita por el propio Polo, una trama de alguien que va a encontrarse y a escuchar una historia. Y surgen las entrevistas, a travestis, a una ama de casa, a un linyera, a desocupados, y a ladrones. Ese ciclo ganará raiting, después repercusión y será elogiado hasta por Sandro. Finalmente obtiene el premio Martín Fierro, al mejor programa periodístico en 1994. Polo, que había comenzado improvisando y con poca fe, se convertía en revelación
¿Cuándo fue que dejé de ser un visitante?
Luego del éxito, y el cansancio, que produjo realizar un prtograma con poco presupuesto en ATC, intervenido por Gerardo Sofovich, y la entrega menemista de lo público; después de que que gran parte de su equipo lo abandonara, por diferencias, y que no podía lograr un presupuesto acorde, a las horas dedicadas, surgió El Visitante, en 1995.
Polo, ya tenía cierto depresivo, y de hastío, quería estar más cómodo económicamente, parte del desgaste de su equipo, en El Otro Lado, ciclo de 1993 y 1994, era trabajar 14 horas por días, y terminar en largas jornadas a las 2 o 3 de la mañana, y correr contra el tiempo, en filmar exteriores, edición, escribir la voz en off, y escuchar historias, tal vez muy duras que fueron derrumbando la psiquis de Fabián.
Tras meses, sin salir al aire cuestión que puso perjudicó a Fabián, cuando parecía que todo se caía, el 25 de Agosto de 1995, a las 23 hs, de aquel viernes se estrenó El Visitante. De clima similar, pero con intenciones de viajar, y que la historia no fuera tan personal de entrevista cara a cara, como El Otro Lado. Tigre, Saavedra, Mar Del Plata, y Quilmes fueron los lugares de El Visitante. Estaba pensado para viajar por el interior del país, pero apenas lo auspició la Secretaría de la Nación, y la producción alcanzó para lo que fue realizado. Un programa que en la Argentina de viaje a Miami, y del voto por la licuadora en cuotas, pisó la Villa Itatí.
Historias de las barriada contra el Acceso Sudeste, producido por Ariel Barlaro, y que Polo estuvo una semana conviviendo con los vecinos. Podí caminar por los pasillos, sin que le pasara nada, y los vecinos lo saludaban.
«Juana Ríos llegó a la villa cuando se enamoró del cura de Itatí. El padre José Tedeschi, y Juanita tuvieron una hija, pero a José lo mataron antes de que ella naciera». Secuestrado el 2 de febrero de 1976, y asesinado días más tarde.
«¿Al centro? No, para que vas a ir?…No tenés ni para comprarle un alfajor un alfajor, sabés como te bajones eso«. Cuenta un vecino de unos 25 a la pregunta de Polo, si va a visitar el centro de Quilmes.
«En la comisaría nos conocen a todos desde el más grande al más chico (…) Porque yo andaba en eso vamos a ser sinceros» «Después el me dijo, cortala flaco, vamos a cirujear». Dice uno de los pibes no mayor a 26, 27 en un grupo de tres, sentados en la calle junto a Polo.
Tigre: La última estación
Fabián Polosecki, fue autor de un programa que tuvo una ética y una estética, historias que dolían, personajes que eran escuchados y no juzgados, -el silencio de Polo en las entrevistas, era algo muy personal-, gestó de 1993 a 1995, una nueva manera de hacer tv periodística.
El ciclo duró hasta diciembre, Fabián pagó las deudas con su producción, y se quedó sin trabajo, ni recursos. Ese año sin actividad, perdido en una aventura mística en el Tigre, arruinó su salud física y mental. Fabián se quitó la vida el 3 de diciembre de 1996, zambulléndose debajo de un tren en la localidad de Santos Lugares. Hoy sus programas están en youtu, fue parte de un escenario rupturista, y contracultural con CQC, la revista Cerdos y Peces, la Rock and Pop, y las bandas de rock de los años 90´.
Dejo una hija, amigos que lo estimaban, y programas de culto. Tal vez esta columna sea un reconocimiento, a una forma de hacer periodismo. A una manera de narrar las cosas. Tal vez estas líneas al rescatar a Polo, nos permita pensar, el otro lado. Otro periodismo, en tiempos de «periodismo profesional», colmado de vedettismo, forrado de dólares.
Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, literatura y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.