¿Cómo contar la historia de alguien formado en las redacciones de lo años 70 y 80´cuando el periodismo era apurar un vaso de whisky a las tres de la mañana, y querer escribir como Hemingway, Carver o Raymond Chandler?. ¿Cómo encontrar las primeras palabras para describir a un escritor de la cultura popular, cuya materia prima era el fútbol, un pueblo perdido en la patagonia argentina, el policial negro, y las desventuras del ser argentino?. ¿Cómo definir a un tipo que exiliado escribió la novela más gráfica sobre el enfrentamiento peronista entre la derecha y la izquierda, y fue despreciado por la cátedra literaria?. Intentaremos, adentrarnos en un hombre: Osvaldo Soriano.
En pleno exilio, solía hacer una llamada de larga distancia desde Bélgica o Francia, al departamento de Osvaldo Bayer, para saber como había salido San Lorenzo. Así de popular era «el gordo» Soriano, como lo llamaban sus amigos.
De jugador de fútbol a escritor
Nacido en Mar del Plata, en 1943, el trabajo estatal de su padre lo llevó a recorrer la geografía argentina, vivió en San Luis, Río Cuarto, Cipolletti, y Tandil. Sus padres querían que fuera ingeniero, y el jugaba en potreros, del lejano sur, cuando vivía en Cipoletti, y soñaba ser jugado de fútbol. «Tandil me parecía Nueva York, con sus edificios de cinco pisos, sus grupos teatrales, las bibliotecas, las librerías. En el Café me incorporaron a la mesa de los intelectuales, que eran todos socialistas. Ahí deje de pensar en fútbol, y decidí ser escritor».
Recaló en Buenos Aires en 1969, cuando la ciudad permitía caminar por la madrugada sin ningún peligro, «En esa época los viernes y los sábados a la noche en la avenida Corrientes, uno tenía que andar por la calle porque la vereda estaba repleta de gente. Y no había boliche que no estuviera lleno». En 1971, comenzó a trabajar en el diario del «difícil y bravo» Jacobo Timermann-director que planteó un «diario de derecha en lo político, y de izquierda en lo cultural». Una columna sobre Laurel y Hardy, y la lectura sobre el policial negro norteamericano de Raymond Chandler, lo llevó a escribir su primera novela, Triste, solitario y Final. Era junio de 1973, y Osvaldo tenía 30 años.
Las listas negras y la represión de la Triple A, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, lo llevaron a exiliarse, «Estaba en Bélgica en marzo de 1976, medio de casualidad vi el golpe por televisión. Jorge Rafael Videla, parecía el típico general de una república bananera, supe que no era conveniente volver»
Con la frente marchita
Para sorpresa de la cátedra de la calle Puán, un escritor desde su exilio en Bélgica y Francia, publica la novela más vendida en Argentina, en la primavera alfonsinista, en aquellos primeros años de democracia, No Habrá más penas ni olvido. (Título que es un verso del tango, Mi Buenos Aires querido). Publicada antes en Europa, en plena dictadura, 1978. En un pueblo imaginario Colonia Vela un sector del partido peronista, va a acusar a otro de tener infiltrados subversivos, y los que eran amigos, terminarán a los tiros. Una versión contundente del enfrentamiento entre la derecha y la izquierda peronista, llena de sangre y pólvora. También publica otra, casi, declaración testimonial de la Argentina, Cuarteles de Invierno (1980). La dictadura y los grupos de tarea, persiguen a un boxeador y a un tanguero, en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires.
Se declaró peronista con todas las ambigüedades del caso, y se enfrentó al proyecto neoliberal que surgió del propio peronismo, en la década menemista del 90´. Peronista, y siendo el autor más vendido del país, fue querido más por su público, que por el mundillo de escritores, literario. Para cerrar, otro libro de la tragedia argenta, un ingeniero desempleado vagando por la llanura pampeana, sin rumbo en algo que podría transformarse en un road movie, Una sombra ya pronto serás (1990), ¿un preludio del programa menemista?.
Trabajó en el disruptivo Página 12, bajo la dirección de Jorge Lanata, y en esos duros años 90´expresó, «Esta amenaza de privatización de todo va a crear, cuando se concrete una sensación muy grande de desamparo, y desarraigo. Va a resultar muy duro advertir que entre la gente y su supervivencia, media un mercader».
Un 29 de enero de 1997, nos dejó un escritor que dió testimonio desde la literatura de lo que pasaba en el país, del desencanto, y la frustración argentina. A 25 años de su muerte, te extrañamos, Osvaldo Soriano.
Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, literatura y política. Columnista Revista Kranear. Autor del libro Escritores en Combate 1.