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Kafka: periodismo y semana de xenofobia.

7 junio, 2020

Un tal Kafka

Mientras en la Argentina se cumplía el tercer año de gobierno del tucumano Julio Argentino Roca, en una gélida ciudad europea nacía un escritor taciturno y apesadumbrado por la figura de su padre.

Franz Kafka, nació en Praga,-1883- ciudad que estaba bajo el mando de una doble corona, de un rey húngaro y otro austríaco. El Imperio Austro-Húngaro, fue grande, 50 millones de habitantes, checos, serbios húngaros, eslavos; ciudades paquetas, museos, teatros y bellas mujeres. Viena era la capital del imperio. Franz era enfermo de los pulmones y vegetariano. Además, estaba muy enamorado de una bella mujer de 23 años, Milena Jesenská. Ella era infiel a su pareja, un intelectual prestigioso en Praga.

Viena, un faro cultural con su Café de Grienstedl, donde podía sentarse en una de las mesas nada más, y nada menos que Sigmund Freud. Austro-Hungría, cayó con todas las monarquías, cuando finalizó la primer guerra mundial. En Buenos Aires, antes del conflicto bélico, en Arroyo y Esmeralda funcionó la embajada de este magnánimo imperio. La embajada que no fué, podría ser el título de un futuro artículo pero esa, es otra historia.

En el seno de una familia judía, y con un padre férreo que juzgaba sus acciones, y le generaba culpa, creció el escritor que tuvo una sola obra publicada en vida, La Metamorfosis. Luego aparecieron post mortem varios cuentos, y una novela que tal vez anticipe la persecución nazi, y la cuestión judía, El Proceso.

Es hora de levantarse querido

En la Metamorfosis, el joven protagonista amanece, para ir a trabajar quiere darse vuelta en la cama para levantarse: se da cuenta que no puede, cae repetidas veces de espalda. Después ve agitar sus innumerables patas escuálidas, se da cuenta que tiene un torso negro y convexo. Gregorio Samsa, una mañana cualquiera despertó convertido en una cucaracha. El relato transcurrirá dentro de su casa y en relación con su familia. Su hermana, padre y madre, primero lo recibirán con asombro, después con asco. Gregorio o el hombre cucaracha, no saldrá de su cuarto y le darán la comida en un plato y cerraran la puerta-pensemos en un preso-. Csi no pisará el living. Finalmente la familia lo irá ignorando, seguirán con sus vidas, dejándolo morir de a poco.

Las interpretaciones son multiples, una que tiene que ver con el mundo del trabajo. Gregorio sostiene a su familia y es responsable. En la primer parte de este relato, el primero que toca el cuarto de su habitación es su jefe porque no ha ido a trabajar. Otra, la mirada de Gregorio sobre sí mismo, siempre sojuzgado por la familia, aunque el los mantiene económicamente. Y una más, que la familia, en realidad lo menospreciaba por sus aficiones, más literarias que a los negocios. Tema clave siendo el varón mayor de una familia judía de principios de siglo.

Aunque no hay un maltrato, es claro el desdén, el desprecio, el asco que le genera, sobre todo al Señor Samsa (padre), que ahora se ve obligado a mantenerlo. Tal vez la mirada de los otros lo convirtió a Gregorio en un insecto asqueroso, antes que despertara en esa mañana gris ya transformado en su caparazón de quitina.

Franz Kafka murió un 3 de Junio de 1924, en una ciudad austríaca, tuberculoso, y a los 40 años. Alejado de alpes, de la Viena del 900, y de geografías austro-húngaras, hay discursos similares.

El otro es una amenaza, antes de anularlo-dejarlo morir-, es conveniente convertirlo en cucaracha, -de manera simbólica- transformarlo, metamorfosearlo en algo oscuro y despreciable. Vienen a quitarnos nuestro ingresos, los planes sociales, a infectarnos de Coronavirus. Eso hacen los inmigrantes, para la periodista de un canal de 24 horas de noticias, en una muestra brutal de xenofobia. Supuestamente los gendarmes evitan que esa monstruosidad-inmigrantes– salgan de su cuarto, y ganen el living, ingresen al país.

Kafka en una foto a principios del siglo XX, junto a Ottla, una de sus tres hermanas. Ella y su amigo Max Brod eran las compañías preferidas.

Discursos que matan

Esperemos que en una editorial, ofrezca disculpas, se retracte, de un desatino que recorrió los televisores de este país, sin hacer demasiado ruido. Sucedió en una semana que el rascismo y la estigmatización retornó con violencia en Estados Unidos. Mientras termino estas líneas hay manifestaciones de afros, en Londres y París.

Atentos, y atentas, porque los discursos movilizan, son percibidos de manera conciente e inconciente, y más en sociedades atravesadas por el encierro y un virus pandémico. Cualquier desequilibrado puede convertirse en el señor Samsa, y sojuzgar al otro. O peor las palabras, no son inofensivas, llevan a las acciones. Y estamos a un paso de que emerja lo peor de la condición humana.

Porque el peligro es convertir al otro, a un hombre o mujer, a un club de fútbol, o a sus hinchas. Tal vez a un partido político, o a un grupo de militantes, en un insecto monstruoso. Porque cuando lo hagamos podremos sin culpa eliminarlos o dejarlos morir como una cucaracha.

La periodista de TN en una expresión contra los inmigrantes. ¿Veremos las disculpas en vivo por sus xenófobas palabras?


Matías J. Escot. Docente de Historia . Apasionado por la historia argentina, letras y política. Escritor, divulga la historia de nuestro país en Relatos del Sur Autor del libro “Escritores en Combate 1”