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EL MATÓ: Ese rayito de sol que te pega en la cara

28 julio, 2023

Hacia Viernes Salvajes

Me gustaría pensar que Okupas es mucho más que una historia de cuatro amigos, un perro y una casa. Para mí siempre se ocultó algún mensaje detrás, algo que Bruno Stagnaro quería contar. Podría tratarse tranquilamente de la historia de una banda de rock, la casa podría ser la alegoría de la música que es lo único que los contiene, porque en el afuera habita la amenaza, el éxito y el fracaso.

Santiago Barrionuevo, el artista posteriormente a llamarse Santiago Motorizado (adoptando esa costumbre ramonera de apellidarse como su banda), tenía 20 años cuando se estrenó la serie Okupas por la TV Pública. Faltaba poco más de un año para el estallido social del 2001, para esas escenas casi apocalípticas inolvidables, que bien podrían haber tenido como banda de sonido las canciones de El mató a un policía motorizado.

Todo eso, la música, la poética y los dibujos iban a explotar casi al mismo tiempo que el país, cuando con Guillermo “Doctora Muerte” Ruiz Díaz (batería) formaron la banda en La Plata y luego convocaron a Mánuel “Pantro Puto” Sánchez Viamonte y Gustavo “Niño Elefante” Monsalvo en las guitarras y Agustín “Chatrán” Spasoff en los teclados y sin querer (ni saberlo) empezaron a montar una escena que el periodismo vernáculo daría en llamar Indie.

La Plata, la ciudad de las diagonales, la ciudad universitaria es un polo musical y político. Tierra natal de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, hay algo de ellos en El Mató, en sus guitarras, en la búsqueda por letras que se alejan de la realidad social e intentan desde la poesía urbana decir cosas profundas. En la banda surgida en este siglo se encuentran la síntesis de todo lo que es la capital bonaerense. Toda esa ebullición contenida en lindas canciones para escuchar mientras se viene el apocalipsis.

Su discografía es un recorrido por los inicios de un siglo que se venía tecnológico y espiritual. El Mató a un Policía Motorizado, su disco de 2004 es su carta de presentación diciendo «esto somos, esto tenemos para decir». Con guitarras bien al frente, una base rítmica que marca el pulso de un sonido que suena a nuevo pero que trae ecos de los Sonic Youth de los 90s, de los Pixies, algo de Ramones y Attaque 77.

Portada de «Un Millón de Euros», CD de 2006.

En la trilogía de EPs que continúan su discografía, encuentran el sonido definitivo y logran una verdadera obra maestra en tres actos. El nacimiento (Navidad de reserva, 2005), la vida (Un millón de euros, 2006) y la muerte (Día de los muertos, 2008) están retratados en un mismo universo narrativo. Cada disco es una obra independiente, pero pertenece a una obra compuesta por 21 canciones que atraviesan este recorrido sonoro, el ciclo de una vida que se pone en juego entre guitarras distorsionadas y letras que buscan la esperanza en un mundo en el que ya no queda nada.

La Dinastía Scorpio (2012) marca el regreso al formato álbum y se alejan del EP. La banda ya había ganado notoriedad en una escena que parecía desparramarse territorialmente por fuera de La Plata. El público que arrastraban de un show a otro fue en aumento, en un camino sin contratiempos a la masividad y al maistream festivalero.

Con La Síntesis O’Konor y La Otra Dimensión componen un disco doble que salieron con dos años de diferencia. En La Síntesis alcanzan la madurez y su mayor nivel de calidad musical. Acá ya se imponen varios hits, por lo que se convierte casi de inmediato en su disco más exitoso. «El tesoro» es la gran canción que se desprende de este disco y atraviesa todas las barreras, es una hermosa canción de amor que late en cada acorde. «Ahora imagino cosas», «La noche eterna», «El mundo extraño» forman la constelación de éxitos de este gran disco. En La Otra Dimensión viven las canciones que quedaron descartadas en la selección final de La Síntesis. Ambos discos son el resultado de las sesiones grabadas en los estudios Sonic Ranch de Texas, EEUU.

El pasado 7 de julio salió Super Terror, su último disco. Planteado como el verdadero sucesor de La Síntesis O’Konor, con un regreso al sonido ochentoso, al post punk que marcó el rock en aquella época, a un sonido con bases más electrónicas que demuestran el nivel de experimentación del que la banda porta desde sus inicios. Grabado también en el estado sureño de Texas. Con “Tantas cosas buenas”, pensado para la serie Okupas, específicamente para la escena en la que los protagonistas escapan del Doke en un flete y la canción debía sonar desde la radio como si fuera un tema de FM Aspen, bien popero, fue el primer corte de difusión. Con un sonido bien arriba pero con una letra que va para abajo, para las profundidades del alma, sienta las bases de la experimentación y las contradicciones en las pasiones del ser humano.

En cada disco hay un universo propio que se vincula con los demás pero que son esferas autónomas. Pareciera, cada uno de ellos, la banda de sonido de películas donde la tecnología, la muerte, el destino y el fin del mundo son los temas que se imponen en su narrativa.

No es casual que Bruno Stagnaro haya elegido a Santiago y a El Mató como los artistas encargados para musicalizar las escenas que habían quedado sin música por una cuestión de derechos. La banda encarna, desde el plano artístico, el margen del sistema.

La primera vez que supe de la banda fue al leer una nota en la revista Rolling Stone, dónde quien firmaba el texto, la bautizaba como “indie chabón”. Está claro que lo chabón es lo barrial, lo conurbano. El rock chabón era (y es) lo suburbano, las experiencias de las juventudes obreras que viven en los barrios bajos. Por supuesto, son motes del periodismo que utilizan en cada banda, en cada corriente una especie de etiquetado frontal para segregar la diversidad y bajarle el volumen a lo que los artistas expresan de la cruda realidad. Es decir, la paja del periodismo berreta de nuestro rock.

El Mató a un Policía Motorizado son los okupas, por mérito propio, de una escena del rock nacional que tuvo que abrirse camino después de la tragedia de Cromañon. Cuando parecía que todo se desmoronaba, un nuevo sonido de bandas platenses, salieron a demostrar que, con un sonido experimental y lindas canciones, había un poco de esperanza. Hoy, que pareciera que el Trap lo tapa todo, El Mató es ese rayito de sol que te pega en la cara, a través de la ventana del colectivo, cuando parece que todo está perdido. O, a lo mejor, son también la banda de la que habla Okupas, de la que siempre habló la serie, y nunca nos dimos cuenta.

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Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.