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JOSÉ PABLO FEINMANN: EL INTELECTUAL IRREVERENTE

18 diciembre, 2021

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«–Pibe, no seas tonto. –Fernando se sorprende. No sólo lo ha tuteado. También le dijo pibe.
Asumiendo, por primera vez, una realidad velada, que todos fingieron desconocer desde el comienzo. Aramburu es un hombre grande, casi viejo. Ellos son demasiado jóvenes. Aramburu es un figurón de la República. Un general del Ejército. Un bronce del país antiperonista. ¿Cómo no va a tutearlos? ¿Cómo no va a decirle, ahora, a Fernando, pibe? –¿Cómo dijo? –dice Fernando y una vena viboreante y abultada se dibuja en su frente. –Que no seas tonto. Puedo ser tu padre. Escuchame: no te arruinés la vida. No cargués sobre tu espalda un cadáver como el mío. Te va a pesar mucho. Te van a perseguir siempre. Hasta que te maten. ¿Y esto, todo esto, se lo vas a dar a Perón? Si lo traés de vuelta, te va a cagar.
–Su lenguaje, general. Me sorprende. ¿Tan perdido se siente?
–Lo hago por vos, pibe. No vale la pena lo que hacés. Sacrificar tu vida así, por el anciano de Puerta de Hierro. Te lo juro, me cuesta entenderlo.»

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Esta debió ser la conversación entre Fernando Abal Medina, líder de Montoneros y el General Pedro Eugenio Aramburu, el ingeniero de la
Revolución Libertadora. –Era el responsable del derrocamiento a Juan D. Perón en 1955, y de los asesinatos clandestinos en José L. Suárez en 1956-.

Ambos protagonistas de uno de los episodios más resonantes de la historia política argentina. Ambos, también, protagonistas de una novela que es un viaje a las profundidades de la lucha armada, y que relata con prosa maestra, el hecho que abrió las puertas de una década de violencia que ya tenía el sello de una muerte anunciada. Y también perversa. Los años ‘70 en nuestro país comenzaban de la mano de un grupo de jóvenes católicos, ex alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires, de familias antiperonistas en donde habían escuchado lo peor sobre el viejo tirano y que un día cualquiera, tomarían las armas para patear el régimen de Onganía-presidente de facto 1966-1970-, y así consolidar la vuelta de Perón a la Argentina desde el exilio en España.

Tapa del sábado 30 de Mayo el diario La Nación informaba sobre el secuestro del ex-presidente de facto Pedro E. Aramburu.

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Así lo escribió José Pablo Feinmann en su computadora una fría madrugada del año 2009.

Había empezado, hacía unas semanas, a escribir algo que aún no sabía que era una novela pero que ya aspiraba a ser su propio El Corazón de las Tinieblas. Y vaya que lo logró. Feinmann, quien por aquellos años escribía la contratapa de Página 12 contando la historia del Peronismo desde la filosofía, textos que luego se compilarían en dos gruesos volúmenes llamados «Peronismo, Filosofía política de una obstinación argentina», se encontró con la tarea de narrar el episodio sobre la muerte de Aramburu.

«Feinmann, logra un viaje a las profundidades de la lucha armada, y que relata con prosa maestra, el hecho que abrió las puertas de una década de violencia que ya tenía el sello de una muerte anunciada. Y también perversa»

CHARLY LONGARINI

La documentación fáctica hasta ese momento era mínima, si contamos que solo existía el testimonio de Mario Firmenich para la revista La Causa Peronista. «Nunca hay que creerle a Firmenich», dijo más de una vez Feinmann. Eso lo llevó a reflexionar sobre aquél hecho y se dio cuenta que era un campo fértil para la ficción. Y así escribió la novela Timote en dos meses y medio. La novela nos presenta a un narrador conjetural, un narrador que intenta reconstruir los hechos a través de expresiones como «supongamos que». Y mediante este mecanismo va rellenando los huecos que la Historia escondió en los rincones de aquella estancia. El narrador avanza usando la lógica de la historia y la del relato peronista.

Fernando Abal Medina es el encargado de ejecutar a Aramburu. El jefe de la organización, quien desde el prólogo ya sabemos que dos meses después encontraría la muerte en una encrucijada en un bar, asume un riesgo al entablar conversaciones con el condenado. Sus compañeros le advierten que es peligroso porque eso humaniza a su enemigo, y al momento de tener que darle el tiro de gracia lo va a perturbar. Abal Medina desestima esos consejos, porque si no lo hiciera, no habría conflicto y, por lo tanto, no habría novela.

Timote está entre las novelas fundamentales de la literatura argentina. Sin subirla a ningún pedestal, sin equipararla siquiera con obras como Respiración Artificial, Adan Buenosayres o Los Siete Locos, puede constituirse como la obra magna de un escritor muy prolífico, a quien se lo considera más por su rol de filósofo que por el de literato.

Con pulso de thriller se mete con un capítulo muy delicado de nuestra historia reciente. Y no sólo sale indemne, también le puede pelear mano a mano, y desde la inocencia de la ficción, a cualquier libro de investigación que se haya animado a hablar del tema.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.