MARTÍN RIPARI
Se cumplieron tres décadas que Diego Armando Maradona firmaba el contrato con Boca después del segundo castigo con la FIFA, pasan muchas cosas por la cabeza, por el corazón de los hinchas de Boca al evocar una fecha tan importante fue la segunda vez en la que Diego estampó su firma en un contrato para vestir la camiseta del Club Atlético Boca Juniors.
La primera había sido el 20 de febrero de 1981, unos catorce años antes, este, era un presente bastante distinto con todo por delante, Diego no había vivido el mundial de España 82, el de México 86, su batalla con el Nápoli, y todo lo sucedido con sus suspensión jugando contra el Bari, tampoco el mundial de Estados Unidos 94.
Digo el mundial en Estados Unidos y aquella tarde fatídica , del 25 de junio de aquel año, , cuando esa enfermera robusta lo lleva a Diego, para hacerle el antidoping que derivó en la segunda suspensión y que le impidió a Maradona volver a jugar al fútbol profesionalmente, marcando su calvario.
Se cumplieron 35 años, para mí fue el día de la eliminación de Italia a manos de Argentina, en aquel mundial de 1990, la azzurra perdió 5-3 por penales, tras ir ganando 1-0 con gol de Schillaci y , lo empató Caniggia y luego la historia conocida, Sergio Goycochea, contuvo los penales de Aldo Serena y Donadoni, y ese día comenzó el calvario de Diego; cuando mete el gol en el cuarto penal la FIFA no se lo perdonó.
Fueron 15 meses, ya no se lo habían perdonado en 1991, tampoco contra Nigeria en 1994, existió ese tiempo para que Diego vuelva a jugar al fútbol. Firmó este contrato el 24 de julio de 1995, todavía suspendido. Con el propósito de que terminara la suspensión y volver a ponerse los cortos con la camiseta azul y oro la que más amaba, eran tiempos de Silvio Marzolini, de un segundo ciclo, en aquel apertura 1995. Boca que todavía tenía al Beto Márcico, que ya no tenía al Beto Carranza, y tenía a Alphonse Tchami, Claudio Caniggia, el propio Maradona y la llegada de Cristian «kily» González, que tenía al «negro» Fernando Gamboa, a Néstor Fabbri, Carlos Mac Allister, Saldaña, junto Blas Giunta y Diego Soñora, y Medero.
Un montón de jugadores que venían de otros procesos y un Boca que tenía promesa de campeón; Navarro Montoya, Saldaña, Gamboa, Fabbri, Mac Allister; Soñora, Carrizo, Márcico, y González, Martínez y Caniggia después se acopló Diego. Con la firma de diez y la incorporación de tantos buenos jugadores la expectativa era muy grande. El campeonato iba a empezar a los tumbos y no jugando demasiado bien, y mejorando sustancialmente cuando Diego se calzara la número 10 y la cinta de capitán.
Simbólicamente significa el retorno del gladiador, del tipo que se sobreponía a todo, que por más que lo apedrearan y lo maltrataran y lo vulneraran, siempre podía volver, y volvió con el mechón amarillo, de eso vamos a hablar más adelante en señal de protesta del técnico de la selección que era Daniel Passarella. Van a faltar un poco más de dos meses para que Diego se pusiera los cortos, fue en la capital coreana, Seúl frente a la selección de Corea del Sur, cuestión que hablaremos más adelante. Por lo pronto celebramos los 30 años del segundo retorno al fútbol profesional del que mejor supo interpretarlo desde la cuestión táctica y estratégica, pero sobre todo desde su significancia para la afición argentina.
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