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Y JUREMOS CON GLORIA

6 enero, 2023

FÚTBOL Y COLONIALISMO

¿Qué acontecimiento global genera más reacciones nacionalistas que un mundial?

La respuesta es ninguno. Muchas veces confundimos futbol con guerra y si bien es un acontecimiento conmovedor y emocionante escuchar el himno entonado por los jugadores de tu país muchas veces los tantos terminan confundiéndose. Cuando yo era chico el mundial de Italia 90 significo una bisagra en mi relación con la idea de patria. Eran años de rancio menemismo y lo cierto es que por esos años cantar el himno no me causaba gracia alguna. Eran los años en los que el gobierno de Carlos Saúl Menem se entregaba a las relaciones carnales con Estados Unidos de manera obscena mientras aplicaba un paquete económico basado en una política de privatizaciones que intentaba reducir el estado a su máxima expresión.

Por esos años ningún político había recuperado la idea de nación y de patria como sucedería durante la primera década del siglo XXI con los gobiernos de Néstor primero y de Cristina Kirchner después. El adolescente parco y desilusionado con nuestra historia y que desconocía las tradiciones políticas de nuestro suelo que yo era, se sentía seducido por el internacionalismo de izquierda que consideraba que cualquier idea patriótica de por si era reaccionaria.

Tuvieron que pasar muchos años para darme cuenta que esa lógica era pobre y banal ya que sobre la idea de patria se pueden construir grandes programas que permiten edificar la prosperidad de un pueblo. Solo cuando jugaba la selección (sobre todo en el inolvidable mundial 90) las estrofas del himno nacional lograron conmoverme. Si Diego, Goycochea y el resto de los jugadores dirigidos por Bilardo cantaban el himno yo era uno más de los que se sumaba a entonar esa hermosa canción compuesta Vicente López y Planes y Blas Parera. Eran tiempos de apoliticismo que sin duda habían penetrado en el tejido social convenciéndonos de que la política era corrupta y que nada bueno podía esperarse de ella.

30 años después observamos atónitos como ese pensamiento sigue siendo hegemónico y que goza de excelente salud. La batalla cultural que había comenzado a darse en relación a esa idea de lo político hoy naufraga frente a la embestida feroz del poder real que pareciera hegemonizar una idea de la vida en comunidad que excluye la idea de ciudadanía y que pone en el centro de la escena el rol del consumidor y el de la propiedad privada.

Volvamos al inicio

No hay acontecimiento que genere más reacciones nacionalistas que un mundial y a su vez no hay evento futbolístico que despierte mayor histeria colectiva que lo que ocurre cada vez que cada cuatro años comienza a rodar la pelotita.

Durante la final del mundial de Qatar 2022 fui preso de uno de esos raptos de nacionalismo que me llevo al extremo de decir cosas que luego me avergüenzan. En el medio de la final entre Argentina y Francia sobre todo cuando el combinado galo nos empato comencé a decirles esclavos a los jugadores franceses. Repetí muchas veces palabra esclavo. Obvio que estaba ebrio y el futbolero argentino alcoholizado sabemos que tiene licencia para decir cualquier estupidez.

Voy a intentar explicarme mejor. Como sociólogo intente en el medio del partido vincular la negritud del equipo francés a la idea de neocolonialismo que los franceses ejercieron durante los últimos dos siglos en África y Oriente medio. Nadie puede ser ingenuo y negar que Francia y Gran Bretaña son dos de las grandes potencias coloniales de los últimos doscientos años.

Ahora bien, lo que quiero decir es que una cosa es que Francia aproveche ese linaje producto de su práctica colonial utilizando hijos de inmigrantes de las colonias africanas para competir y triunfar en los campeonatos del mundo pero otra muy distinta es considerar que esos jugadores negros hijos de inmigrantes africanos y de medio oriente son esclavos por representar a Francia. Sin ir más lejos todos ellos tienen el derecho de representar a Francia y cantar la marsellesa como el más blanco de los franceses que habite la faz de la tierra.

Ahora que los ánimos han bajado y que las pulsaciones vuelven a su lugar pienso en la gesta de Italia 90. En esos hermosos jugadores argentinos que me hicieron emocionar por mi país cuando nada ni nadie lograba conmoverme en relación a la idea de patria. Y también pienso en estos jugadores franceses hijos de padres cameruneses, angoleños y argelinos entre otras nacionalidades que también en la derrota (como nosotros en el 90) lloran por su nación. El sentimiento de pertenencia a la patria merece respeto y admiración y opera como antídoto contra el despreciable bullyng de redes sociales que sufre el derrotado. En 2014 el bullyneado fue el pipa Higuain y el equipo argentino. No nos transformemos en el agresor ahora que saboreamos de las mieles de la victoria. Además de morir como cantaba con furia y amor Diego y equipo argentino en Italia 90 también estaría bueno eso de jurar con gloria vivir.

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IG: @juanpablosusel

JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)