El economista y premio Nobel Paul Krugman publicó una dura columna en The New York Times, bajo este título y ofrece una mirada critica al reciente rescate financiero impulsado por Donald Trump al gobierno de Javier Milei, y a las supuesto interés estratégico del país del norte con Argentina, expresado en las declaraciones del primer mandatario norteamericano.
Krugman sostiene que la decisión de Washington de destinar miles de millones de dólares a la Argentina no responde a ningún interés estratégico real de Estados Unidos. El país sudamericano representa menos del 0,5 % de las exportaciones norteamericanas y no es un socio comercial clave ni un aliado geopolítico central. Según el Nobel, la medida tiene más que ver con una afinidad ideológica y política entre Trump y Milei que con una lógica económica sólida.
El artículo también advierte que el supuesto ‘rescate’ podría terminar siendo un negocio para fondos de inversión y empresarios cercanos al poder, más que un plan para estabilizar la economía argentina. Si tomamos una nota del mismo diario acerca de empresarios allegados a Bessent se dice, «Los principales fondos de cobertura incluidos aquellos dirigidos por amigos del secretario del tesoro Scott Bessent podrían beneficiarse financiaremente del rescate. Fondos de firmas de inversión como Blackrock, Fidelity y Pimco tienen fuertes inversiones en la Argentina»
De esta manera Krugman describe la operación como una típica jugada ‘trumpesca’: espectacular en la forma, riesgosa en el fondo y diseñada para favorecer a los amigos ricos antes que a los pueblos necesitados.
Además, el economista alerta sobre las políticas de Milei —como la sobrevaloración del peso y los recortes drásticos del gasto público—, que en lugar de generar estabilidad pueden profundizar la recesión y el malestar social. En su visión, la combinación de ortodoxia económica extrema y financiamiento condicionado por intereses externos podría dejar a Argentina más vulnerable que antes.
Recordemos que el Nobel en Economía (2008) que realizó una valoración positiva del desendeudamiento y el crecimiento argentino durante el gobierno de Néstor Kirchner, tuvo un pensar heterodoxo a algunas recetas que provenían de los think tanks del establishment financiero norteamericano. Incluso conversó con Néstor Kirchner en Nueva York, en abril de 2004, cuando había pasado casi un año de la asunción del primer mandatario.
En resumen, Krugman observa que en la alianza Trump-Milei puede encontrarse un ejemplo de cómo la política económica puede usarse para hacer propaganda ideológica y beneficiar a élites financieras, mientras los costos recaen sobre la población, y no sobre la casta, como decía el propio Milei en campaña.





