«Es que estos, que se llaman a sí mismos intelectuales, de tan afanados de saber de lo que pasa en las otras casas, nunca saben nada de la propia» (Arturo Jauretche, Los Profetas del odio y la Yapa).
La seudointelectualidad argentina entiende conceptos europeos, lee libros difíciles, y anda buscando como encajar la realidad en lo que lee, no hay manera de ser más teórico, y no porque despreciemos la teoría, sino decimos teóricos en términos abstractos, sin anclaje en la realidad. Un intelectual es aquel que comprende la realidad, y a partir de ella de la praxis elabora un esquema teórico, en lo posible con patrones propios, más que con diccionarios ajenos. Esta introducción solo da pie a nuestra editorial a la nota del diario La Nación que apareció el último sábado 28, cuyo título es La discordia histórica entre la clase media y la patria choriplanera.
Marcelo Gioffré, si uno recorre su biografía parece ser aquellos intelectuales, de esos que se califican librepensadores, bienpensantes y químicamente puros, que hablan de la República y las instituciones, los pactos democráticos, y la convivencia democrática, para después construir una nota totalmente dialéctica donde la Argentina está dividida, en blancos meritocráticos, que se ganan el día, contra negros choriplaneros manipulados por un movimiento perverso- el kirchnerismo-, que nos asumen el desafío de la dignidad.
Lejos de construir una editorial de tono personal contra el autor, no sorprende, creemos que es coherente con la línea editorial del diario, y hasta podemos remontarnos a Bartolomé Mitre, que llevaba la «civilización» a la provincia de La Rioja, y le escribía a Domingo Sarmiento, «Es necesario una guerra de policía, La Rioja es una cueva de ladrones…» de esta manera proponía el exterminio de los sectores populares. El eje de la nota de Gioffré, y del diario, es conocido, está en una dialéctica histórica de civilización y barbarie, el enfrentamiento como aquiescencia.
Como todo pseudointelectual letrado toma el cuento Cabecita Negra, de Germán Rozenmarcher, donde un clase media, baja de su departamento, y encuentra a un cabecita negra, una mujer de la calle, harapienta, que grita y no lo deja dormir. Entonces llama a un policía, para que la detenga. Le pide que se la lleve presa y luego dice, «estos negros se ponen en curda y hacen barullo», luego continúa la narración. Rozenmacher lejos de pensarlo, ofrece en el cuento la voz clasista y hasta rascista de una clase media, que observa al cabecita negra producto de un peronismo, que lo invadió, y ahora molesta. Este personaje clasemediero, con una lógica excluyente en el cuento es el personaje del doctor Lanari.
No llama la atención el encuadre, si que la nota desborde, chorre clasismo en toda la hoja, cuya portada es un un hombre blanco con un sushi en la cabeza, separado, cortado, por una figura, una bandera argentina, y del otro lado, al hombre negro con un choripan, también sobre su cabeza. ¿Esta claro, no?, Es uno u otro, los dos no son parte del país, y menos los choriplaneros y kirchneristas de nuestra patria blanca, pura y meritocrática.
Además, el autor de la nota se convierte en el propio personaje del cuento que él cita, Gioffré se convierte en Lanari, los vagabundos que no asumen la dignidad, le cortan el paso a un taxista, al trabajador blanco y honrado. Parafraseando al cuento, le faltó a escribir al autor, al librepensante, «Estos negros cortan el paso y hacen barullo».
Finalmente luego de presentar un escenario polarizado, de enfrentamiento donde no hay ningún matiz que una al hombre que corta la calle, con el taxista, al negro, con el blanco tomando el enfrentamiento que es el eje del planteo, el autor se pregunta, ¿Cómo recuperar un proyecto de vida en común?
Y es este el punto central de esta editorial, es ahí donde opera la seudointelectualidad derechosa argenta, la «vida en común», será blanca, sin choriplaneros, sin morochas vidas que corten las calles, que aquellos que tiene sus derechos cercenados, no molesten a la Argentina blanca, y sí lo hacen buscamos un concepto psicológico para comprender lo que sucede, no es la falta de derechos, (de vivienda, trabajo, salario), las condiciones materiales de su existencia, sino son «resentidos», según el tono bienpensante.
Esa ceguera, ese no ver al «otro», y tomarlo como una amenaza, como una afrenta contra la vida en común, es una ceguera histórica de la intelligentzia argentina contra los sectores populares, los humildes los subocupados, desocupados actuales. No los ven, y cuando los ven, los estigmatizan, como la nota, y como un candidato a presidente que quiere terminar con la ayuda social a aquellos que corten las calles.
Tal vez, para Entre Nos, la patria sea también con ellos, porque como dijo Cristina Fernández, en las inundaciones de La Plata en el 2013, la patria es el otro.
#Somos Entre Nos
#Somos Eso.
Imágen de portada: Nota del Diario La Nación
La Nota polémica del diario La Nación: Clase Media y Patria Choriplanera
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