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NUESTRO VERDADERO PERÓN

1 septiembre, 2023

Hacia Viernes Salvajes

Por esas cuestiones que tiene el destino, ayer estuve en la esquina más importante del país en lo que tiene que ver con la actualidad. Era cerca del mediodía, y a pocos metros de Juncal y Uruguay, salió Cristina de su domicilio rodeada de algunos custodios, muchos militantes y periodistas que la aguardaban desde las primeras luces del día. Ella se tomó el trabajo de saludar a las personas que le demostraban cariño y admiración en dosis similares, firmó ejemplares de su libro Sinceramente, se trepó al estribo del auto que la iba a llevar al Congreso y saludó a todas y todos.

Y entre ellas y ellos, entre ese grupo minúsculo pero bochinchero estaba yo siendo testigo de un momento único e histórico (sobre todo para mí).

Ella se subió a su auto y pasó a mi lado, a un escasísimo metro de distancia. Con la ventanilla baja iba saludando y en un momento me miró, entré en su radar y con una sonrisa que tengo grabada en algún lado, me saludó con su mano izquierda. Fue apenas un segundo, o tal vez menos. !Pero qué importa el tiempo y el espacio! Aunque al segundo se haya olvidado de mí, aunque su mirada ya esté entrenada para enfrentar multitudes, me miró, me registró y eso no me lo voy a olvidar jamás.

Pero para lo que no estaba preparado era para la emoción. El auto se fue entre personas que la seguían corriendo a la par para demostrarle amor en un barrio tan hostil para el peronismo en todas sus vertientes. Y de repente la cara se me tensó, y de adentro mio empezaron a empujar lágrimas que no esperaba. Intenté serenarme, tenía que reprimir aquello. No era el momento ni el lugar apropiado para que el amor se me escapara por los ojos. Así que me alejé un poco, caminé unos metros para tomar aire y que todo vuelva a su lugar habitual.

Mientras intentaba domar el alma, recordé que mi viejo me contó que en el 73, cuando volvió Perón, lo vió desde un balcón mientras él marchaba con su sindicato pasando por la puerta de la CGT. Me contó mi viejo que de la emoción que le agarró, se tuvo que desprender de su columna para dar la vuelta manzana y volver a pasar frente al General.

Y recordando esto se me ocurrió la loca idea, de que a lo mejor, por el tamaño en la Historia y por los bombardeos mediaticos-judiciales sistemáticos, Cristina sea nuestro verdadero Perón. Sé que ese mote, de alguna manera, la juventud se lo puso a Nestor al momento de su muerte. Pero por los ataques y por la resistencia a todo ello, Cristina es Perón. Hoy no tengo ninguna duda. Y si no es así, a lo mejor, tendremos que hacernos cargo del machismo que nos gobierna y nos nubla la razón. Y que Dios, la Patria y la Historia nos lo demanden.

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Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.