Internado desde el 14 de junio de este año, y sin recuperación posible falleció a los 64 años Jorge Ernesto Lanata, nació en Mar del Plata en 1960 y vivió en Sarandí. Con sólo 14 años comenzó en Radio Nacional, y terminó el secundario en el turno noche. Su recorrido fue amplio, fundador a finales de lo años 80 del disruptivo Diario Página/12 (1987) con el que marcó un estilo periodístico desde sus tapas, títulos y bajadas.
Antes había trabajado en el informativo de Radio Belgrano, y fue columnista del programa Sin anestesia de Eduardo Aliverti. Página se caracterizó, por un diseño austero que comenzó a hacer ruido con 10.000 ejemplares y la primera tirada tuvo 12 páginas, de ahí su título. Participaron plumas notables como Juan Gelman, Osvaldo Soriano, Horacio Vertbisky, Tomás Eloy Martínez, Miguel Bonasso, Juan Sasturain. Además de incorporar jóvenes que terminaron siendo escritores como Rodrigo Fresán, Alan Pauls, y Juan Forn.
El menemismo lo forjó como periodista rockstar criticando a la clase política por su enriquecimiento, negocios frente al empobrecimiento generalizado del país. El programa radial en Rock & Pop, Hora 25 es fue una joya que hoy puede volver a escucharse por estar colgados en youtu. Condujo en América el programa Día D, un clásico de los domingos a las 23, en el que desarrolló una propuesta periodística de investigación. Dia D, que tuvo nombres como Marcelo Zlotowiazda, Ernesto Tenembaum, Martin Caparros, y el propio Verbitsky.

Tras el cierre del Diario Crítica, en el contexto que el modelo de negocios estaba cambiando para los medios de comunicación, decidió optar por el grupo Clarín, cuando prevaleció «la grieta», en su juventud periodística criticó fuertemente al gran diario argentino por su posición dominante, y su extorsión con el a los demás medios gráficos por el precio del papel. Jugó fuerte en el 2013 ingresando al grupo Clarín, y en Radio Mitre con una línea editorial furibunda contra el gobierno de Cristina Fernández y el Kirchnerismo.
Dejamos lugar a algunas líneas de nuestros columnistas:
Jorge Lanata x Juan P. Susel
En los 90 Jorge Lanata representaba el ideal del periodista crítica y comprometido. Contestatario y talentoso con el pucho siempre en la boca su ideal era Rodolfo Walsh. Para los adolescentes del neoliberalismo su palabra era santa. Yo me levantaba antes de ir al colegio y lo escuchaba en la Rock & Pop con el ruso Verea entre tantos otros tipos fáciles de admirar. En aquel momento Lanata era algo así como el jefe de los buenos.
El mito decía que había fundado Página 12 (para mí el mejor diario de los últimos 50 años) pero poco a poco voces disonantes discutían la idea de que el fundador en soledad fuera Lanata. Wainfield, Verbitsky y Aliverti entre otros discutían la arrogancia de Lanata de asumir en soledad lo que fue una creación colectiva.

En los 2000 luego de varios traspiés Lanata ya no representaba ese faro moral pero seguía siendo alguien a escuchar. El genio había sido reemplazado por el ingenio. Todo eso se me hizo pedazos cuando le vendió el alma al diablo haciéndose buque insignia del grupo Clarín en plena guerra del kirchnerismo con el campo. El mapa que denunciaba el monopolio de lo gran diario argentino había quedado atrás. Uso su prestigio para engañar subjetividades construyendo Fake News o lo que antes eras sin más noticias falsas. Desde el conflicto con el campo en 2008 yo no pude leerlo más.
Ahora que se murió es hora de hacer una síntesis. Lanata fue un tipo muy importante en la historia del periodismo argentino. Entendió como pocos el costado farsesco del poder. Además escribía muy bien y sus notas de los primeros años perduran a fuerza de gracia, talento y rebeldía. Después el sistema se lo comió. Igualmente lo dicho dicho está. Me quedo con sus años de juventud y su deseo de hacer un mundo menos peor. El resto es solo silencio.
Jorge Lanata x Charly Longarini
El ingenuo o inocente pibe que fui alguna vez en los noventa, quiso ser periodista en gran parte por culpa de Jorge Lanata, Página/12, en la Rock & Pop, y la Revista Veintiuno y sus continuaciones, sus libros de ficción lo convertían en una especie de rockstar del periodismo denunciante.
Con los años descubrí dos cosas de él, que no era buen escritor como creía y que fue más operador político que periodista. Imposible olvidar que se traicionó a sí mismo vendiéndose al poder de Clarín en los últimos estertores de su carrera para combatir al kirchnerismo que se hizo difícil ante cada proyecto que llevaba adelante.
La muerte no exime, no perdona ni mejora a nadie. La muerte lo encontró viejo, solo y enfermo peleando contra el olvido, y arañando un lugar en la historia que ojalá lo juzgue.
El tiempo dirá que lugar le corresponde, pero de él seguiremos hablando los próximos 50 años en este país.
Jorge Lanata x Matías J. Escot
«Acercate un poco más con la cámara…esto que estás viendo lo vas a ver por primera vez en la televisión argentina, y quizás sea una de las últimas veces que lo veas, porque ningún canal de aire pasaría esto. (…) Sabés que es esto tecnicamente un mapa de medios, ahí ves como se vinculan todos, acá están los medios más importantes de la Argentina (…). Es como si estuvieras viendo un teatro de marionetas desde atrás el problema que la marioneta sos vos, estos son los tipos que manejan gran parte de tus horas libres, de tus desos, de tus ganas de consumir de tus simpatías políticas, y lo que es peor de todos de tu libertad, estos son los medios»
Es el comienzo de Jorge Lanata en Canal 26, allá lejos y hace tiempo, 2009 creo, mostrando el conglomerado monopólico del Grupo Clarín, Esto que puede verse en un video en youtu, fue parte de estudio en las facultades de Ciencias de la Comunicación. Comienzo por acá por aquel Lanata que el establishment económico y político argentino aborreció e intento echarlo, como sucedía con su programa Día D en Canal 26, recuerdo que en el año 2000 cuando sentía más cerca a las bandas de Rock que a la clase política- hoy estoy pasando con matices por un momento similar-veía dos programas políticos y uno era el de Lanata en América.

Puedo verlo contestario, desenfadado, fumando al aire, careandose sin miedo contra dirigentes de fuste y haciendo periodismo de investigación que molestaba al poder. En momentos que se usa tanto, y la política está vaciando de contenido la palabra libertad, aquel fundador de Página/12, diario de vanguardia, mojón en el periodismo gráfico nativo fue una marca indeleble. Recuerdo además alguna noche escucharlo a mediados de los 90 en un programa fantástico en Rock & Pop, Hora 25.
Por supuesto me es difícil de entender el giro hacia el grupo Clarín, siendo el muy perjudicado con su diario, por la distribución del papel monopolizada por Papel Prensa- Grupo Clarín y La Nación- y su predisposición a hacer «periodismo de guerra» contra el segundo gobierno de Cristina Fernández. Lanata no hubo uno sólo, hubo muchos, me quedo con el Lanata periférico y contestario, que se peleaba contra el poder y lo sacaban del aire, con el pibe de Avellaneda desinteresado por el fútbol y angustiado por la enfermedad de su madre, también con el que hizo el documental Deuda (2002), y su efervecencia contra el menemismo cínico y corrupto.
Lanata es todos esos, y muchos más, como todo hombre tuvo fuertes contradicciones, audacia, mezquindades, ego y ambiciones. Hoy murió Jorge Lanata, prefiero recordar al altanero que prendió un pucho en cámara, allá por los finales de los años 90´, dijo, «Hoy se cumplen 7 años de menemismo, ¿Que nos está dejando?, Bienvenidos a Día D, se dió media vuelta y se fugó del plano
Jorge Lanata x Mauricio Toscano
Hubo varios Lanata. Los más interesantes, tengo entendido que murieron hace mucho, y sí, dejaron un recuerdo imborrable en nuestra memoria. Y es apelando a ese ejercicio colectivo, que reconozco en él a un profesional de la palabra, con enormes contradicciones, que lo llevan a ser recordado como la persona que fundó un diario (Página 12) y fundió otro (Crítica).
«Entiendo que no hay buenos o malos en la historia. Mucho menos que exista objetividad, con mayúsculas e impoluta, entre el universo de comunicadores vernáculos«.
Mauricio G. Toscano
Deja para el primero, los cimientos necesarios para establecer la discusión real, contra hegemónica, y disruptiva, ahí, en los albores de la jóven democracia; y, en cuanto al segundo, la muestra cabal de que es mucho más sencillo destruir que construir, y que las miserias, cuando se presentan todas juntas, no se pueden ocultar tras ningún editorial. Entre los caminos, que él mismo, se dedicó a trazar, y, al mismo tiempo, bifurcar, optó por la opción más baja.
Entiendo que no hay buenos o malos en la historia. Mucho menos que exista objetividad, con mayúsculas e impoluta, entre el universo de comunicadores vernáculos. Sí, comprendo que hay actores que defienden determinados intereses, tal cuál el caso de Lanata, que en el ocaso de su vida, dilapidó todo aquello que supo construir a cambio de algunos dólares manchados con sangre.
Hacía mucho tiempo que Jorge dejó de ser Lanata. Un operador sin Patria y sin alma se devoró al periodista. Un inescrupuloso mercenario de mentiras mató a nuestro maestro, y su cadáver político comienza a descomponerse en el seno mismo de la creación de sentido que él mismo contribuyó a consolidar. La predicción fue certera en la forma. Errónea en su destinataria.
Su familia, sus afectos, no están ahí para apretarle fuerte la mano. Están ocupados, matándose por su herencia. Porque en definitiva, fué él, quien murió sólo y enfermo.