
-Por Charly Longarini- @Charlylonga
Uno de mis hábitos, por no llamarlo obsesiones, es entrar a los sitios web de las editoriales que más me gustan y navegar entre libros, sinopsis, cantidad de páginas y demás cuestiones que derivan en un listado de libros pendientes de leer y comprar. En una de esas tantas incursiones en la web, entré a la página de la editorial Alfaguara, subsello de Penguin Random House, para ver de qué iba la última novela de Sacheri, un autor muy leído por mí en ese entonces.
Hubo un detalle que me sorprendió y me alucinó. Junto a los detalles del libro en cuestión había un pequeño reproductor de audio. Lo accioné y una voz, sinceramente no recuerdo si era la del propio Sacheri, empezó a leer la novela. Se trataba de un audiolibro, genero poco explotado por estas pampas, lamentablemente. Lo que me llamó la atención no fue el archivo de audio ni la posibilidad de escuchar la historia. No, lo que me voló la cabeza fue que el audio duraba algo más de ocho horas.

Ahí, en ese preciso momento, me di cuenta que si leyera la novela de un sólo tirón, emplearía en la aventura apenas ocho horas. Es curioso como el tiempo se desdobla sobre la realidad. No quiero (ni hace falta) leer la teoría de la relatividad desarrollada por Einstein, no. Lo que quiero es tratar de entender como un acto que podría llevarme un tercio de un día, si acaso dispusiera del tiempo necesario, a mí me lleva entre diez días y un mes. Nunca había medido la lectura de los libros en horas, sino en días o semanas. En esto nos podemos dar cuenta lo que nos cuesta conectarnos con la lectura. Si invirtiéramos tan sólo una hora diaria a la lectura, supongo, leeríamos mucho más. Al menos yo, que ando con libros en la mochila más tiempo del que me gustaría.
Así y todo, si puedo elegir, aún hoy en día me siguen atrayendo los libros más gordos. Es que los flacos, los muy breves, me generan algo de desconfianza, como que se me van a terminar justo cuando empiezo a coparme con su lectura. Si tengo que elegir entre uno u otro, voy con el que más página tiene, no lo dudo. Después veo cuando lo leo. Lo que me recuerda a una frase de Roberto Fontanarrosa en la cual se queja de las, a veces, largas extensiones de los libros: “¿Cuál es el lazo de confianza que me une a ese escritor para que durante dos meses yo me vaya a la cama con él y su libro?”. Claro, a lo mejor el Negro nunca se dio cuenta que podía liquidar esa obra en apenas unas horas. Pero si lo hubiera sabido, nunca habría dicho esa genialidad.