-Por Charly Longarini
Hacia Viernes Salvaje
Led Zeppelin era la banda que escuchaban los hermanos mayores de mi generación. En los 80s, esa música, ese rock te llegaba por herencia. Las radios, sobre todo hasta la génesis de la Rock & Pop, estaban en otra. Empezaban a aparecer los videoclips en la TV, y uno así podía ponerle cara a los músicos.
En una de las secuencias iniciales de Almost Famous (Cameron Crowe, 2000) William, el protagonista, hereda de su hermana mayor discos fundamentales de los 60 y 70. Ese gesto era el modus operandi de aquellos hermanos mayores, propios o de amigos, que te prestaban un casete para ver como te volaban la cabeza.
«Stairway to heaven» sonó en cada segmento de lentos en los «asaltos» que hacíamos en la pubertad. «Rock n Roll» la escuchábamos hasta en publicidades y «Black dog» era otra de las que uno conocía pero no sabía a quién le pertenecía. Aun así, no logré coparme con Led Zeppelin por aquellos años. Tuvo que pasar una década para que me interese por los forajidos de Londres.
Una caja preciosa, que en la tapa tenía una fotografía aérea donde se veían agujeros y señales sobre un campo de maíz, esos símbolos que habitualmente se le atribuyen a los ovnis, me llamó la atención en el mostrador de un Tower Records. Se lo pedí a uno de los vendedores y consulté el precio. Era el equivalente a seis CDs, a pesar que traía los primero cuatro álbumes de la banda. Tuve que ahorrar un par de meses, y cuando junté la plata, ya se había vendido. Por recomendación de un vendedor me llevé Led Zeppelin II.
A semejanza de The Beatles, fue una banda que duró poco más de una década. Pero los Zepp decidieron desintegrar la banda con la muerte de Bonham, porque entendían que no podían seguir adelante sin él, cada integrante era fundamental en el sonido y la vida de la banda.
Led Zeppelin nos dejó unas cuantas canciones que se transformaron en himnos. Sentó un legado en la música en general y en el rock en particular que aún permite perderse en sus melodías. No es música para tener de fondo, si uno no se detiene a escuchar con atención, está cometiendo una verdadera falta de respeto.
Dioses en la tierra, sexo, drogas, rock an roll, blues, folk, aullidos, riffs a prueba del tiempo, una base rítmica inigualable, excesos, descontrol, hoteles demolidos, giras envenenadas, miles de anécdotas que hoy son verdaderos mitos del rock que lograron meterse en el legado de un grupo de músicos que supo robarle al mundo éxtasis y belleza.
Para muchos es la más grande banda de rock de la Historia, y la verdad, a pesar que no abono las ideas que se constituyen en expresiones como «la mejor», no podría estar más de acuerdo.
Ese CD sonó en el minicomponente todas las tardes, escucharlo fue hipnótico. Lo mismo que me generaba Pink Floyd.
Lo primero que pensé es que se trataba de un blues eléctrico, como si los padres fundadores del Mississippi se hubieran conectado a alta tensión. Definir su música es complejo, pues cambiaban de disco a disco. Hay quienes dicen que hicieron hard rock, hay quienes aseguran que heavy metal, pero lo cierto es que exploraron todos los limites del rock.
Se formaron cuando The Beatles empezaban a desarmarse, tomaron algo de lo que hicieron los cuatro fantásticos de Liverpool y lo llevaron más allá.
Zeppelin sembró un arquetipo de banda de rock que luego iba a reproducirse infinitamente. Robert Plant encarnó al cantante carismático, frontman sexy y escandaloso; Jimmy Page al guitarrista virtuoso y místico; John Paul Jones al bajista virtuoso; John Bonham al baterista enérgico y poderoso.
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Charly Longarini
Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Profesorado Universitario de Letras. Universidad Nacional de Hurlingham. Columnista en Viaje al Fin de la Noche. Fm WEN. 93.9. Cinéfilo.