La otra vez les contaba a mis hijos que cuando yo era chico el futbol era algo que principalmente se escuchaba. Me miraron los dos con sus ojos grandotes abriéndolos más que de costumbre. Acostumbrados a la dictadura de lo visual que impera hoy en día les costó mucho imaginar al Juan Pablo de hace 35 años escuchando las alternativas de cualquier partido gracias a la ayuda de una radio chiquita pero así era.
Después de comer me ponía la radio en el oído y me tiraba en la cama y ahí semidormido imaginaba como llevaban la pelota los jugadores que los relatores mencionaban. No había nada que me gustara más que imaginar cuan cerca de la realidad se encontraba eso que yo me había imaginado. Los diez partidos de la fecha sucedían todos al mismo tiempo a finales de la década del 80 así que cada tanto el relato del partido principal se interrumpía por el enfervorizado grito de gol del que daba cuenta una conexión que podía llegar de Córdoba o de Rosario entre tantos otros lugares.
Descubrí el poder de la radio una tarde de noviembre de 1987 en un superclásico entre River y Boca que fue mi primer partido seguido en vivo. Se enfrentaban el River de Carlos Timoteo Griguol frente al Boca del toto Lorenzo en el monumental. En el primer tiempo Boca se había puesto dos a cero con dos goles de Jorge Rinaldi y en el segundo tiempo River lo dio vuelta con goles del Polilla Da Silva, Carucha Corti y el negro Palma. Las emociones de esa tarde se completaron con dos penales errados en los pies del mencionado Palma y de Jorge Comas en la última jugada del partido. Esa tarde escuche a Héctor Caldiero, en ese momento relator de Radio Mitre que era la radio que escuchaba todas las mañanas con mi mama antes de ir al colegio.
Amanecía con la voz de Magdalena Ruiz Guiñazu y las canciones de María Elena Walsh y la voz de mi vieja susurrándome al oído que había que ir al colegio. Mientras tomaba la leche escuchaba las noticias de la primavera alfonsinista justo unos meses antes de que el gobierno radical colapsara dejando todo en bandeja para el segundo experimento neoliberal de nuestra historia. Al año siguiente me encontré de casualidad con la voz de Víctor Hugo Morales y desde ese día mi vida cambio para siempre. La velocidad de Víctor Hugo y su capacidad metafórica para construir un relato literario con lo que sucedía en el campo de juego me cambiaron la vida para siempre.
Con el correr de los años descubrí otras facetas de Víctor Hugo. El hombre culto amante de la música clásica igual que mis viejos. El hombre comprometido con sus ideas y con la construcción de una comunicación capaz de mejorarle la vida a los humillados y ofendidos de la tierra. El que hace treinta años lucha en soledad contra el monopolio del grupo clarín. El amante de la música de Astor Piazzola al que domingo a domingo escucho como si de un ritual se tratara. Antes de que empezara a leer me llego el amor por la radio y junto al amor a la radio me llego el amor por Víctor Hugo. Hoy que yo soy un hombre de 44 años y el mejor relator de todos los tiempos está por cumplir sus 75 me doy cuenta de todo lo que representa en mi vida su voz.
A la mañana escuchándolo admiro su claridad conceptual y la humanidad con la que defiende sus convicciones. Cuando habla de música admiro su conocimiento y la sabiduría con la que nos introduce en artistas desconocidos hasta el momento en el que el los nombra y cuando lo escucho relatar un partido de futbol vuelvo a ser un niño que cierra los ojos e imagina el mundo por primera vez.
Antes de tener la capacidad para sumergirme en la abstracción que representa un libro pude aprender a imaginar el mundo (el real y otros posibles) gracias a los destellos de una voz que en mi cabeza nunca dejara de sonar. Ayer a la noche después de dar una insoportable perorata acerca del valor de imaginar las cosas mande a dormir a mis hijos en el segundo tiempo del partido de River con Argentinos. Obvio no querían saber nada pero fui inflexible. El destino fue amable conmigo así que Sebas y Juli tuvieron la suerte de escuchar con la cabeza en la almohada los tres goles de River frente al bicho.
Seguramente hoy tendrán la oportunidad de comparar los goles que imaginaron con la realidad de lo que efectivamente sucedió en la paternal. Pocas cosas me emocionan tanto como la posibilidad de verlos escuchar las palabras que surgen de la radio. Quizás por que verlos me conecta con mi propia infancia, quizás porque escuchar una buena historia habilita la posibilidad de que en el futuro sean ellos los que cuenten sus propias historias a sus seres queridos.
Basta cerrar los ojos y descansar la vista para que el milagro se produzca.
Foto: Gol de Omar Palma, River Plate. Revista El Gráfico.
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JUAN P. SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)