-Por Charly Longarini
Hacia Viernes Salvajes
No era fácil conseguir material de Jim Morrison en los primeros años noventa y aún más difícil encontrarlo traducido al español. Y mucho menos en Munro. Por esas cosas de la vida, un día entré a un local de ropa que, entre otras pilchas y accesorios, vendía remeras de rock. Le pregunté si tenía alguna de Morrison o de los Doors. La única que tenía la había vendido el mes pasado. Nos pusimos a hablar de música, le conté que me había copado con Morrison y que no conseguía nada de él. Se me quedó mirando unos segundos y me preguntó si podía pasar al día siguiente, le respondí que sí.
Volví una semana después y me regaló una pila de hojas fotocopiadas. Se trataba del libro An american Prayer, de Jim Morrison, una edición bilingüe que se había editado en España. Flasheé ahí parado en el local sin poder articular palabra de agradecimiento.
El libro era un viaje. Era un viaje al alma de Jim Morrison. También era un viaje musical y cargado de alucinógenos que ponían en palabras imágenes grotescas y bellas al mismo tiempo. El amor y el sexo son los grandes engranajes de su obra, como también la muerte y la trascendencia. Un alma torturada como él quería incendiar a la sociedad a través de la música y de un permanente llamado a la rebeldía. Morrison no era un rockstar, era un verdadero poeta porque había decidido vivir como tal. Estaba muy atravesado por lo espiritual, por la importancia de la manifestación de lo divino. Su vida, incluso su muerte temprana y dudosa, estuvieron perfumadas de cierta poética.
Jim Morrison puede ser una bella puerta a la poesía, porque en sus textos respiran junto a él Rimbaud, Verlain y Baudelaire, los grandes poetas franceses del siglo XIX.
A los 15 años, durante el verano del 91, descubrí a The Doors y especialmente a Jim Morrison. Me topé con la poesía, me lancé a escribir, fumé el primer pucho y empecé a tomar alcohol de vez en cuando. Sus poemas y sus canciones me persiguen desde entonces. Y si hoy intento escribir, también es por su culpa.
Y mis primeras remeras de rock, por cierto, las compré siempre en el mismo lugar.
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Charly Longarini
Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Profesorado Universitario de Letras. Universidad Nacional de Hurlingham. Columnista en Viaje al Fin de la Noche. Fm WEN. 93.9. Cinéfilo.
