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EVITA APAGADA (NO OLVIDAMOS)

26 julio, 2022


Bajó los escalones sabiendo que iba a ser la última vez. Fue raro definir que sentía, más allá de la tristeza, se asomaba un poco de alivio. Tanto pensar en ese momento hizo que nunca llegara. Pero ahí estaba. Juan Estrada se paró frente a la puerta de un despacho y permaneció allí unos segundos. Tomó el suficiente aire como para llenar los pulmones y el coraje, y golpeó con sus nudillos. 
Del interior se escuchó una voz apagada indicando que pase.


Juan entró y se encontró allí con el funcionario sentado detrás de un gran escritorio. Éste le indicó que tomara asiento.
– Bien, mire Estrada, lo mandé a llamar porque necesito hablar con usted. Voy a ser directo porque no quiero hacerle perder tiempo a usted ni a mi. Verá, en el último tiempo no tuvo usted ninguna función. Y es por eso que es necesario hacer ajustes estructurales, supongo que se dará cuenta. El Estado no puede hacerse cargo del gasto de un salario si el empleado no tiene funciones…
– No tengo funciones porque ustedes me las quitaron.
– No es así. Cuando asumimos nosotros vimos prioritario que su cargo lo ocupara alguien de nuestra confianza…

– Discúlpame, muchacho. – interrumpió Juan Estrada tuteando al funcionario.- Ya veo como va a terminar esto. Y yo ni nadie va a poder evitar que me peguen esta patada en el culo. Así que tampoco voy a hacerte perder tiempo pero de ninguna manera me voy a ir de acá sin que me escuches. Entré a este ministerio en el ’73 cuando volvió el General Perón. Me hizo entrar mi tío Antonio y desde ese momento trabajé mucho brindándole al Estado y a este edificio los mejores años de mi vida. Todos saben de mi afiliación al Partido Justicialista, jamás lo oculté pero nunca usé mi ideología para sacar provecho ni para poner palos en la rueda, independientemente de que partido gobernara. Y así atravesé la dictadura, un gobierno radical, los 90 donde a uno le daba vergüenza decir que era peronista, después otro gobierno radical, luego vino el estallido social, otro gobierno peronista interventor y luego otro legítimo en las urnas. Yo empecé de ordenanza, después fui cadete y terminé en el departamento de mantenimiento.

La ciudad de Buenos Aires mantuvo 4 años apagado el Mural de EVITA, del edificio de Luz y Fuerza, durante el gobierno de Mauricio Macri.

El trabajador y el burócrata eficiente

En el 2004, al cumplir los 30 años me dieron la jefatura, la misma jefatura que me arrebataron ustedes. Y en todos estos años laburé sin descanso, agarrá mi legajo. Nunca falté por médico, solo aquella vez que me tuvieron que operar de la vesícula. Quedé viudo y me ocupé de mis hijos. Logré que estudiaran y se recibieran. En el 2001 se fueron del país y jamás regresaron, conozco a mis nietos a través de una computadora. Vengo a tomar servicio cada mañana desde hace 45 años y siempre lo hice con compromiso. En los últimos años hay una sola cosa que me mantiene firme. Vos sabés muy bien que este edificio tiene dos imágenes de la mujer más importante que tuvo nuestra Historia. En el 2011 la instalaron y a finales de 2015 se rompió la automatización de las luces que iluminan a Evita. Desde aquella vez me tomo el trabajo de encender las luces a las 19 en invierno y a las 20 en verano. Religiosamente todos los días. Nadie sabe que se rompió el mecanismo, tuve que improvisar un puente para accionarlo manualmente cada vez. ¿Por qué te cuento todo esto que seguramente te importa un rabanito? Porque acá viene el pedido mío. Yo me voy, dejo mis funciones y espero que me salga la jubilación en mi casa. Solo le pido que me deje ingresar cada tarde a encender la imagen de Eva. Se lo prometí a alguien muy importante. Es lo único que le pido, le suplico. Dejo de ser un estorbo, me voy pero necesito esto. Es lo único que me va a mantener a flote.
El funcionario lo escuchó atentamente. Juntó sus manos y le dijo.


– La verdad me gustaría prometerle algo semejante pero una vez desafectado del ministerio ud. no puede volver a ingresar. Imagino que se dará cuenta por qué. Solo tengo una duda. ¿Donde está el interruptor ese?
Juan Estrada se puso de pie y se dirigió a la puerta del despacho dándole la espalda al funcionario. Antes de salir le dijo.
– No le pienso decir dónde está. Ustedes jamás lo encontrarán. 
Abandonó el despacho con alivio y se tocó el bolsillo del saco donde estaba la llave de la puerta de la biblioteca de la delegación gremial, el lugar exacto donde está también la manera de encender a Evita.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.