Saltar al contenido

EN LA VIDA HAY QUE ELEGIR

26 agosto, 2022

Hacia Viernes Salvajes

A tu amigo Claudio le regalan plata para su cumpleaños. Te pide si lo podés acompañar a la juguetería a comprarse algo. Vas con la ilusión de que te preste después su nuevo juguete. Imaginás que él se va a comprar un muñeco de He-Man, algún playmobil o un Transformer. 

Llegan a la jugueteria de Juanita y te colgás viendo muñecos. Cuando volvés junto a tu amigo ves que está parado frente a una pila de libros que están apoyados sobre el mostrador. Mira uno por uno, parece estudiarlos hasta que finalmente se decide por uno que lleva por título «Tu nombre en clave es Jonás». Lo mirás a tu amigo entre extrañado y sorprendido. No entendés de que se trata todo eso. Salen del local y van para la plaza. 

En una mesa de cemento Claudio te cuenta que eso que él tiene ahí no es un libro cualquiera, es un libro que está narrado en segunda persona y que te va llevando por una historia que cada tanto debes tomar decisiones de como continuar. Después, juntos, hojean las ilustraciones y espían algunos de los veintisiete posibles finales que tiene el libro. Te fascinás con la idea de Elige tu propia aventura, abrís una puerta sin darte cuenta que estás entrando para siempre en el maravilloso mundo de la lectura.

……………………………………………………..

Algunos meses más tarde, estás en el recreo de tu colegio. El patio está lleno de chicas y chicos corriendo, jugando, hablando y gritando al mismo tiempo. Harto de la rutina, te sentás en la escalera que está a un costado del patio y te preguntás a donde te llevará. Subis los escalones y descubrís un aula repleta de libros que tiene un cartel pegado en el vidrio de la puerta que dice: Biblioteca. Una señora joven te da la bienvenida y te pregunta que buscás. No dudás, y le respondés que los libros de Elige tu propia aventura, pensando que ni de casualidad ahí podrían tener algún ejemplar de la colección. La señora sale detrás de un escritorio y señala un rincón de una estantería. Ahí ves por lo menos más de veinte libros que te resultan conocido por su lomo. Retirás La Caverna del Tiempo y volvés al aula con una sensación extraña en el pecho. Extraña, si, pero también placentera.

……………………………………………………..

Es de tarde, es el horario en que tus abuelos duermen la siesta y no podía jugar en el patio. Estás en tu habitación leyendo. Más que leyendo, te caes dentro del libro. El Misterio de la Casa de Piedra te atrapa por completo. No podés soltarlo. De repente tocan el timbre. Te asomás a la ventana y ves a tus amigos. Están Juanca, Gustavo y Beto. Te asomás y te preguntan si salís a jugar a la pelota con ellos. Le respondés que no, que estás leyendo. Su primera reacción es reírse pensado que se trata de un chiste, luego caen en el asombro. Les contás como es el método de lectura y le mostrás el libro. Se copan también con todo eso y así se contagian.

Si querés seguir la nota, bajá con el cursor.

Si no querés leer la nota, cerrá la ventana del explorador.

«¡ADVERTENCIA!

¡No leas directamente este libro de principio a fin!»

Así arrancaban esos maravillosos libros blancos de tapa dura que tan felices nos hicieron en los años ochenta. 

Estos libros tenían la extraordinaria característica de ser narrados en segunda persona, es decir, contaban las peripecias del lector. Y llegado a un punto de la historia, le exigía al lector que tomara decisiones entre dos posibles continuidades hasta que cada historia, cada elección confluyera en un final. Los finales eran de los más variados: estaban los felices con la concreción de la misión o el develamiento de un misterio central; también estaban aquellos que eran positivos pero en los que sólo el lector apenas sobrevivía al peligro; después estaban los finales trágicos, aquellos donde moría el lector o alguno de sus compañeros. Cada libro tenia una cantidad limitada de finales y variaba según el título.

Podríamos decir que leer estos libros también era jugar. Uno tomaba decisiones y éstas nos conducían a las más variadas aventuras. De alguna manera esto nos ponía a prueba nuestro carácter y nuestro temperamento. Uno podía usar un criterio donde decidir coherentemente cada opción y eso prácticamente nos conducía finales mediocres. En cambio si uno tomaba riesgos, si se alejaba de la zona de confort, los finales eran espectaculares tanto positivos como negativos. 

Las ilustraciones que acompañaban cada libro estaban hecho por distintos dibujantes pero mantenía un mismo criterio estético basado en el blanco y negro a base de pluma.

Edward Packard (nacido en Hurtington, NY en 1931, autor, abogado, ensayista, poeta y creador del concepto Elige tu propia aventura) le contaba a sus hijas la misma historia cada noche. Aburridos, él y ellas, empezó a hacerle preguntas como les gustaría que comtinuaran esas historias. Como cada elección derivaba en finales distintos, supuso que sería interesante llevar esa dinámica a un libro y que el lector se involucrara aún más en la historia. Así nació Elige tu propia aventura. 

Luego de innumerables rechazos de editoriales, Ray Montgomery, su futuro socio, logró un contrato con Bantam Books para un lanzamiento masivo que se transformó de inmediato en un éxito contundente.

El primer título fue La Caverna del Tiempo (1979) y llegaron a publicar 184 títulos hasta 1998. 

El tono de las historias rayaba siempre el misterio, que era el verdadero motor que llevaba adelante la trama y atrapaba al lector de una manera alucinante. Con una prosa ágil, libre de furuletes, hacía que las historias avanzaran sin más obstáculos que las decisiones de cada lector/protagonista tomara en cada ocasión. 

Acá en Argentina los publicó Editorial Atlántida bajo un diseño muy característico.  

 Podríamos decir que la bellísima  colección de Elige tu propia aventura forjó la lectura en toda una generación que tenía curiosidad por el misterio y el terror pero sobre todo por la aventura.

Somos muchos los que le debemos el placer por la lectura y el amor eterno por los libros. En la semana del día del lector, seguimos eligiendo nuestra propia aventura. 


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.