
-Por Charly Longarini- @Charlylonga
Hacia Viernes Salvajes
¿Se puede construir belleza en la tragedia? La respuesta, a priori de carácter negativa, podría ser más amplia de lo que uno se imagina. Se puede pensar que el arte en su espectro seminal puede erigirse aún en contextos contradictorios. Y el cine, en particular, no escapa a esa posibilidad.
Gus Van Sant, un cineasta que ya ha tomado algunos riesgos en su carrera como reconstruir plano a plano Psycho de Hitchcock, toma a la masacre de Columbine para desplegar unas pinceladas de belleza en la tragedia. Y lo hace partiendo de la base que ya ha existido Bowling for Columbine el exitoso documental de Michael Moore y que ya sabemos que pasó allí. Elephant, película del 2003, cuenta los momentos previos a la matanza.

La cámara recorre los pasillos, aulas y recintos de la secundaria del estado de Colorado. Y en ese circuito se va topando con adolescentes que tienen los problemas típicos de su edad y viven su mundo sin preocupaciones, sin saber que dentro de unas horas van a encontrar la muerte.
La puesta de cámara de Van Sant es brillante, porque cuenta siempre dos historias al mismo tiempo. Con un steadicam a lo Kubrick en The Shinning transita los pasillos persiguiendo a los personajes, mostrando la espacialidad del lugar donde van a tener lugar los hechos. Compone figura y fondo de manera que dialogan directamente. Lo que sucede en segundo plano no impide que la acción que se desarrolla delante de la cámara le quite importancia. La película, construida desde un relato coral, va pasando de personaje a personaje, los suelta y después los vuelve a recuperar una y otra vez hasta hacerlos reconocibles.

Hay una coreografía muy precisa en como filma a los personajes moviéndose por los espacios cerrados hasta que da con los muchachos que van a llevar a delante la tragedia. A éstos, que están en el afuera, los vemos abriendo una caja con rifles, practicando tiro, excitados por lo que van a hacer, besándose y yendo con sus equipos a la escuela secundaria. A partir de ahí los perseguimos en la matanza, somos testigos silenciosos y espantados de la locura de este mundo incomprensible.
La película es una constante sensación de que aquello que vemos en pantalla, en minutos no va a estar más. La trama y la forma juega con ese fuera de campo que es el futuro inmediato, ese fuera de campo que no es otra cosa que la muerte que llegará en las manos de dos jóvenes, que más victimarios que víctimas, encarnan el centro de un debate sobre el buylling, el uso de psicofármacos y el fácil acceso a las armas.
Y en ese devenir, Elephant se constituye como la mejor película que vi en este 2024.
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