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EL PASADO NO ES ESO QUE RECORDAMOS

5 mayo, 2023

Me tiene harto la nostalgia. Esta idea consoladora, ficticia y sobre todo errónea acerca de que el pasado es mejor. Vivimos en tiempos de biopics que intentan instalar todo el tiempo la idea de que todo pasado solo por ser pasado es superior al tiempo presente pero eso no es que un recorte de la realidad atravesada por nuestra percepción distorsionada del tiempo. Cuando yo era adolescente los tipos de 50 años te decían que no había como el tango. “Como vas a escuchar a Spinetta o a los redondos pibe, la posta es Edmundo Rivero y Julio Sosa”

Nos cantaban las cuarenta nuestros viejos o abuelos en cualquier reunión familiar. Mis viejos se la pasaban sermoneándome con la mejor intención contra los peligros de la música de rock and roll. Inclusive hasta mis 15 años me deje llevar por la idea ridícula de que a los instrumentos eléctricos no hacía falta tocarlos para que sonaran. Una tarde de domingo mientras escuchaba en el tocadiscos con mi viejo alguna obra de Vivaldi mi papa me explico convencido de que con solo enchufar una guitarra eléctrica la misma emitía la serie de sonidos que en ese momento a mi empezaban a llamarme la atención.

Supongo desde la distancia que da el tiempo que mi viejo utilizo esa mentira por temor a que en la batalla entre la música nueva que escuchaba en el colegio y la música familiar con la que me había criado yo me terminara inclinando por la música que escuchaban las personas de mi generación.

Sofovich, Interventor del canal 7, durante el menemismo. Durante su intervención se incremento elpasivo.

Pero el tema no se reduce a la música solamente. En el ámbito del futbol pasaba exactamente lo mismo que en relación a la música. Cuando yo era chico en la década del 80 las personas mayores decían que nunca se había jugado al fútbol como en la década del 60. Siempre el paraíso se esconde en el pasado. Leyendo un gráfico de la década del 60 comprado en plaza San Martin a comienzos de los 90 descubrí en una nota de Dante Panzeri que grandes jugadores de la década del 50 decían que nunca se había jugado mejor al futbol como en la década del 40.

Seguramente en la década del 30 se recordaría con añoranzas el futbol amateur de principios del siglo XX y así podríamos retrotraernos hasta el inicio del futbol profesional. Con el cine es igual. Siempre que se realiza un balance del cine en el último año se menciona que en la década del 90 o del 80 del siglo XX el cine era otra cosa. Ayer leí una nota elogiosa sobre Rambo a la que catalogaban como obra maestra. Recorde sorprendido que en la década del 80 el film de Stallone no se mencionaba más que como un divertimento superficial. No tengo muy claro como funciona la memoria pero imagino que los seres humanos realizamos una selección de esos particulares momentos en donde somos felices y con el paso del tiempo ese recuerdo se distorsiona.

Crece en dimensión y lo que quizás fue un día de felicidad se transforma en meses. Ese instante con el correr del tiempo se agranda a nuestros ojos. Entonces cuando decimos en una sobremesa con amigos que hace dos décadas se jugaba al futbol mejor recordamos los cinco mejores partidos de un año determinado y omitimos olímpicamente los 50 bodrios que borramos del disco rígido de nuestra memoria.

Así es en todos los ordenes de nuestras vidas. Hoy me encuentro a menudo en reuniones con familia y amigos donde me escucho decir barbaridades del mundo actual. La música que escuchan nuestros hijos es fea. Están todo el dia con los celulares. No les interesa la política y una infinidad de etcéteras. Disfrutamos con regocijo de la incomprensión que cultivamos hacia las generaciones venideras. Luego llego a casa, me hago un café y me pongo a pensar. En la década del 90 el país vivía bajo un gobierno neoliberal que sumergió a las clases populares en la desocupación y la pobreza.

Albert Camus, escritor francés de novela y teatro. De orígen argelino, predicador del absurdo de la vida.

Ese país termino estallando por los aires ante la indiferencia de los que eran jóvenes en esa época. Por otro lado los chicos no tenían celulares pero miraban a Tinelli y Sofovich que no eran precisamente productos culturales en donde se discutieran las ideas de Sartre y Camus. La música que escuchábamos nosotros (Fito, Charly, Los Redondos) era tan cuestionada por nosotros como en nuestra época es despreciada por los adultos el trap y la bachata.

Pienso que el antídoto ante este tipo de distorsión es la empatía hacia lo desconocido. Poder conectar con los demás sin que tengan que salir al rescate el yo de nuestras vidas pasadas. Hay felicidad en el tiempo por venir. Eso es lo más hermoso que tenemos como seres humanos. La promesa de la felicidad futura se moldea siempre al calor de los momentos felices que tuvimos. Si no tenemos deseo de nuevas sensaciones (una canción, un beso, la esperanza de un amanecer) podemos pensar en nuestra vida con la sensación de que nada nuevo sucederá y eso me parece desolador. Además para pensar y recluirnos en un pasado irreal y ahistorico siempre nos queda Netflix con su industria de la melancolía. Nada bueno podrá salir nunca de ahí.

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JUAN PABLO SUSEL. Sociólogo (UBA). Profesor en Ciencias Sociales. Crítico de Cine. Autor de: Maradona en Roja y Negro (2021)