CHARLIE FEILING: EL ESCRITOR QUE SE VOLVIÓ FICCIÓN

Mar 21, 2025 | CULTURAS, LITERATURA

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-Por Charly Longarini- @Charlylonga

Los personajes de ficción, se sabe, cargan con la carnadura de que el lector los cree reales. Se establece un pacto de ficción en lo que uno dice «ok, esto es ficción pero me lo voy a creer, porque sino no voy a poder avanzar en la lectura».

Lo que nunca me pasó, y acá puede fallar mi memoria o mis limitaciones en el recorrido como lector, es que el efecto sea al revés. Es decir, que un personaje real se me vuelva en clave ficción.

No sería la primera vez que un personaje real se me aparece en alguna novela o cuento, claro está. Pero en el caso de El día más feliz de Charlie Feiling (El cuaderno azul editorial), escrito a dos voces por Sergio Bizzio y Daniel Guebel (en orden alfabético, respetando el chiste interno de la novela).

¿De qué va?

Charlie Feiling, además de fallecer a los jóvenes 36 años en 1997, era considerado una de las promesas de la nueva narrativa argentina. Había escrito tres grandes novelas que abordaban distintos géneros cada una: El agua electrizada (1992, policial), Un poeta nacional (1993, aventuras) y El mal menor (1996, terror), además de un libro de poemas, Amor a Roma.

Cuenta la leyenda, o más bien Bizzio y Guebel, dos queridos amigos de Feilling y también escritores, que tiempo después de la muerte de Feiling, los dos evocaron por separado, un día que compartieron en Ramallo en casa de los Bizzio. Ese día, además de asado y de bañarse en un río ramallense, recordaron que Feiling les había dicho hacia la noche que ése había sido el día más feliz de su vida, aunque minutos después también dijera que iba a morir pronto.

La pequeña novela de 78 páginas es justamente eso, narrar ése día en particular. Y lo hacen en forma muy divertida y amena. Es de esos libros que se pueden leer en una sola sentada durante una tarde de calor mientras se toma algo fresco.

El hecho formal de que esté escrito a cuatro manos hizo que al principio me matara tratando de descifrar qué había escrito cada uno pero no lo pude determinar. De todas maneras creo que cada vez que el narrador se burla de Bizzio es Guebel quien escribe, y viceversa. Se nota que hay un código ahí, tanto en lo que se cuenta como en el proceso de escritura, que no es otra cosa la amistad entre hombres. Yo me he preguntado más de una vez de que hablan los escritores cuando se juntan. En la novela puede uno darse cuenta, más allá de que la recreación de los diálogos pueda no ser del todo precisa. Los personajes hablan de las mismas pavadas que pueden hablar un grupo de varones durante un asado pero por momentos se les cae la vasta lectura que llevan encima.

Si los diálogos fueron acaso recreados fielmente, son un poco fanfarrones los tres personajes, pero creo que en el fondo se trata de un chiste justamente para los lectores que siempre se hicieron la misma pregunta que yo.

El día feliz de Charlie Feiling logra tres cosas: que sea una carta de amor a la amistad, que sea una novela digna de Feiling de la que se hubiera reído mucho y logra que Charlie, persona real, se nos convierta en un misterioso, divertido e irritante personaje de ficción.

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